Todos saben que María Corina Machado ha sido la mujer que asumió el liderazgo de la oposición en esta campaña presidencial que busca sacar a Nicolás Maduro del poder.
Esta opositora fue inhabilitada como candidata pero ella es la responsable de despertar o mantener un sentimiento de esperanza de cambio en millones de venezolanos.
Las complejas circunstancias políticas que vive su país la sacaron de esta contienda en donde las encuestas la daban como una clara ganadora de las elecciones.
Aunque no aparecerá en el tarjetón, ella le endosó su capital político y muchos creen que ‘ungió’ a Edmundo González para que enfrentará a Maduro en las urnas el próximo domingo.
Machado se ganó el cariño de la gente y las multitudinarias concentraciones de campaña así lo confirman. A sus 56 años ha recorrido todo el país elevando la bandera del cambio tras 25 años de gobiernos chavistas.
Los venezolanos también se han decepcionado de la dirigencia opositora tradicional, pero han visto en ella una mujer coherente en sus posturas.
María Corina Machado estudió ingeniería y es madre de tres hijos. Su historia en la política inició en el año 2002 cuando creó la organización Súmate con la que esperaba revocar el mandato de Hugo Chávez a través de un referendo.
Su reconocimiento en esa campaña para sacar al entonces presidente le permitió llegar al parlamento en donde se enfrentó en varias oportunidades al mandatario.
«Expropiar es robar», le dijo a Chávez en su rendición anual de cuentas ante el Parlamento en 2012.
«Le sugiero que gane las primarias porque está fuera de ranking para debatir conmigo. Águila no caza moscas», le contestó el mandatario.
Machado no desfalleció y una década después se convirtió en la candidata de la Mesa de la Unidad Democrática. Sin embargo, quedó tercera en unas primarias que llevaron a Enrique Capriles a enfrentar a Chávez.
Los expertos aseguran que ella es todo un fenómeno político similar al que tuvo el propio líder natural del chavismo antes de morir.
En octubre de 2023 se consolidó como líder de la oposición al arrasar en las primarias para ser la candidata que se enfrentará Maduro. Su liderazgo político en la oposición fue de tal magnitud que acaparó más del 90% de casi 3 millones de votos.
Pero su candidatura presidencial se frustro por una inhabilidad política por 15 años que la Corte Suprema ratificó en medio de las negociaciones entre el gobierno, la oposición y Estados Unidos.
De esta forma, Edmundo González Urrutia la representará en la tarjeta electoral luego de que fuera inscrito en el último minuto tras el veto a otras opciones de la oposición.
Es un hecho que Machado no estará en los tarjetones pero ella es el rostro de la campaña de la oposición.
Durante los últimos meses ha recorrido el país en un vehículo porque el chavismo no le permite abordar un avión. Y en cada parada la reciben multitudes entusiastas.
«Es nuestra libertadora…Es nuestra esperanza, nuestra libertad», dijeron Trina Rosales y su hija Michelle luego de una masiva caravana en San Cristóbal (estado Táchira).
Es así como con su carisma saluda a todo aquel que le busca su mano para estrecharla. Termina con moretones en los brazos y con las manos adoloridas. Su rutina en los últimos meses se caracterizó por sus efusivos discursos, por alzar niños, abrazar ancianos, pero sobre todo por hablar de esperanza y de reencuentro.
«Vamos a lograr la liberación de nuestro país, vamos a traer a nuestros hijos de vuelta a casa», dijo Machado junto a González en el lanzamiento oficial de la campaña en Caracas.
Unos 7 millones de venezolanos emigraron desde 2014 en medio de la crisis. Es una realidad que le toca directamente: sus hijos -Ana Corina, Henrique y Ricardo- viven fuera y ella tiene prohibido salir del país.
Maduro arremete a menudo contra Machado porque se convirtió en una figura amenazante para el poder que ostenta desde hace más de una década.
El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, también suele mofarla con nombres como «María con ira» o «La sayona», un ánima del folklore venezolano que, como la dirigente, es de tez blanca y cabello negro y liso.
También la acusan de «lacaya» de Estados Unidos por defender una economía de libre mercado y plantear la privatización de Petróleos de Venezuela (PDVSA), principal fuente de ingresos del país.
Su eslogan «hasta el final» se ha convertido en su mantra y ella está segura de que la oposición saldrá triunfante en estas elecciones y promete «cobrar» hasta el último voto.
Los comicios del próximo domingo sin duda están marcados por la incertidumbre, el miedo y la expectativa de lo que pasará en las urnas. Lo cierto es que ella enarboló la bandera del cambio con el que sueñan millones de venezolanos y se convirtió en el alma de una campaña que como nunca había retado a Maduro en el poder.
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