“Mamá, te estoy haciendo una carta porque están pasando cosas horribles”. Así comienza el relato de una niña de 12 años de Villa Carlos Paz, Argentina, que ha denunciado que sufre bullying a través de una carta dirigida a su madre.
La madre ha preferido no desvelar su la identidad ni la de su hija, pero sí publicar la carta para mostrar la realidad del acoso que sufre su hija desde hace casi un año, cuando comenzó sexto grado en la escuela Manuel Belgrano de Carlos Paz.
“No paro de temblar y no puedo respirar bien”, continúa la chica, en un texto escrito a mano por ella misma donde pide desesperadamente ayuda.
“Te juro que nunca odié tanto a estas personas. Mamá, por favor, tenés que hacer algo”, sigue el escrito, que termina con una frase que, según cuenta la madre, le causó un gran dolor: “Mamá, siento que me voy a morir. Ayúdame por favor. Te amo”.
Lo primero que hizo la madre al leer la carta fue enviarla a la directora de la escuela. “No dieron ningún tipo de respuesta para hacer frente a la problemática y solucionarla definitivamente”, explicó al portal Carlos Paz Vivo. El colegio se limitó a hacer promesas: le dijeron que iban a hablar con la docente del grado y que iban a tener una charla con todo el curso. A los pocos días, las profesores mantuvieron la charla con los alumnos e hicieron foco en el bullying provocado a la niña y en el respeto. Sin embargo, no adoptaron nuevas medidas, no personalizaron el conflicto para que vieran el daño que habían producido ni tampoco convocaron a los padres de los alumnos implicados.
La madre ha detallado en el mismo medio local que a su hija “le dejan mensajes intimidantes en distintas partes de la escuela y la insultan de forma permanente”. Además, “se burlan de ella cuando presenta un trabajo en clase y la excluyen de las actividades escolares y extraescolares”, cuenta preocupada. Las primeras señales pudo detectarlas por cómo cambio la salud de su hija, que comenzó a tener vómitos y fiebre cada vez que tenía que ir a clase. Sospecharon que atravesaba un estado de angustia. “La llevamos al médico pero físicamente estaba bien”, ha relatado.
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No solo los niños y niñas de la escuela perpetuaban este acoso. La madre ha denunciado también que unas madres excluyeron a su hija de ir a un campamento. “Me comuniqué con los dueños y trabajadores del lugar. Me respondieron que no podían dejar que ella participara porque lo pidieron dos madres del grupo y que el contrato para el campamento ya estaba firmado”, explica.
Cuando trató de hablar con las madres para pedir explicaciones, bloquearon su móvil, negándose a ayudarla. “Si no había autorización de esas madres, mi hija no podía ir, por lo tanto, la dejaron fuera”, lamenta. “Fue totalmente excluida del lugar, sin posibilidades de disfrutar con sus compañeros. Hoy mi hija está angustiada en su casa, muy triste y deprimida”.
Desde entonces, la menor lleva un móvil al colegio para avisar a su madre de su estado anímico. “Podés llamar al abuelo para que me busque. Me siento muy mal, por favor mami”, le escribió su hija a través de ese teléfono en septiembre. “Mami ayuda, va en serio. Me voy a clavar el lápiz en el medio del ojo así me muero desangrada”, le advirtió hace unos días. La mujer asegura que hay mensajes aun más angustiantes y que teme por todos los jóvenes que puedan ser víctimas de bullying.
Según datos de Unicef publicados en 2019, uno de cada tres estudiantes en el mundo sufre acoso escolar. Este no es más que otro tipo de violencia que provoca un impacto negativo en la salud física y psicológica de los niños, niñas y adolescentes que lo padecen. Para ellos resulta especialmente complicado denunciar o pedir ayuda por la vulnerabilidad que conlleva su corta edad.
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