La psicología se ha centrado tradicionalmente en debilidades, déficits, trastornos y demás problemáticas de nuestra mente, pero especialistas como Claudio Ibáñez prefieren otro enfoque: el bienestar.
Este chileno fundó hace 20 años el Instituto de Psicología Positiva, una organización dedicada al estudio científico de los aspectos humanos positivos, basándose en una propuesta de Martin Seligman, exdirector de la Asociación Estadounidense de Psicología.
“La psicología positiva no intenta reemplazar ni olvidarse de los aspectos negativos del funcionamiento humano, sino que intenta complementar o completar (…) porque las personas también tenemos un lado luminoso”, expresó en entrevista Claudio Ibáñez.
El objetivo del instituto, según detalla su fundador, es desarrollar desde psicoterapia y coaching hasta intervenciones para ayudar a personas y organizaciones a moverse en dirección de un funcionamiento óptimo.
“Profesionalmente y personalmente, siempre se me ha tildado como un psicólogo atípico porque en realidad raramente yo me enfocaba en lo que no estamos haciendo bien”, describió Ibáñez, “sino que siempre hablaba de centrarnos en lo que hacemos bien, en optimismo, esperanza”.
En agosto de 2010, 33 mineros quedaron atrapados por un derrumbe en la mina de San José, en Atacama, Chile. Cinco días después del colapso, en los medios se empezaba a hablar de la gran posibilidad de que los trabajadores ya hubieran fallecido. Sin embargo, Ibáñez tenía una visión distinta.
“A mí eso me pareció una predicción tremendamente fatalista y negativa porque en realidad nadie había visto un cadáver de los mineros, entonces apostar a que estaban muertos era un pesimismo que conducía a la pasividad, a abandonar la búsqueda”, recordó Ibáñez.
Después de dar una entrevista en televisión con la perspectiva de la psicología positiva, hablando sobre la necesidad de aferrarse a una visión positiva del futuro, Claudio Ibáñez fue contactado por el ministro de salud para que se encargara de atender a los afectados por el derrumbe.
Los mineros fueron encontrados a 12 días del colapso, pero su rescate se prolongó por 70 días. Ibáñez recuerda que, paradójicamente, quienes requerían mayor apoyo psicológico eran los familiares y los rescatistas, en vez de quienes estaban sepultados a 720 metros de profundidad.
“Ellos estaban completamente de pie, emocionalmente arriba, esa es una lección tremenda desde mi punto de vista (…) Las personas tienen capacidades, habilidades, recursos para exhibir lo mejor de la humanidad, precisamente cuando tienen todo en contra, las personas no se dejan aplastar”.
Poco más de una década después de estos hechos, las lecciones aprendidas en Atacama tienen la mayor relevancia en medio de una situación límite mundial: la pandemia de covid-19.
“La humanidad, felizmente, se encontraba en la mejor posición para enfrentar un fenómeno de este tipo. Ha habido colaboración mundial, se han desarrollado vacunas (…) Creo que hay que colocar las cosas en perspectiva, estamos frente a un problema pero no es el primer problema que la humanidad enfrenta. Tenemos que convencernos de que vamos a salir adelante”
“No debemos dejar que la angustia, el miedo, el temor y la desesperación cunda en nosotros producto de ver esto como una tragedia que no tiene solución. Lo que nos hace bien es activar en nosotros emociones positivas: optimismo, esperanza, empatía”.
Estas emociones se activan, afirma el psicólogo, cuando ponemos los problemas en perspectiva y cuando tenemos una visión positiva del futuro
Durante la próxima semana, Ibáñez participará en el evento Wellbeing 360, de Tecmilenio, donde abordará justamente las posibilidades de la psicología positiva en la actual crisis sanitaria.
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