La última tendencia en Tik Tok se llama haul y consiste en comprar grandes cantidades de ropa para probarlas en casa y devolverlas de forma gratuita si no te convencen. No sale caro: el precio medio de estas prendas es de 10 euros y la marca de moda ultrarápida que permite este desenfreno de compras se llama Shein.
Shein se ha convertido en la marca favorita de los Z, la misma generación que afirma apostar por la ropa sostenible en todas las encuestas. Los precios bajos son el motivo principal de esta contradicción pero también la presión de las redes sociales. Hasta un 41% de los jóvenes de entre 18 y 25 años se siente presionado por no repetir outfit en Internet, según un estudio de Hubbub.
Shein es una compañía china valorada en 100.000 millones de dólares. O en otras palabras: el equivalente a Inditex y H&M juntas. La fundó Cris Xu, experto en optimización de motores de búsqueda (SEO) en 2008 bajo el nombre de SheInside. ¿Pero cómo ha conseguido tanto éxito justo ahora que la moda rápida está viviendo un punto de inflexión?
Inditex se inventó el concepto de moda rápida en los 90, abandonando el concepto de temporadas por un ciclo de producción constante que presenta artículos nuevos cada pocas semanas. Pero para que este ciclo de novedades fuera rentable, migró la mayor parte de su producción a países con leyes laborales más laxas.
Su éxito llevó a otras compañías como H&M a seguir su ejemplo hasta hoy, un momento en el que, curiosamente, los Z consideran el low cost tradicional como de gama media. Por eso durante la década de 2010 surgieron nuevas competidoras, entre ellas Shein, acelerando de nuevo la producción de la industria de la moda.
La compañía china trabaja con pequeñas fábricas que recogen pedidos todos los días y que les permite producir pequeños lotes que aumentan solo en función de la demanda, lo que les permite probarlos directamente con sus clientes de una forma mucho más eficiente.
Además, su algoritmo es capaz de predecir tendencias en tiempo real para ofrecer productos casi personalizados a sus clientes. Una vez creados los viralizan en las redes sociales, donde acumulan más de 250 millones de seguidores.
Tanto su sistema de producción como la inteligencia artificial les permite ofrecer una exorbitante oferta de productos. Mientras Zara tiene etiquetados unos 600 productos nuevos en su web, Shein lanza más de 6.000 prendas al día, en tallas desde la XS hasta la 4XL, algo inaudito en el fast fashion y muy aplaudido por sus clientas.
Otra ventaja ante sus competidores es que no dispone de espacios físicos donde vender su ropa. Por eso de vez en cuando abren tiendas temporales con las que generan mucho ruido mediático y colas que dan la vuelta a varias manzanas.
Shein no es muy conocida en China. Su mercado es tan competitivo que su prioridad siempre ha sido exportar al extranjero, lo que le ha permitido aprovecharse de ventajas fiscales, sobre todo desde que en 2018 China eliminó los impuestos de exportación para las empresas directas al consumidor. Como Shein envía sus pedidos directamente a sus clientes, lleva años libre de unos impuestos que otros minoristas tradicionales no han podido evitar, lo que ha repercutido directamente en sus precios.
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Sus precios han generado dudas tanto de sus prácticas laborales como de su impacto medioambiental. PublicEye denunció el pasado diciembre jornadas laborales de 75 horas en sus talleres, lo que infringiría las propias leyes chinas que establecen jornadas de 40 horas semanales. Además, según la ONG, los trabajadores de sus fábricas cobran por prenda producida, lo que les anima a trabajar muchas más horas.
Shein insiste en que su método de producir ropa en lotes pequeños es más eficiente y produce menos desperdicios. Sin embargo, con frecuencia utilizan telas de poliéster producidas a partir de petróleo y carbón que, además, no son biodegradables.
Todas estas cuestiones podrían cambiar si las regulaciones europeas prosperan. El Pacto Verde Europeo pretende que el fast fashion haya pasado de moda en 2030 a través de una batería de medidas para que la ropa sea mucho más duradera. Estas regulaciones incluyen la confección a partir de fibras recicladas, sin sustancias peligrosas y respetando los derechos humanos y el medio ambiente.
Inditex y otros competidores ya se están adaptando a estos nuevos requisitos de sostenibilidad, elevando sus precios para compensar el encarecimiento de sus costes. ¿Podrá Shein mantener su modelo de negocio ultrarápido? De momento, Twitter arde con miedo a que las cosas cambien. Está claro que los precios bajos y las tallas grandes son las principales demandas de los Z para sobrevivir en las redes sociales
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