Ndakasi era huérfana. Cuando tenía tan solo dos meses los guardabosques del Parque Nacional de Virunga la encontraron aferrada al cuerpo de su madre sin vida
En 2019, el mundo entero conoció a Ndakasi gracias a un selfie disparado por uno de sus cuidadores. Ndakasi y su compañera Ndeze aparecían mirando directamente a la cámara, perfectamente erguidas sobre sus patas traseras, y con una sonrisa esbozada en su cara. Hoy, con tristeza, nos toca hacer eco del anuncio de la muerte de Ndakasi.
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“La noche del 26 de septiembre, tras una enfermedad prolongada en la que su estado se deterioró rápidamente, Ndakasi tomó su último aliento en los amorosos brazos de su cuidador y amigo de toda la vida, Andre Bauma”, cuentan desde Virunga.
Bauma también ha tenido unas palabras para su amiga:
“Fue un privilegio apoyar y cuidar a una criatura tan amorosa, especialmente sabiendo el trauma que sufrió Ndakasi a una edad muy temprana. Se podría decir que se asemejó a su madre, Nyiransekuye, cuyo nombre significa ‘alguien feliz de dar la bienvenida a los demás’. Fue la naturaleza dulce y la inteligencia de Ndakasi lo que me ayudó a comprender la conexión entre los humanos y los grandes simios y por qué deberíamos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para protegerlos. Estoy orgulloso de haber llamado a Ndakasi mi amiga. La amaba como a una niña y su personalidad alegre me hacía sonreír cada vez que interactuaba con ella. Todos nosotros en Virunga la extrañaremos, pero estaremos eternamente agradecidos por la riqueza que Ndakasi trajo a nuestras vidas durante su tiempo en Senkwekwe”.
“Fue un privilegio apoyar y cuidar a una criatura tan amorosa. La amaba como a una niña y su personalidad alegre me hacía sonreír cada vez que interactuaba con ella. Estoy orgulloso de haber llamado a Ndakasi mi amiga”.
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¿Cómo llegó Ndakasi al centro?
Ndakasi nació en abril de 2007 en Congo. Cuando tenía tan solo dos meses los guardabosques del Parque Nacional de Virunga la encontraron aferrada al cuerpo de su madre sin vida. Había sido abatida a tiros por milicianos de la zona.
La cría fue rescatada y trasladada rápidamente a un centro en Goma, en la República Democrática del Congo. Allí le presentaron a Andre por primera vez. Durante toda la noche, Andre sostuvo al bebé cerca de él, manteniendo su pequeño cuerpo apretado contra su pecho para darle calor y comodidad.
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Ndakasi sobrevivió sin su madre. Sin embargo, el trauma de perder a su familia y el largo período de rehabilitación hizo que la gorila fuera demasiado vulnerable para regresar a la naturaleza.
En el mismo centro residía Ndeze, otra gorila huérfana con la que trabó una bonita amistad. Ambas fueron transferidas en 2009 al Centro Senkwekwe. Allí pasó a vivir durante más de 11 años con otros gorilas de montaña huérfanos y sus compañeros y cuidadores humanos.
Un hogar para los gorilas huérfanos
Ubicado en el Parque Nacional de Virunga, el Centro Senkwekwe es la única instalación en el mundo que se ocupa de los gorilas de montaña huérfanos. Es un santuario cerrado en el que muchos gorilas han vivido desde su infancia. Los cuidadores dedican su vida a cuidar y hacer felices a esta especie. La muerte de Ndakasi subraya la importancia de proteger a los gorilas en su hábitat natural, donde pueden alcanzar una esperanza de vida es mayor.
Aunque Ndakasi saltó a la fama en 2019 con el famoso selfie que se volvió viral en honor al Día de la Tierra, también ha aparecido en varios programas y películas, incluido el documental Virunga (disponible en Netflix), donde se la puede ver en Senkwekwe consumida en risas mientras un cuidador le hace cosquillas.
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Una lucha constante
En este documental de Orlando von Einsiedel, una historia de supervivencia que ejemplifica la labor del Parque, Ndakasi protagoniza el espíritu de Virunga. Tras las masacres de 2007, tanto de su familia como de otros gorilas, las autoridades del Congo emprendieron una amplia reforma institucional y de seguridad para evitar estas atrocidades.
Ndakasi nació en un momento en que la población mundial de gorilas de montaña era frágil y estaba en peligro crítico de extinción. Sin embargo, a lo largo de su vida, la especie ha crecido en un 47%, de 720 individuos en 2007 a un estimado de 1.063 en 2021. Esto gracias al esfuerzo de las instituciones congoñas y los centros de rehabilitación.
Tal y como explican desde el Centro Senkwekwe: “Su naturaleza lúdica fue un recordatorio para el mundo de cuánto nos identificamos con estos animales y es una de las razones por las que Andre Bauma la extrañará tanto”.
Esta tragedia nos invita a reflexionar sobre la importancia de conservar la vida salvaje, un desafío constante para los parques y reservas naturales de todo el mundo. Te invitamos a colaborar con una donación al Parque Nacional de Virunga o a hacer eco de la gran labor que tienen.
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