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Simone Biles hizo el salto más difícil del mundo en su regreso a los Juegos Olímpicos

Simone Biles volvió con todo a los Juegos Olímpicos y sumó cuatro nuevas medallas a su palmarés ratificando porqué es una de las mejores atletas de la historia.

En París 2024 se convirtió en la primera mujer en realizar el salto de mayor dificultad: un doble pike Yurchenko que además también lleva su nombre (Biles II)

Este es el salto más difícil del reglamento femenino y al realizarlo logró su mejor actuación en París, con una calificación de 15,700 en salto alto que le permitió obtener su tercer oro en estas olimpiadas.

Biles ya se había consagrado como estrella de la gimnasia en los Juegos de Río 2016, pero después de Tokio 2020 puso en pausa su carrera por problemas de salud mental

Fue así como priorizó su salud antes que cualquier competencia y haber vuelto como una de las mejores atletas en su disciplina convirtieron a la estadounidense en toda una leyenda.

Regresó como un ave fénix

Cuando regresó de Tokio, Simone Biles pensó que nunca volvería a competir. Pero tres años después de que un bloqueo mental la dejara perdida en el aire, se va de París con tres oros y una plata tras una brillante vuelta a la élite mundial.

«Este regreso es verdaderamente por mí. No quería seguir sintiendo miedo a este deporte, porque han pasado muchas cosas. Muchas de ellas me han aterrorizado y no podía dejar que me quitaran una última cosa más», dijo la gimnasta de 27 años en un documental estrenado en Netflix.

Fue así como la gimnasta más condecorada de la historia quería decidir su propio final, y el plan parece haber dado resultado regresando como un ave fénix.

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Durante su participación en París, Biles consiguió recuperar el oro por equipos, la corona general individual y la de salto (todas suyas en Rio-2016), pero también sumó la medalla de plata en suelo.

«He conseguido mucho más que en mis sueños más locos, no solo en estos Juegos, sino en el deporte», reconoció después Biles sobre un botín olímpico que suma siete oros y once medallas en total.

De esta forma, esta atleta ha enterrado en París 2024 los temidos «twisties», un fenómeno que provoca que los gimnastas pierdan el sentido de la orientación en el aire.

Pero también logró deshacerse del fantasma de Tokio, cuando un bloqueo mental la obligó a retirarse de la mayoría de pruebas, yéndose de Japón con una plata, un bronce y su carrera en el suspenso.

La estadounidense se dedicó dos años a recuperarse y con su esfuerzo logró recobrar la ilusión cada vez que tiene una cita con la competencia.

«He recuperado el amor por el deporte, su aspecto lúdico, la alegría que me da. Somos humanos, no simples atracciones», explicó en una entrevista con el diario francés L’Équipe.

Desde muy pequeña ella mostró que se convertiría en una leyenda de la gimnasia y así lo ha venido ratificando desde que consiguió su medalla dorada en los juegos de Río- 2016.

Una historia de superación

Simone tuvo una madre que padecía problemas de alcohol y drogas, pasó una temporada junto a sus tres hermanos en un centro de acogida, hasta que sus abuelos pudieron adoptarla junto a su hermana Adria.

Tras descubrir la gimnasia a los seis años durante una excursión escolar, la evolución de esta niña no tardó en llamar la atención por su gran agilidad.

Su puesta de largo en la gimnasia internacional llegaría en 2013 en Amberes, cuando siendo una joven de 16 años se colgó dos oros. En la siguiente década sumaría otros 21 títulos mundiales.

Por el camino tuvo que enfrentarse a otro trauma, al ser una de las decenas de gimnastas que sufrieron abusos sexuales por parte del médico del equipo nacional Larry Nassar, condenado a décadas de cárcel por estos delitos.

«Entre Tokio y mi testimonio ante el Congreso de Estados Unidos [en septiembre de 2021] en el caso Nassar, pensé seriamente en la retirada. Estaba devastada», afirmó en L’Équipe.

Por fortuna para la gimnasia no lo hizo. No era la primera vez que la vida le daba un golpe, y una vez más había decidido levantarse.

Así se lo recuerda el tatuaje que lleva en la clavícula con el título del poema de Maya Angelou: «Still I rise» («y aún así me levanto»).

Es así como la reina de la gimnasia está de nuevo en pie y con sus 1.42 de estatura demostró en París 2024 que seguirá siendo toda una leyenda del deporte.

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