¿Alguien se cree el órdago de Zuckerberg?
La compañía de Mark Zuckerberg, que hace apenas cinco meses pasó de llamarse Facebook a llamarse Meta, no está pasando por un buen momento. Meta, que en griego significa “más allá”, hace referencia a llevar las redes sociales a un nuevo nivel. Y vaya si lo está haciendo…
La decepcionante presentación de resultados trimestrales de Meta ha acarreado una caída en el valor de las acciones de varios miles de millones de dólares. En parte se debe a que muchos analistas e inversores empiezan a dar por hecho que la red social Facebook ha llegado a su máximo. Por otro lado, la apuesta de Meta por el metaverso no se ve aún como una apuesta ganadora.
Para remontar el vuelo, Meta Platforms Inc. necesita seguir comerciando con nuestros datos como hasta ahora. Pero los reguladores de la Unión Europea han tomado una decisión que dificulta esa labor. ¿Su reacción? La empresa de Zuckerberg advierte en un documento presentado ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) que podría verse obligada a cerrar sus redes sociales Facebook e Instagram en Europa si no puede seguir transfiriendo, como hasta ahora, datos de usuarios europeos a EEUU.
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La decisión Schrems II
Los reguladores de la Unión Europea han estado con negociaciones interminables con los EEUU para reemplazar el pacto hasta ahora vigente de transferencia de datos transatlánticos. Ese pacto fue anulado por el Tribunal de Justicia de la UE en 2020. El fallo, conocido como la decisión Schrems II, se base en la idea de que la seguridad en el tratamiento de esos datos no está garantizada una vez son enviados a EEUU.
“Si no nos permiten transferir datos entre países y regiones en las que operamos, o si nos restringen la capacidad de compartir datos entre nuestros productos y servicios, la capacidad para proveer nuestros servicios podría verse afectada”, indicó la compañía a través del informe.
La razón fundamental de esta posible “problemática” con sus servicios es la mayor fuente de ingresos de la compañía: los anuncios online personalizados. Cuantas más restricciones de privacidad existan, menos información tienen para hacer esta personalización.
Los responsables de comunicación de Facebook han confirmado que el cierre de la red social en Europa está sobre la mesa. Aluden, además, al daño terrible que el cierre supondría para miles de pequeñas empresas y medios de comunicación.
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El fallo legislativo
En julio de 2020, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que el estándar de transferencia de datos entre la UE y EEUU no aseguraba la protección adecuada de la privacidad de los ciudadanos europeos.
De hecho, agencias de inteligencia de EEUU como la NSA pueden, teóricamente, pedir a las empresas de Internet como Facebook y Google que entreguen datos sobre un ciudadano de la UE y ese ciudadano de la UE no se daría cuenta.
Para evitar esa posibilidad, el Tribunal europeo, la máxima autoridad legal de la UE, pide restringir la forma en que las empresas estadounidenses pueden enviar datos de usuarios europeos a sus sedes.
El frente irlandés
El fallo definitivo del TJCE se produjo cuando el activista austríaco por la privacidad Max Schrems presentó una demanda a la luz de las revelaciones de Edward Snowden argumentando que la ley estadounidense no ofrecía suficiente protección contra la vigilancia por parte de las autoridades públicas. Schrems presentó la queja contra Facebook que, como muchas otras empresas, estaba transfiriendo su información y la de otros usuarios a los EEUU.
En 2020, Facebook solicitó una revisión judicial de la decisión preliminar de la Comisión de Protección de Datos de Irlanda de que la empresa podría tener que detener las transferencias de datos transatlánticas utilizando cláusulas contractuales estándar.
Un tribunal irlandés rechazó el año pasado esta revisión por parte de la red social, diciendo que no estableció “ninguna base” jurídica para cuestionar la decisión del organismo de control irlandés.
Los reguladores en Europa están redactando actualmente una nueva legislación que dictará cómo se transfieren los datos de los usuarios de los ciudadanos de la UE a través del Atlántico.
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