La Iglesia Católica prepara el cónclave para elegir a un nuevo papa luego del funeral de Francisco. Foto: AFP
La Iglesia Católica se prepara para las exequias del papa Francisco y para iniciar el cónclave que elegirá al nuevo pontífice que escribirá un nuevo capítulo de su larga historia.
El papado de Jorge Mario Bergoglio ha sido completamente único de principio a fin.
El Vaticano certificó que el sumo pontífice murió por un derrame cerebral que le causó un coma y un fallo cardio circulatorio.
A sus 88 años, el papa Francisco murió luego de un pontificado de 12 años en el que intentó reformar la Iglesia.
Desde su elección en 2013, Francisco se caracterizó por romper las tradiciones y dejar los lujos para mostrar que la Iglesia debía ser «pobre y para los pobres».
El papa argentino no quiso vivir en el Palacio Apostólico sino en un cuarto sencillo en la residencia de Santa Marta, en donde falleció el 21 de abril.
Su última voluntad también será un reflejo de la sencillez y la humildad, ya que en su testamento pidió ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor y no en las criptas del Vaticano.
«El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus», escribió el papa en su testamento divulgado tras su muerte.
Curiosamente, a pocos metros en donde estará su tumba se encuentra la embajada de Argentina en Roma, por lo que Francisco descansará cerca de un pedacito de su país natal.
Además, impulsó algunos cambios y pidió ser enterrado en un único ataúd de madera y zinc, a diferencia de sus predecesores, que eran sepultados en tres ataúdes: ciprés, plomo y roble.
Las exequias del papa se realizarán el sábado 26 de abril. Sin embargo, su féretro será traslado a la Basílica de San Pedro para quedar expuesto en cámara ardiente y luego se oficiará la misa de su funeral.
De esta forma, Francisco luego será sepultado en la basílica de Santa María la Mayor.
Los cardenales de la Iglesia Católica han sido convocados a Roma para participar de las exequias de Francisco y participar del cónclave que elegirá a su sucesor.
Este ritual tiene varios siglos de antigüedad y se ha caracterizado por su secretismo y simbolismo.
Los 135 cardenales electores, menores de 80 años, se hospedarán en la residencia de Santa Marta durante el cónclave y elegirán al papa 267° desde la Capilla Sixtina.
Bajo la bóveda pintada por Miguel Ángel, los cardenales prestan juramento con la mano sobre el Evangelio.
Este proceso se realizará a puerta cerrada y con completo hermetismo, por lo que los prelados no tendrán comunicación con el exterior.
Sin embargo, las autoridades del Vaticano se enfrentan a un enorme reto de seguridad para mantener el secretismo en este cónclave.
El avance de la tecnología como la inteligencia artificial, los drones, micrófonos diminutos y las redes sociales podrían interferir esta elección.
Ver más:El cónclave: qué es y cómo funciona el ritual secreto que elegirá al sucesor del Papa Francisco
En la mañana del primer día, los cardenales participarán de una misa solemne en la Basílica de San Pedro.
Por la tarde, se reunirán en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico y entrarán en procesión hacia la Capilla Sixtina invocando la asistencia del Espíritu Santo.
Por sorteo, tres cardenales serán designados «escrutadores», otros tres «infirmarii» como encargados de recoger el voto de los cardenales enfermos y tres más como revisores para comprobar el recuento.
Sentados juntos, los cardenales reciben papeletas rectangulares con la inscripción «Eligo in Summum Pontificem» («Elijo como Sumo Pontífice») en la parte superior, con un espacio en blanco debajo.
Los cardenales escribirán el nombre de su candidato a mano, y doblarán la papeleta. En teoría, está prohibido votarse a uno mismo.
Cada cardenal se dirige por turnos al altar, sosteniendo su papeleta en el aire para que sea bien visible y pronuncia en voz alta el siguiente juramento en latín: «Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido».
De esta forma, el prelado depositará su papeleta en un plato y la deslizará en la urna frente a los escrutadores, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio.
Los cardenales cuyo estado de salud o edad avanzada les impide acercarse al altar entregan su voto a un escrutador, que lo deposita en la urna en su lugar.
Una vez recogidas todas las papeletas, un escrutador agita la urna para mezclarlas, las transfiere a un segundo recipiente y luego otro los cuenta.
Dos escrutadores anotan los nombres, mientras que un tercero los lee en voz alta y perfora las papeletas con una aguja en el punto en el que se encuentra la palabra «Eligo».
Si ningún cardenal obtiene dos tercios de votos, los electores procederán a una nueva votación. Salvo el primer día, se prevén dos votaciones para la mañana y dos para la tarde hasta la proclamación de un nuevo papa.
Las papeletas y las notas tomadas por los cardenales se quemarán en una estufa cada dos rondas de votación.
La chimenea, visible por los fieles desde la plaza de San Pedro, expulsa humo negro si no se logró elegir a ningún papá y una fumata blanca en caso de una elección.
En caso de que un cardenal sea elegido deberá responder a dos preguntas del decano «¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?» y «¿Cómo quieres ser llamado?».
Si responde afirmativamente a la primera, se convierte en papa y obispo de Roma.
Uno por uno, los cardinales expresan un gesto de respeto y obediencia al nuevo sumo pontífice antes de anunciarlo al mundo.
De esta forma, el cardenal protodiácono saldrá al balcón de la basílica de San Pedro y anunciará «Habemus papam».
Y así el mundo conocerá al nuevo jerarca de la Iglesia Católica que pronunciará sus primeras palabras e impartirá la bendición «urbi et orbi».
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