A escala mundial, el 35 por ciento de las mujeres han experimentado violencia física o sexual perpetrada por su pareja íntima o una persona ajena, según cifras de ONU Mujeres. Además, quince millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. Como respuesta a todo eso, la doctora Sonnet Ehlers ha inventado el Rape-aXe. Se trata de un dispositivo antiabuso con el que busca contribuir a reducir las tasas de agresión en su país y en otras partes del mundo.
“Fue una paciente quien me impulsó a buscar esta respuesta al principio de mi carrera”, explica Ehlers en el sitio web dedicado a su invento. “Una noche de 1969 estaba atendiendo a una mujer que acababa de sobrevivir a un ataque sexual cuando me dejó con unas palabras que nunca olvidaré. Temblando de terror con lágrimas corriendo por su rostro, dijo: ‘Si tan solo tuviera dientes ahí abajo…’”.
Ehlers le prometió a aquella joven que algún día haría algo para ayudar a otros en su situación. “Ahora, varias décadas después, tengo la intención de cumplir esta promesa transformando su idea en un dispositivo diseñado para brindar a las mujeres una mayor oportunidad de escapar de la agresión sexual y llevar a sus atacantes ante la justicia”, explica.
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El Rape-aXe es un condón de látex que se coloca en la vagina como un tampón o una copa menstrual. Contiene púas afiladas de silicona a modo de azuelo distribuidas por su interior. En el momento de la agresión sexual, el dispositivo se adhiere al miembro del agresor y cuando retrocede no hay manera de sacarlo sin la asistencia de un médico, o sin causarse lesiones a uno mismo.
En ese momento, la víctima tiene tiempo para alejarse y buscar ayuda.
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En su país, Sudáfrica, existe una de las tasas de abuso más altas del mundo. De hecho, en un estudio realizado por Human Right Watch el año 2010, 1 de cada 4 hombres admitió haber cometido una o más agresiones se índole sexual.
Según explica Ehlers, es parte de la cultura sudafricana que un hombre fuerce a una mujer a mantener relaciones, y se espera de ellas que estén satisfechas y agradecidas.
Durante años, ha trabajado y ayudado a muchas supervivientes de agresiones sexuales. “Al ver a todas estas mujeres prácticamente rotas, tanto física como mentalmente, pensé que debía hacer algo al respeto”.
Aunque algunos críticos consideraron el invento como problemático y exagerado, Sonnet explica que lo creó por la falta de soluciones y medidas. En alusión a sus críticos, afirma: “Un dispositivo medieval para un acto medieval”. Porque llevamos miles de años conviviendo con las agresiones sexuales y mitigando sus efectos.
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