¿Gastro… qué? Gastrosexuales. A veces las nuevas masculinidades se empeñan en alcanzar desesperadamente la igualdad de género. Y mientras, tropezamos una y otra vez con la misma piedra en un intento fallido de nombrar las mil y una tonterías que los hombres hacemos para acostarnos con las mujeres.
Primero fue el exceso de cremitas para dejar el cutis masculino como el culo de un bebé. Eran los famosos metrosexuales que, con David Beckham por bandera, veneraban la depilación láser y los productos de cosmética.
Luego se quiso convertir la barriga cervecera en algo erótico. Los fofisanos buscaban la excusa perfecta para elevar su grasa corporal a la categoría de oso amoroso. Encumbraron a Leonardo DiCaprio como príncipe, pero él mismo se encargó de abdicar del trono para seguir trabajando en Hollywood.
El mundo de las tendencias se mueve con frenesí cuando está sediento de nuevas víctimas y parece ser que el turno ahora es para los hombres aficionados a la cocina que logran acostarse con centenares de mujeres gracias a su arte en los fogones.
No sabemos si la cocina es la nueva guitarra para ligar, pero algo está pasando. Es cierto que el concepto “cocinillas” se quedaba corto porque siempre ha arrastrado un tufo machista. Por eso, imaginamos, se descartó para identificar a este nuevo grupo. Hombres que reivindican su lugar en el mundo desde los fogones pero lejos de los chefs profesionales. Existir, existen. Faltaba lo más importante: ponerles un nombre.
Detrás de una nueva etiqueta casi siempre hay una operación de márketing y el caso de los gastrosexuales no es una excepción.
Gastrosexual es una etiqueta que llega desde Inglaterra. La primera empresa que acuñó el término fue Pur Asia cuando en 2008 lanzó un producto de cocina asiática pensado exclusivamente para hombres. Su idea era descubrir las motivaciones de los hombres para entrar en la cocina y contrataron a Future Foundation, una empresa líder en identificar tendencias, para clasificar a su público objetivo. El resultado se resumió en un documento donde aparecía por primera vez el concepto “gastrosexual”.
En el documento se podía leer que «las mujeres aman a los hombres que cocinan. Se les presupone una sensibilidad y un cuidado por el detalle que añade erotismo a la escena».
¿Pero cómo son estos gastrosexuales? Los seductores con mandil tienen entre 25 y 40 años, profesiones liberales y un estatus social elevado. Son hombres que buscan la aprobación de su entorno y les encanta impresionar con su cocina. Esto significa mucho más que elegir los vinos más selectos o los mejores restaurantes de la ciudad. Significa arremangarse y cocinar bien con un objetivo definido: ligar.
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Los gastrosexuales dedican el tiempo que haga falta a preparar un menú original donde la ejecución y la presentación son claves. No cocinan de una manera ocasional, cocinan a diario porque reivindican la cocina como parte de su personalidad y creen que conquistando el paladar de una mujer el resto vendrá de la mano.
Hasta aquí, la teoría. Si existe una relación directa entre cocinar bien y follar más, eso ya lo tienen que contar los expertos en primera persona.
Lo que sigue es el testimonio de dos gastrosexuales de manual con sus técnicas de ligar gracias a la cocina.
Nombre: Pol
Edad: 30 años
Perfil: vive en el campo, cocina como los ángeles y no sabe qué es gastrosexual.
“No sé qué es eso. Yo creo que cocino para reafirmar un ligue más que para ligar”, nos dice. Pol defiende la maduración lenta para ablandar a las más duras porque «hay chicas con mucho carácter con las que vives en eterno conflicto y la cocina siempre desatasca cualquier problema que no se resuelve verbalmente”.
“La cocina siempre desatasca cualquier problema que no se resuelve verbalmente”.
Pol añade una nueva dimensión temporal en la conquista: “A mi me gusta cocinar con tiempo. Me gusta demostrar a la chica que no ha sido solo sexo y que la cuidaré bien”.
La elección de los platos del menú no es fija porque “para mi sorpresa las grandes conquistas con mi cocina han sido con platos muy carnívoros. No sé por qué me sigue sorprendiendo que a las mujeres les guste tanto la carne. Por ejemplo, con unas costillas de cerdo noté el frenesí de la chica sólo con el olor de la carne”.
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Despertar el instinto animal de la mujer con la carne. Pero aún hay más: “Cuando tienen la regla y se encuentran mal es cuando me lo curro más como sustituto del sexo”.
Pol entiende que la cocina sea un valor añadido para las mujeres. “Así como alguien te puede atraer porque sabe mucho de literatura, la cocina, al ser cultura, también puede ser un foco de fascinación. Realmente es un plus ser un buen cocinero. Para mi sorpresa la mayoría de tíos cocinan fatal, así que es fácil sorprender con muy poco”.
Con unas costillas de cerdo noté el frenesí de la chica sólo con el olor de la carne
Dejando de lado la cuchillada al bajo viente de la mayoría de hombres, Pol tiene razón en que últimamente existe un exhibicionismo gastronómico por parte de los hombres. ¿Un intento desesperado de querer igualar géneros? “Te diré que durante un tiempo encontraba un placer indescriptible en acostarme con mujeres que no sabían cocinar”, nos cuenta Pol. “Era una sensación un poco extraña, pero cocinar para ellas era como devolverles toda esa deuda histórica que han acumulado muchas mujeres cocinando para sus maridos. Ahora nos toca a nosotros”.
Durante un tiempo encontraba un placer indescriptible en acostarme con mujeres que no sabían cocinar.
Ya lo ves. Asombra encontrar fantasías sexuales y lucha de géneros en una charla sobre gastrosexuales. Pero Pol insiste: “Yo me he puesto la pilas y he decidido cocinar bien para la mujer que está conmigo. Y mi sorpresa ha sido ver que ahora las mujeres cocinan mucho peor que sus madres. La balanza por fin está equilibrada”. Y acaba dejando un consejo práctico para quien quiera pillarlo al vuelo: “Cocinar una sola vez, dejarlo todo patas arriba y no volver a pisar la cocina en tu vida es casi peor que no cocinar nunca”. Aviso para navegantes.
Nombre: Carlos
Edad: 27 años
Perfil: vive en Sevilla, cocina desde niño y está soltero por decisión propia.
“Para mí, cocinar siempre ha sido la puerta de entrada. No deja de ser una muestra de amor por alguien. Sea tu amiga, tu pareja o un ligue. Invitar a comer a un restaurante es fácil. Invitar a cenar a casa es un paso más. Hay mucho más cariño y dedicación. Ganas puntos seguro”.
Para Carlos, cocinar es una empresa que implica un trabajo solitario. “Aunque parezca de cajón, hay que recalcar que invitar a cenar a alguien no significa que cocinamos los dos. Prefiero mil veces cocinar solo para que todo sea una sorpresa para la chica”. Así pues los gastrosexuales no quieren ayuda, solo quieren admiración.
Carlos explica una anécdota que empezó como ‘epic fail’ gastronómico y acabó con final feliz. “Invité a una chica a mi estudio. Estaba muy nervioso y subimos al tejado. Me puse a hacer una ensalada con tomates, melocotones y mozzarella, pero en cocina 1+1+1 no siempre suman 3. Me salió una ensalada de mierda. Desastre total y encima hacía un frío de la hostia. La chica hizo el esfuerzo de probar la ensalada, pero era horrible. Mi sorpresa fue cuando me dijo que había sido muy mono y acabó cayendo”.
Carlos asume con entereza la etiqueta. “¿Por qué no? Soy gastrosexual. Me gusta cocinar y me gusta el sexo y muchas veces una cosa lleva a la otra”. Aunque explica una variante que revienta la teoría de los gastrosexuales. “Piensa que muchas veces pasa el proceso a la inversa. Me acuesto con una chica, se queda a dormir y le preparo el desayuno por la mañana. ¿Entonces qué soy? ¿Un sexualgastro? Al final es un bucle de gastro, sexo, gastro, sexo, gastro, sexo… es un no parar”, dice riendo.
Muchas veces pasa el proceso a la inversa. Me acuesto con una chica, se queda a dormir y le preparo el desayuno por la mañana. ¿Entonces qué soy?
Si faltaban datos oficiales que certificaran la existencia de los gastrosexuales como nuevo fenómeno entre los hombres, dos de las mejores escuelas de cocina de España corroboran una tendencia al alza de matriculaciones masculinas en los cursos amateurs.
En la Escuela Hofmann de Barcelona había un 37,60% de hombres matriculados en cursos de cocina en 2010. En 2016 la cifra se ha disparado hasta un 48,45%. Un 10,85% más en 6 años.
En Le Cordon Bleu de Madrid, desde la apertura de la escuela en 2011 hasta la actualidad, el número de hombres matriculados ha aumentado en un 210%. Comparando los datos con la cantidad de mujeres, los hombres representaban un 36% de las matriculaciones totales del primer año, mientras que el porcentaje actual es de un 48%.
Los dos departamentos de comunicación de las escuelas afirman que hay temáticas de cursos que los hombres ocupan casi en su totalidad como los de carne, pescado, huevos o cocina fácil. En definitiva, cursos prácticos de los cuales se saca un provecho a corto plazo.
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El otro gran termómetro oficioso para saber si la tendencia es una realidad son los portales especializados en ligar. La web Adoptauntio.es es conocida por otorgar todo el poder de selección a las mujeres. Es una criba natural que sirve para analizar los motores de búsqueda de la web y ver si la cocina es un tema que ellos promueven y ellas buscan.
En esta web las mujeres prefieren a un hombre que sepa cocinar. Así lo certifica su equipo de comunicación: “Las mujeres han empezado a incluir aptitudes relacionadas con la gastronomía en su lista de deseos. En los últimos meses han comenzado a aparecer perfiles de mujeres que demandan un gusto por la cocina”.
Si embargo, el concepto gastrosexual aún no está extendido entre los usuarios masculinos para venderse. “El término gastrosexual no se ha utilizado apenas en la web y son muy escasos los perfiles que se definen así. Sin embargo, el hashtag “comedetodo” es uno de los veinte más utilizados por los usuarios junto a la etiqueta cocina”.
Por lo que respecta a las usuarias, “las mujeres han empezado a demandar en sus perfiles el gusto por la gastronomía en los hombres, pero siempre asociado al gusto por la buena comida y no tanto a saber cocinar o no”.
Otro caso es el de Boompi, una nueva app para que las chicas añadan de forma secreta a sus amigas en los chats con chicos. En estos chats el 27% de los hombres que se registran añaden a sus intereses temas relacionados con la gastronomía (sushi, yummy, cocinar, etc).
Para su beneficio, los perfiles con estos intereses obtienen un 67% más de chats con chicas que el resto de usuarios. De todos los perfiles que se pasan entre amigas, el 47% de ellos son de usuarios con intereses en gastronomía.
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