Lamentablemente, no es nada nuevo que los osos polares se encuentren entre las especies más amenazadas por las consecuencias del cambio climático.
Con la creciente pérdida de su hábitat natural, estos animales se ven obligados a viajar largas distancias para encontrar nuevas fuentes de alimento. Y algunos de ellos pierden peso todos los días por esa causa.
Un nuevo estudio publicado en la revista Nature Communications analizó el comportamiento y los hábitos alimentarios de un grupo de osos polares en la Bahía de Hudson, en el noreste de Canadá, entre los veranos de 2019 y 2022.
Concluyeron que 19 de los 20 animales analizados perdieron alrededor de 21 kilogramos durante el período de observación de tres semanas, lo que equivale a 1 kg por día.
Durante el verano, los períodos de derretimiento del hielo marino son comunes en el Ártico. Pero, debido al calentamiento global, este derretimiento se ha intensificado en los últimos años. Por tanto, los osos polares pasan más tiempo en tierra firme.
El estudio concluye que la comida en tierra no es suficiente para mantener vivos a los osos polares salvajes, especialmente a los jóvenes y cachorros, que no tienen la misma capacidad de acumular grasa que los mayores.
Los osos polares mostraron diversas estrategias para mantener las reservas de energía, que fueron independientes de la edad, el sexo, la etapa reproductiva (se incluyeron hembras embarazadas) o los niveles iniciales de grasa.
Muchos machos adultos simplemente se tumbaron para conservar energía, quemando calorías a un ritmo similar al de la hibernación, pero el 70 % se mantuvo activo buscando alimentos terrestres, como bayas, hierbas y cadáveres de aves y caribúes.
Algunas hembras adultas dedicaron hasta el 40 % del tiempo a buscar comida y aunque los alimentos les dieron algún beneficio energético, tuvieron que gastar más energía para acceder a ellos.
Tres nadaron largas distancias, hasta 175 kilómetros en aguas abiertas, donde dos encontraron cadáveres de mamíferos marinos de los que no pudieron alimentarse mientras nadaban ni llevarlos a tierra.
Solo uno engordó tras tropezar con un mamífero marino muerto en tierra.
La conclusión es preocupante, ya que el tiempo que la especie pasa fuera del agua ha aumentado progresivamente en los últimos años. Y todo esto aún puede resultar en una caída en la tasa de reproducción, pudiendo las hembras con déficit calórico dejar de ovular.
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