Peyo y su dueño alguna vez compitieron en eventos equinos. Ahora pasan su tiempo haciendo rondas en un hospital francés, acompañando a pacientes terminales hasta su último día.
En el centro de cuidado paliativo del hospital de Calais, Francia, el referido como ‘Doctor Peyo’ tiene un día normal acompañando a una paciente de cáncer y su hijo de 7 años. El caballo se acurruca, asoma la cabeza y la propone como almohada.
La lógica tras la especie de terapia que hay en el hospital es ofrecer “la vida al final de la vida”; crear energía positiva para nivelar la carga de los pacientes y sus acompañantes.
Hassen Bouchakour y Peyo trabajan en una organización dedicada a la terapia llamada Les Sabots du Coeur, y presidida por científicos que estudian la habilidad del caballo para reducir la ansiedad en los pacientes.
El animal tiene tal inteligencia que enseña la habitación a la que quiere entrar parándose frente a ella y levantando una pata para señalarla.
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Peyo tiene 15 años y, según The Guardian, parece tener la capacidad para detectar cuando los humanos tienen cáncer y tumores. Por su parte, Bouchakour dice que lo deja hacer lo que quiera.
Tratando a pacientes, siempre sabe qué hacer. Y lo que hizo que los médicos del hospital se interesaran por Peyo fue notar que una vez el animal hacia su trabajo, los pacientes reducían el uso de drogas fuertes.
Hace años, mientras la pareja de humano y caballo participaban en concursos, Bouchakour se dio cuenta que una vez concluido el evento, Peyo se acercaba a alguien del público.
Empezó a sospechar que siempre elegía a alguien triste o con el espíritu decaído por alguna razón. Al parecer tenía razón. Los mismos científicos que lo estudian, después de años de investigación, creen que el cerebro del doctor equino funciona de manera única.
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