Cuando Carolina Hernández decidió que no quería tener más hijos, decidió buscar un método anticonceptivo que fuera absolutamente efectivo y que tuviera una sola condición: no ser invasivo.
Le bastó una búsqueda rápida en Internet para dar con lo que parecía ser la solución perfecta. Se trataba de un pequeño muelle, que se insertaba en las trompas de falopio. El producto estaba comercializado por la todopoderosa Bayer. Era un invento que parecía revolucionario. “En el hospital me dijeron que era una maravilla. Me dijeron que no tenía ni un solo efecto secundario, que era 100% titanio, y que me lo harían en consulta. Al día siguiente podría llevar una vida normal”.
Era 2005 y todo salió como le prometieron.
Pero 5 años más tarde todo empezó a torcerse. Comenzaron a manifestarse los primeros y atroces síntomas secundarios. Reglas dolorosas, infecciones urinarias, sangre en heces y en la orina, cansancio constante y sobre todo, mucho dolor. De cabeza, lumbares, rodillas, codos, espalda, abdomen, de huesos… Un dolor generalizado que le impedía desempeñar hasta las tareas más sencillas.
Hoy Carolina forma parte de las 80.000 mujeres a las que se ha implantado Essure desde su lanzamiento en España en el 2003 y es una de las 1.000 afectadas (según la Asociación Española de Afectadas por Essure) por el método anticonceptivo que en su día fue considerado como “el más seguro del mundo”.
Ella no es la única en sufrirlo en sus carnes. Hace apenas una semana, otra de las afectadas, Carolina Díez, interpuso la primera denuncia en España por los efectos secundarios de este anticonceptivo. En la demanda culpa directamente al Ministerio de Sanidad, el Sistema Nacional de Salud y la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) «por error en la vigilancia y control sanitario del producto, así como en la evaluación de las notificaciones de incidentes recibidas y elaboración de alertas informativas y sanitarias».
Su decisión es pionera en España pero sigue a la reciente prohibición del implante en Brasil y a la lucha que desde hace mucho tiempo llevan a cabo mujeres de todo el mundo por la prohibición de este dispositivo.
Porque, la realidad que ellas cuentan del anticonceptivo más seguro del mundo, no tiene nada que ver con lo que les contaron.
Essure es el nombre comercial que se esconde detrás de unos pequeños muelles de niquel, y no de titanio como le prometían a Carolina, que se implantan en las trompas a través del útero. “Este dispositivo provoca una inflamación local que obstruye las trompas e impide la fecundación”, cuentan los doctores Juan Gervás y Mercedes Pérez-Fernández, autores del libro El encarnizamiento médico con las mujeres.
¿Las ventajas? Aparentemente muchas más que su hermana mayor, la ligadura de trompas. “Se puede aplicar sin anestesia en una consulta, no necesitan ingreso hospitalario ni intervención quirúrgica”, explican Gervás y Pérez-Fernández.
Fue traído a España en 2001 y se promocionó como un “método permanente y definitivo, casi 100% eficaz”. “Nos deslumbramos con la novedad”, relata Enriqueta Barranco, doctora especialista en ginecología y obstetricia. Ahora, 16 años más tarde de su presentación en sociedad, la doctora Barranco considera que «su introducción en el mercado fue precipitada”. Precipitada desde el punto de vista médico, profesional y desde la perspectiva de la vigilancia de la salud de las mujeres. La prueba son todas las complicaciones que acarrea el dispositivo.
Lourdes Peñarolla se colocó el Essure en 2006, con 36 años. En 2007 empezaron sus visitas al hospital aquejada de dolor pélvico. “Al principio tenía dolores en las ingles y en los riñones, como si tuviera lumbago”, nos cuenta. Conforme pasaba el tiempo, la situación fue a peor y Lourdes inició un peregrinaje por diversos especialistas que no conseguían darle una respuesta a sus dolores.
“Me tomase lo que me tomase no me hacía efecto. A mí me dolía la carne. Tenía dolores, contracciones, me dolía la pelvis y no podía ni andar. Sufría cansancio extremo, me daban ataques de ansiedad al ver como yo, una mujer joven de 40 años, no podía hacer nada. Me costaba levantarme de la cama, vestirme, acompañar a mi hija, me pegaba el día en el baño con diarrea. Estos 2 últimos años han sido horrorosos”, mantiene.
Una historia parecida a la que cuenta Gloria Quero, una mujer de 44 años que todavía lleva puesto este método anticonceptivo. “Lo tengo desde febrero de 2006 pero estoy haciéndome pruebas para que me lo quiten”, explica vía telefónica. “Al principio fueron dolores cervicales que yo relacioné con mi trabajo en el campo. Con el tiempo, llegaron los problemas digestivos, las malas digestiones, los vómitos, los dolores musculares, los problemas de ansiedad y de estrés, la sequedad en los ojos, las infecciones vaginales y de orina todos los meses”, relata. “Me encontraba mal pero nunca lo relacioné con el Essure. Son tantas cosas diferentes que no te cuestionas que un método anticonceptivo pueda estar detrás de todo lo que te pasa”, explica Gloria.
“Como con todos los aparatos y dispositivos médicos, Essure fue aprobado con menos exigencias que los habituales para medicamentos”, denuncia Gervás. Así lo corrobora el doctor Julio Novoa, obstetra que trabaja en el Meharry Medical College de El Paso (Texas), y uno de los mayores activistas contra el método Essure de los Estados Unidos.
«En el caso del dispositivo Essure, los estudios clínicos y pivotales fueron los tipos de estudio más débiles que se podrían haber hecho. Los estudios clínicos y fundamentales utilizados para obtener la aprobación previa del mercado se basaron en dos estudios no aleatorios, no ciegos, sin un grupo de control en los que se inscribieron un total de 926 mujeres. Aunque fueron estudios prospectivos, un número significativo de pacientes fueron retiradas del estudio o se perdieron en el seguimiento, lo que afectó a la evaluación de la seguridad y la eficacia. Gran parte de los datos también se basaron en encuestas telefónicas en lugar de un examen físico del paciente en un entorno estandarizado por un médico”, denuncia Novoa.
Bayer, la compañía encargada de su comercialización, se defiende argumentando que “se han realizado estudios científicos con Essure –incluyendo los estudios clínicos y post-autorización– en los que han participado más de 14.000 mujeres”. La firma asegura que “los estudios de seguridad a 5 años (post-autorización) de Essure no desmuestran ningún problema de seguridad nuevo o una mayor incidencia de los problemas ya conocidos”.
A todos los efectos secundarios para la salud de las mujeres que rodean al método también hay que añadir los que conlleva la mala praxis a la hora de colocar el dispositivo. Entre ellos, las migraciones de los Essure fuera de las trompas de falopio o la perforación tubárica.
“Cuando me hicieron las pruebas necesarias, descubrieron que tenía mis Essures migrados al útero. De 12 anillos que tiene el dispositivo tenía 10 de uno y 8 de otro migrados al útero.Y a pesar de eso los médicos me decían que no estaba comprobado que fuera el Essure lo que me provocaba todo ese dolor”, se lamenta Lourdes.
En el caso de Carolina, sus dispositivos viajaron un poco más lejos. “Al hacerme una radiografía se dieron cuenta de que llevaba puestos 3 implantes y no 2. A mí nadie me había avisado de eso, aunque según el prospecto, no pasa nada porque se coloquen más de 2 dispositivos”, explica Carolina. Sin embargo, en su caso uno de los muelles viajó al intestino y acabó alojado allí. “Cada vez que estornudaba me lo clavaba. De ahí venían la sangre en las heces y en la orina”, cuenta la afectada.
También se han dado casos de mujeres que han sufrido perforación tubárica de las trompas.
“Uno de los aspectos del Essure que más me incomodaban, pero nunca le di importancia hasta que empezaron a presentarse problemas, fue que el método actúa provocando una inflamación que conlleva una destrucción del tejido de la trompa”, explica Enriqueta Barranco. “Y en ese proceso muchas veces el tejido de la trompa se ve perforado por el dispositivo. No solo al insertarlo, si no se tiene la pericia adecuada, sino también en el proceso de destrucción del tejido intratubárico. Es un método agresivo por su propia manera de comportarse dentro de la trompa pero también por su propio mecanismo de inserción. Y cuando lo pone una persona que no está entrenada, no es tan fácil”, resume Barranco.
Todo esto provoca que Essure presente hasta 10 veces más riesgo de reoperación por problemas en la colocación del dispositivo que la ligadura de trompas, tal como señalaba un estudio publicado por el British Medical Journal en 2015.
Y en la mayoría de las ocasiones, las operaciones son la única solución para acabar con el sufrimiento de las pacientes. “Yo salí de la operación y todos los dolores se me quitaron”, explica Lourdes. “Mi hija me lo dice: ‘Mamá pareces otra persona’”, cuenta la paciente. “Me lo puse cuando mi hija tenía 4 años y ella no me ha conocido bien”.
“En septiembre del año pasado conseguí que me operaran. Salí del quirófano y no me ha vuelto a doler el estómago, ni las caderas. Incluso he engordado porque puedo comer de todo”, explica Carolina. “He recuperado mi vida porque, al final, el dolor condiciona la manera en la que vives”, mantiene.
Desde el primer momento de su comercialización, la compañía farmacéutica se ha afanado en usar su supuesta efectividad como gancho publicitario. Si echas un vistazo a la página web del dispositivo, lo primero que descubres es un banner que enuncia una de las principales ventajas del Essure. “Essure tiene más del 99% de efectividad a la hora de prevenir embarazos”. Una afirmación con la que los más críticos al dispositivo están muy poco de acuerdo.
“Aunque se presenta como un método casi 100% efectivo, hay dudas sobre su eficacia”, explican los doctores Juan Gervás y Mercedes Pérez-Fernández. Esas dudas quedaron reflejadas en un estudio científico publicado en Contraception Journal en el que se comparaba la tasa de embarazos en pacientes con Essure y con ligadura de trompas. Y el resultado desvelaba que la cifra de embarazos era hasta 10 veces más alta en el caso de los muelles.
¿Por qué se sigue implantando un anticonceptivo que provoca daños constantes y que ni siquiera da lo que promete? ¿Por qué nadie advierte en consulta sobre su verdadera naturaleza?
“En los últimos 5 años, ha habido un cambio fundamental en la opinión pública, así como en las prácticas de los médicos con respecto a la cantidad de dispositivos Essure que se colocan en los Estados Unidos y en todo el mundo”, explica Julio Novoa. Un despertar que se ha traducido en varias acciones clave.
La primera: el etiquetado “Black Box” por parte de la FDA estadounidense. “En 2016 la FDA impuso una advertencia de daño graves y elaboró un listado acerca de posibles daños que la mujer debe completar antes de dar su consentimiento”, explican el doctor Gervás y la doctora Pérez-Fernández.
Tras la presión de las organizaciones y la sociedad civil estadounidense se consiguió que a principios de 2016 la FDA obligara a Bayer a realizar un ensayo clínico a largo plazo sobre la seguridad, eficacia y reacciones de autoinmunidad del dispositivo. A eso hay que sumar que las demandas contra Bayer a raíz de la intervención de la activista Erin Brockovich no hayan dejado de subir. “Una revisión de los informes financieros anuales ha demostrado que Bayer ha gastado hasta el momento al menos 415 millones de dólares en la defensa legal del dispositivo Essure”, resume el doctor Novoa.
Fuera de Estados Unidos, Essure ha sido prohibido en Brasil por el órgano regulador ANVISA debido al número significativo de complicaciones y fallos del dispositivo. “Y Holanda, uno de los países que más activamente promovió el uso del Essure en sus inicios, se ha convertido en una de las zonas del mundo donde menos dispositivos se colocan actualmente”, explica Julio Novoa.
Desde marzo de 2016 los médicos deben informar en España a las pacientes acerca de los posibles efectos adversos del Essure y del protocolo de retirada del cuerpo del dispositivo. “Además, recientemente la SEGO ha completado la información relativa a Essure tanto para usuarias como para los profesionales médicos”, cuentan desde Bayer.
Sin embargo, las afectadas denuncian que no es suficiente.
“La última chica de la Plataforma Libres de Essure se lo puso el 17 de enero y le dijeron exactamente lo mismo que a mí cuando me lo puse en 2005. Que estaba compuesto de titanio, no tenía ningún efecto secundario y no la informaron absolutamente de nada”, denuncia Carolina. “Es muy probable que muchos profesionales hayan ignorado la información de la SEGO”, opina Enriqueta.
Gloria Quero pide también que mejore el trato a las afectadas. “Si realmente vas a un sitio con un problema, te tratan bien y te hacen lo que te tienen que hacer… te vas contenta. Pero si te están haciendo la puñeta por todas partes, te están dañando y te tratan mal, entonces vas a tener un montón de mujeres muy enfadadas. Nos están tomando el pelo”, denuncia Quero.
Pero dentro del maltrato, lo peor de todo son los impedimentos que sufren quienes desean ser operadas.
“El Essure no se puede retirar. Para ello hay que extirpar las trompas de falopio”, explica Enriqueta Barranco. Aquellas que deciden poner fin a su calvario a través de la operación tienen que pasar por un doble trauma: la extirpación de parte de sus órganos reproductivos y el cuestionamiento de sus síntomas. “No estoy de acuerdo con que me digan, ‘si quieres operarte yo te opero’”, añade Gloria. “Y que luego me hagan firmar un consentimiento en el que parece que me opero porque quiero y no porque me está haciendo daño el método y no me encuentro bien”, se lamenta.
Con todo esto, cada vez son más las voces que abogan por la prohibición de este método. “Los muelles Essure no se deberion aprobar, nunca se debieron utilizar y se deberían retirar del mercado cuanto antes”, afirman sin ambages los doctores Gervás y Pérez-Fernández. En esa línea se mueve una campaña de Change.org iniciada hace tiempo por parte de la Asociación Española de Afectadas por Essure, que pide la prohibición total del método en España.
Y mientras eso ocurre, las afectadas solo quieren que todo esto acabe. Lourdes y Carolina ya han sido operadas y Gloria está a la espera de su operación. “Estoy deseando verme bien, como me cuentan otras compañeras”, dice. “Sus historias me dan ánimo e ilusión de que todo, al final, va a salir bien”.
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