Muchas veces nos preguntamos cuáles son los secretos de la seducción. Por qué ciertas personas nos gustan desde un primer momento y otras, por mucho que lo intenten, pasan sin pena ni gloria por nuestras vidas. Qué es lo que hace que, conociendo a dos personas el mismo día, una nos caiga mejor que otra. También por qué unas relaciones parecen evolucionar de forma natural y otras cuestan un poco más. Y detrás de esas preguntas siempre revolotea otro interrogante: ¿y si existieran técnicas o trucos para gustar más a la gente?
Por suerte, la psicología del comportamiento ha estudiado estos asuntos y puede servirnos algunas pistas, prestarnos ese poco de ayuda extra capaz de inclinar la balanza… hacia nuestro lado, que de eso se trata. Porque, ¿a quién no le gusta gustar?
Estos son 12 trucos psicológicos a tener en cuenta si quieres acercarte a una persona en busca de amistad… o algo más.
Si quieres llamar la atención de alguien a quien quieres gustar, compórtate como un camaleón. Copia el comportamiento de la otra persona. La estrategia aquí es la imitación sutil.
Cuando estés hablando con él o ella, intenta reproducir su lenguaje corporal, sus gestos y sus expresiones faciales. Pero con cuidado y discreción, no vayan a creer que eres un lunático.
En 1999, un equipo de investigadores de la Universidad de Nueva York documentaron el llamado Efecto Camaleón. El efecto ocurre cuando, inconscientemente, reproducimos el comportamiento de otra persona como si fuéramos mimos. Los resultados del experimento llevado a cabo fueron concluyentes: en encuentros cara a cara con desconocidos —algunos de ellos compinchados con los investigadores para copiar a su interlocutor—, los participantes demostraron una mayor propensión a declarar que su pareja había sido de su agrado cuando esta había imitado en cierto grado su propio comportamiento.
Así que ya lo sabes: esta «mímica» te puede ayudar a lograr una buena impresión inicial en ese alguien a quien intentas gustar.
Según el efecto de la mera exposición, las personas tienden a desarrollar una preferencia por personas que viene impulsada únicamente por el hecho de que les son familiares. En psicología social, este efecto es llamado principio de familiaridad.
La cosa es tan sencilla como parece: de acuerdo a diversos estudios acerca de la atracción interpersonal, cuanto más vista ha sido una persona por alguien, más agradable y simpática parece ser ésta. Incluso cuando no ha llegado a haber interacción entre las partes. Es tan sencillo como dejarte ver.
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A todo el mundo nos gusta que nos regalen los oídos. Y un buen piropo puede hacer más por tu amistad o tu futura relación amorosa que horas y horas de charla.
Esto se debe a que, cuando decimos un cumplido, la gente instintivamente asocia los calificativos que tú usas para referirte a otra persona con tu propia personalidad. Si describes a alguien como genuino, amable y cálido, la gente tiende a asociarte con esas cualidades. A este efecto se le llama transferencia espontánea de rasgos. Pero cuidado: esa transferencia funciona también en el otro sentido. O sea, si hablas mal constantemente de alguien a las espaldas, la gente de tu entorno empezará a asociar esas cualidades negativas contigo.
Lo siento, nadie te querrá si te pegas el día de morros. No estoy siendo cruel, es una realidad. Lo dice la ciencia. Y la culpa es del contagio emocional.
De acuerdo a diversos estudios, la gente es capaz de sentir de una forma inconsciente las emociones de quienes le rodean. Si tu estás de buen humor, contribuirás al buen humor de la gente con la que compartes entorno, de una manera casi involuntaria. Y eso, ya lo sabemos, es una baza a tu favor para gustar. Por el contrario, si tienes una nube negra sobre tu cabeza… la nube se extenderá irremediablemente a tu alrededor.
La explicación científica detrás de esta afirmación es lo que en sociología y en la teoría de redes sociales se conoce como «cierre triádico». Eso significa algo tan sencillo como que dos personas tienen más posibilidades de intimar si tienen un amigo en común. Vamos, la típica confianza que da el amigo-de-amigo en Facebook. Si es amigo de tu amigo hay menos posibilidades de que ese desconocido sea un asesino en serie, piensa tu cerebro. Y se lanza a lo loco a conocer a esa persona.
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Eh, eh, eh… Nos estamos contradiciendo. En el punto 3 de estas lista habrás leído que viene bien hacer cumplidos, por aquello de la transferencia espontánea de rasgos. Ahora te decimos que no… ¿En qué quedamos? La clave es hacer cumplidos pero no demasiado a menudo.
Es una cuestión de medida que tiene que ver con la llamada teoría de pérdidas y ganancias de la atracción interpersonal. Un nombre muy bonito que significa algo tan simple como que tus comentarios positivos harán más impacto si los haces solo ocasionalmente.
Conclusión: a pesar de que pueda parecer contrario a la intuición, trata de lisonjear a quienes te gustan menos a menudo. Cuando lo hagas lo agradecerán aún más.
Llámalo la simpatía de la torpeza. Caemos mejor si demostramos que somos vulnerables y cometemos errores. Pero solo a veces y si la otra persona sabe que por lo general eres una persona competente.
Se conoce como efecto pratfall —algo así como efecto «metedura de pata» o de «caída intencional»— y se descubrió por primera vez con un sencillo experimento. El investigador Elliot Aronson pidió a estudiantes de sexo masculino que escucharan y evaluaran grabaciones de personas haciendo un quiz, una prueba de preguntas. Cuando a la gente le fue bien en esa prueba, pero se derramó café —intencionadamente— al final de la entrevista, los estudiantes los calificaron más alto en simpatía que cuando hicieron bien la prueba y no se derramó el café o no hicieron bien la prueba y se derramó el café.
Se conoce como tacto subliminal y se produce cuando una persona toca a otra de manera tan sutil que apenas se nota. Un pequeño toquecito en la espalda, una caricia en el brazo o un roce en el hombro hace que esa persona se sienta más cercana a ti. Así que ya sabes, a tocar sin miedo.
En Subliminal: How Your Unconscious Mind Rules Your Behavior, Leonard Mlodinow explica un estudio realizado en Francia en el que hombres jóvenes emplazados en las esquinas de las calles debían tratar de entablar una conversación con mujeres que pasaban por allí. Su porcentaje de éxito se duplicó cuando tocaban ligeramente el brazo de sus interlocutoras a la vez que hablaban.
Suena un poco enrevesado, pero se conoce como teoría de la auto-verificación. De manera instintiva nos gusta que la gente nos perciba de una manera similar a como nos vemos a nosotros mismos.
En una serie de experimentos conducidos en las universidades de Standford y Arizona, se comprobó que las personas con pensamientos negativos hacia sí mismas preferían interactuar con gente que tenía una opinión crítica, mientras que aquellos con una autoestima alta preferían a gente que tenía una buena opinión de ellos.
Aprende a leer a los demás, y tendrás mucho terreno ganado.
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Se conoce como auto-revelación y es una de las mejores técnicas a la hora de construir las relaciones. Consiste, básicamente, en hacer partícipe a la otra persona de secretos o datos íntimos para que esa persona a su vez se abra y se cree un vínculo.
Puedes probar esta técnica cuando conozcas a alguien por primera vez. Puedes empezar preguntando cuál es su película preferida o cómo fue su último viaje, para pasar poco a poco a preguntas más personales sobre relaciones familiares, seres queridos, traumas, complejos… Aunque te parezca extraño, no eres un cotilla. Solo estas construyendo relaciones humanas satisfactorias y es probable que esa persona confíe en ti en un futuro.
Hay estudios que demuestran que cuanto más personales son las preguntas, mayor es la sensación de cercanía. Y eso es lo que tú buscas, acercarte a esa persona.
Los psicólogos hablan de lo que llama ‘la reciprocidad del gustar’ en la atracción interpersonal. Cuando pensamos que gustamos a alguien, tendemos a que esa persona nos guste también.
Existen numerosos estudios que han profundizado en el efecto. Por ejemplo, en este experimento, a cada individuo participante en un debate grupal se le dijo quiénes otras de las personas participantes habían dicho que el o ella, el participante en cuestión, le gustaba. Tras el debate, cada participante debía indicar quiénes de sus interlocutores le habían gustado más. La mayoría tendía a señalar como gente de su gusto a aquellos que supuestamente habían declarado previamente su agrado por esa persona.
Así que ya sabes. Si quieres gustar a alguien, deja que se te note que ese alguien te gusta.
Si estás frente a tu futuro mejor amigo o pareja, deja que se expresen, dales espacio en la conversación y las cosas funcionarán mejor.
Investigadores de Harvard descubrieron recientemente que hablar de uno mismo puede ser intrínsecamente gratificante de la misma manera que lo es pegarse una buena comida, el dinero o una buena sesión de sexo. Las áreas cerebrales relacionadas con la motivación y la recompensa se activan cuando compartimos información sobre nosotros mismos, incluso cuando nadie está escuchando…
Dejar que alguien comparte una o dos historias sobre su vida en vez de hablar tú todo el rato sobre la tuya podría acarrear consecuencias muy positivas en la interacción.
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