Hace justo un mes la asociación feminista Osez le Féminisme presentó una demanda ante un tribunal laboral de París contra la productora Endemol Production, dueña y encargada de Miss Francia. Consideraban que el concurso de belleza explotaba a las mujeres participantes, “que repiten e interpretan cada año un espectáculo sexista, discriminatorio y lucrativo, generando millones de euros de beneficios, y todo ello violando el derecho laboral”.
Históricamente, todos los movimientos en defensa de los derechos de las mujeres han señalado la objetualización a la que se somete a las candidatas a misses en cualquier parte del mundo. También que como requisitos se las exija medir más de 1,70 metros, no tener tatuajes o piercings y no estar casadas ni tampoco tener hijos. Pero Osez le Féminisme iba un paso más allá: consideraban que el concurso de belleza era ilegal además de discriminatorio.
Solo cuatro semanas después, el concurso ha anunciado ahora que las 29 misses que participarán en la final de Miss Francia tendrán un contrato de trabajo y un sueldo. Por primera vez desde 1919, año que nació Miss Francia, se reconocerá formalmente que existe una relación laboral entre las concursantes y la empresa.
A pesar de que Alexia Laroche-Joubert, directora de Miss Francia, afirma que llevaba tiempo trabajando para que ese contrato fuera una realidad, parece innegable que las demandas feministas de octubre han tenido que ver en el anuncio. “Miss France es un concurso, pero también una emisión de televisión. Eso tendrá consecuencias artísticas y jurídicas”, explicaba al presentar el programa que tendrá lugar el próximo 11 de diciembre.
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Aunque lo consideran un pequeño avance, Osez le Féminisme piensa seguir adelante con su demanda. En su opinión, el anuncio de este contrato laboral es “ampliamente insuficiente”. El motivo: no elimina las discriminaciones sexistas a las que son sometidas las concursantes, como establece la legislación francesa para cualquier relación laboral. Para la organización feminista el concurso seguirá siendo “un símbolo que representa todas las imposiciones sobre la apariencia pública de las mujeres”.
Su empeño también reside en la importancia que aun sigue teniendo Miss Francia en el país. Si en otros lugares del mundo apenas hay un seguimiento del concurso, en Francia las cifras avalan su popularidad. El año pasado la emisión de la final por televisión fue seguida por más de ocho millones y medio de espectadores, con una cuota de pantalla de 41,5%.
Por su parte, la productora del concurso no ha tardado en pronunciarse de vuelta sobre la insistencia de las feministas. Según publica el medio Le Parisien, consideran que “los grupos feministas tienen una mirada condescendiente sobre un programa popular y amable”. También que “quieren matar Miss Francia”. Aunque la organizadora sí cree que existe un espacio de diálogo. “Puede que sean necesarias discusiones sobre el término jurídico de soltera”, señaló. “También hemos sido demasiado restrictivos en cuanto a los tatuajes, pero son temas que tenemos que discutir con los comités regionales».
Por el momento, ya hay fecha para una primera “audiencia de conciliación” entre ambas partes ante el tribunal laboral de Bobigny, en París, el 1 de diciembre.
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Las demandas fueron presentadas por 13 estados por separado.