Cosas como la risa, el llanto y el estrés podrían mandarla al hospital y hasta provocarle la muerte
Natasha Coates lleva una vida muy distinta y la nuestra. Es así porque esta joven británica de 27 años padece de un extraño síndrome que hace que sea alérgica a las emociones. Cosas como la risa, el llanto y el sudor podrían llevarla a un hospital y provocarle hasta la muerte.
La patología que sufre Coates se conoce como el Síndrome de Activación de Mastocitos. Se trata de una extraña enfermedad inmunológica en la que los mastocitos —un tipo de glóbulo blanco— secretan sustancias químicas en exceso induciendo fuertes síntomas en su cuerpo.
Mayo Clinic reseña que esta enfermedad se produce cuando estos mastocitos se acumulan de forma excesiva en la piel, la médula ósea, el tracto digestivo y otros órganos del cuerpo desencadenando una fuerte reacción alérgica. Estos mastocitos liberan sustancias que pueden causar signos y síntomas similares a los de una reacción alérgica y, a veces, una inflamación grave que puede provocar daños en los órganos.
“Soy alérgica a las emociones fuertes. Cualquier cambio emocional fuerte en mi cuerpo, ya sea reir, ponerme a llorar, estar triste o estresada puede provocar una reacción química. Ocurre casi todos los días y me han hospitalizado más de 500 veces”, indicó Natasha al diario New York Post.
De acuerdo con la joven, esta enfermedad le fue diagnosticada cuando tenía 18 años. Desde entonces ha tenido que aprender a convivir con este raro síndrome por el que, literalmente, podría morirse de la risa.
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Lucha por sobrevivir
Natasha Coates ha aprendido, a la fuerza, a vivir con esta enfermedad. Ha tenido que aprender a seleccionar específicamente los alimentos que puede consumir porque muchos de los componentes o ingredientes le pueden desencadenar esta grave alergia. “Hay muchos alimentos que me llevarán al hospital y otros que, con suerte, no. Debido a las sustancias químicas que se liberan cuando estoy digiriendo los alimentos, a veces no es lo que estoy comiendo sino el proceso de digestión lo que desencadena la anafilaxia”, indicó la joven.
Asimismo, tiene que evitar todo tipo de sprays corporales, productos de limpieza y velas perfumadas. Y su día a día siempre es un martirio, ya que sabe que en cualquier momento presentará una reacción alérgica. “A veces tengo que evitar situaciones sociales. Voy sobre una base de riesgo versus recompensa. Estudio los menús de antemano, tomo medicamentos adicionales y espero lo mejor. Necesito saber dónde está el hospital más cercano, que tengo mi plan de atención y suficientes medicamento
A pesar de las fuertes reacciones y síntomas que sufre, Natasha lleva años practicando la gimnasia. El deporte se ha convertido en su gran aliado para enfrentar su rara condición tanto a nivel físico como a nivel mental.
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Experiencias prohibidas
La condición de Natasha Coates hace que, por ejemplo, no pueda volar en avión. Subirse a un avión le podría provocar una serie de emociones que a miles de metros de altura podrían llevarla a la muerte.
“Hace 9 años sufrí mi primera reacción anafiláctica. Ese día mi vida cambió para siempre, y siempre lloraré por lo que pudo haber sido mi vida. Sin embargo, sigo aquí, sigo luchando”, indicó la joven.
Natasha también recordó que durante todos estos años ha tenido que vivir en una gran incertidumbre con recurrentes exámenes y experiencias traumáticas como depender de otras personas y máquinas para no perder la vida.
“Mi garganta se cierra, asfixiándome lentamente hasta morir mientras el mundo comienza a desvanecerse en la nada. Rezo para que esta reacción no sea la que me quite la vida y pueda vivir por más tiempo”, indicó esta británica.
Por todo esto, desde hace años Natasha vive pegada a un reloj en su muñeca con el que puede activar una alarma y llamar a una ambulancia en caso de que el choque anafiláctico sea demasiado fuerte.
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