Fósil de una tortuga. Agnès Amblàs – ICRA / Museo de la Conca Dellà
En julio de 2016 un excursionista del municipio de Coll de Nargó (España) reportó el hallazgo de un fósil extraño al Espai Dinosfera, un centro de divulgación de la paleontología. Cuando los investigadores llegaron al lugar se dieron cuenta que se trataba de los restos de una tortuga que llegó a medir en su momento lo mismo que un automóvil.
El fósil está compuesto por una parte del caparazón y una pelvis casi completa de unos 90 cm de ancho. Desde su hallazgo se ha podido saber que el animal vivió hace 83 millones de años y es un ejemplar de Leviathanochelys aenigmatica (tortuga leviatán enigmática).
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«La sorpresa fue mayúscula. Lo cierto es que no son habituales los restos de reptiles marinos en los Pirineos y menos de estas dimensiones», dijo el director de la investigación Oscar Castillo.
Si bien el fósil no está completo, gracias a las piezas encontradas se pudo estimar que la longitud total de la concha de la tortuga era de unos 3,6 metros de largos.
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La tortuga leviatán es la segunda más grande del mundo hasta ahora y es solo superada por el género Archelon, una especie encontrada en Norteamérica.
«La morfología de los fósiles también era muy curiosa, en el proceso de investigación tuvimos claro que se trataba de una nueva especie para la ciencia», añadió el paleontólogo.
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Ahora, a los investigadores del fósil les queda por determinar por qué esta tortuga tiene unas protuberancias en la parte anterior de la pelvis. Dicha característica nunca ha sido vista en otra tortuga ni terrestre, ni marina.
Las primeras hipótesis apuntan a que estas protuberancias estarían ligadas al sistema respiratorio del animal; sin embargo, no es una versión aceptada por todo el equipo de investigación.
Ilustración de la Leviathanochelys aenigmatica. Foto: Agnès Amblàs – ICRA / Museo de la Conca Dellà
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