Hasta hace poco, Georgina Ford llevaba una vida propia de cualquier persona de su edad. De lunes a viernes estudiaba derecho en la Universidad de Exeter. Los fines de semana salía de fiesta con amigas. Pero en abril de 2021 su salud comenzó a resentirse. La joven de 20 años empezó a desarrollar tos “asfixiante” y a sentir una quemazón persistente en la zona del esófago y pecho. Al acudir al médico, le preguntaron por sus hábitos nocturnos. “Me preguntaron si bebía mucho y les dije que sí, así que me recetaron unas pastillas contra la acidez y el reflujo estomacal”, explica la joven.
Aquel fue el primero de varios diagnósticos fallidos que podrían costarle la vida a Georgina.
Al principio Georgina no sospechó de la interpretación de su médico. Sin embargo, pasaban los días y los síntomas persistían. Incluso usando las tabletas que le habían recitado. La joven incluso se tomó unos días libres y viajó hasta la casa familiar para tratar de recuperarse. Aunque no bebió nada de alcohol durante esa estadía lejos del ambiente universitario, sus sintómas no remitieron.
Cuando informó de que las pastillas no estaban ayudando a mejor su estado de salud, los médicos atribuyeron su malestar a un dolor de espalda que hacía tiempo que arrastraba. De ahí surgió un nuevo diagnóstico: “Espasmos musculares”. Desgraciadamente, erróneo otra vez.
Tal y como explica Georgina en una entrevista para Kennedy News, su síntoma principal era la tos que arrastraba desde el principio. Una tos tan severa que le quitaba el aliento y la hacía vomitar. “Ahí fue cuando comencé a perder peso porque no tenía ganas ni de comer”, relata Georgina.
Sin embargo, a pesar de que su estado era cada vez peor, los médicos seguían sin alarmarse. “Fui a mi médico de cabecera varias veces. Cada vez que intentábamos algo nuevo y no funcionaba, volvía atrás e intentábamos otra cosa”, cuenta Ford. Llegaron incluso a decirle incluso que todo aquello estaba en su cabeza y que en realidad no estaba enferma en absoluto. “No puedo creer que esté teniendo tantos síntomas graves y todo esté en mi cabeza”, les respondió.
Ford llegó a un punto en el que decidió acudir a emergencias. Su tos había empeorado tanto que le costaba caminar largas distancias o subir escaleras. Incluso comenzó a toser sangre. En esa exploración le hicieron radiografías. Y auque los examinadores encontraron “manchas” en sus pulmones, los médicos le aseguraron que no era “nada que amenazara la vida” y le dieron cita para ver a un especialista respiratorio a tres meses vista.
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El diagnóstico de la verdad: carcinoma
Ford no llegó a esperar esos tres meses. Su estado de salud seguía empeorando. Había perdido 10 kilos en cuestión de pocas semanas. Así que Ford reservó una cita con un médico privado en noviembre de 2021. Ahí fue cuando llegó el golpe de realidad: a Georgina le diagnosticaron carcinoma de células renales papilares (PRCC), un tipo de cáncer de riñón. Pero la verdadera mala noticia llegó cuando le dijeron que el cáncer se había extendido a sus pulmones, hígado, ganglios linfáticos y huesos. “Ahí fue cuando también me dijeron que era incurable”, explica Ford.
El cáncer de células renales es el tipo más común de cáncer de riñón en adultos. El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos estima que este año se diagnosticarán alrededor de 79.000 nuevos casos de cáncer de riñón en el país. En el caso del PRCC, que afecta mayoritariamente a mayores de 55 años, afecta al 15 % de los pacientes con cáncer de riñón y provoca síntomas que incluyen dolor en los costados, pérdida de peso, fiebre y sangre en la orina.
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Actualmente, Georgina Ford está recibiendo inmunoterapia, que incluye la toma de tabletas diarias (vitaminas) y tratamiento intravenoso. Además, usa una máquina de oxígeno por la noche que la ayuda a respirar y cada vez que sale de casa lleva consigo tanques de oxígeno portátiles.
“Literalmente ha puesto mi vida patas arriba. Pasé de ser una estudiante universitaria a tiempo completo a estar en el hospital como paciente de cáncer en unas pocas semanas. Fue simplemente increíble», explica con cierta positividad.
Ford asegura que quiere llevar una vida normal y retomar su carrera en septiembre. Y aunque tenga un espíritu muy luchador, no puede evitar preguntarse si su pronóstico hubiera sido diferente si los médicos hubieran detectado la enfermedad antes y no hubiese tenido dos diagnósticos erróneos. Mientras, la joven ha lanzado una campaña de recaudación de fondos a través de GoFundMe para ayudar a dos organizaciones benéficas dedicadas a luchar contra la PRCC.
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