El pensamiento es una fuerza que asumimos como extraña, pero al final nos pertenece. Incluso si no sabemos dominarla. Analizamos y reflexionamos sobre lo que pensamos y… Justamente eso origina este artículo.
Siempre se nos dijo que “nada es bueno en exceso” y eso incluye al acto de pensar. Muchos tienden a hacer cosas por poca reflexión o por demasiada reflexión.
La consecuencia más palpable del ‘overthinking’, que no es más que sobre pensar demasiado, es que nos puede llevar a un espacio mental negativo.
Un buen ‘overthinker’ sabe que la evolución del fenómeno, cansa. Y siempre termina siendo una total pérdida de tiempo, de hecho, hace que pierdas el tiempo, lo que lleva a más overthinking.
Las consecuencias físicas pueden ser disruptivas para la regulación emocional y devastadora para un buen patrón del sueño.
Hay dos cosas básicas que causan que pensemos demasiado: el estrés y la ansiedad, aunque también juegan un papel importante, de existir, los problemas de autoestima y de duda respecto a la imagen propia.
Específicamente en pandemia, la distancia social ha causado más estrés y ansiedad, como respuesta natural al miedo.
Incertidumbre por el futuro, enfermedades, muerte, situación económica, etc. Todo esto puede estar llevando a muchos, sin saberlo, por el camino del overthinking.
El trauma es otro factor que puede causarlo, las personas que lo han experimentado son más vulnerables. Por ejemplo, sufrir de abuso en la niñez, de cualquier tipo, puede alterar el cerebro de un individuo para mantenerlo en constante estado de vigilancia.
También las personas con tendencias obsesivas o de personalidades perfeccionistas pueden inclinarse hacia esta actividad.
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Conociendo las raíces, es momento de evaluar las estrategias que pueden usarse para ‘combatir’ el descarrilamiento de nuestra propia mente, empezando por lo más básico.
La meditación ha demostrado ser de ayuda para establecer una mejoría en el estado psicológico de cualquier persona, no son charlatanerías.
Mejora la memoria, la concentración, la autorregulación emocional y de manera segura reduce el estrés. Todo su fundamento se basa en estar presente en el momento.
La técnica de la meditación también ayuda a reconocer los pensamientos y ‘controlarlos’, si se practica, algunos llegan a decidir conscientemente en qué quieren pensar y en qué no.
En el mismo sentido, los ejercicios de respiración ayudan, ya que concentrándonos en respirar, bajamos el ritmo de nuestro corazón, por ende, calmamos la mente.
Si de conciencia se trata, la clave es reconocerse, por eso a muchos les sirve llevar un diario, identificar patrones de pensamiento y así, poder llegar a modificarlos.
Cuando cobramos esa conciencia sobre el pensamiento propio, entendemos que solemos imaginar los peores escenarios de situaciones, entendemos que estamos haciendo overthinking.
La técnica de cambiar el curso del pensamiento se trata de eso, ‘voltear’ la situación e imaginar, si ese es el caso, todos los escenarios en que las cosas pueden salir bien.
Jugar con nuestro cerebro, de cierta manera, es útil, por eso distraernos es una buena herramienta, ocupándonos en una tarea productiva.
Finalmente, como con el overthinking viene mucho arrepentimiento, tantas veces, lo mejor que se puedes hacer es enumerar mentalmente todo lo bueno que tenemos/vivimos y agradecerlo.
Si tenemos una ‘vocecita’ diciéndonos cómo estamos mal, no hay que callarla, sino entender que no tenemos el control sobre todo lo que pasa, pero sí que dominamos nuestras acciones y qué podemos hacer para mejorar cualquier situación.
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