Estudiantes rusos están denunciando a sus maestros por mostrarse críticos con la invasión de Ucrania en sus clases
Hasta hace poco, Marina Dubrova trabajaba como maestra de inglés en la isla rusa de Sajalín. El mes pasado, Dubrova tuvo la idea de mostrarle a su grupo de octavo grado un vídeo de YouTube en el que unos niños cantan, en ruso y ucraniano, sobre “un mundo sin guerra”. No sospechaba que esa acción iba a dar pie a un comentario que podría costarle hasta 10 años de cárcel.
Dubrova ha relatado que, aquel día, un grupo de alumnas permaneció en el aula al terminar la clase. Se acercaron y le preguntaron cuál era su opinión sobre la “operación militar” de Rusia en Ucrania. La profesora mostró su postura contraria a la invasión. “Ucrania es un país distinto a Rusia, independiente”, le dijo Dubrova a las alumnas. “Ya no”, respondió una de las chicas.
La maestra se sintió incómoda con esa interacción, pero no le dio más importancia hasta que, unos días después, la policía se presentó en su escuela, ubicada en la ciudad portuaria de Korsakov. La buscaban a ella. Una de las alumnas había grabado su conversación y la había denunciado ante las autoridades.
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De momento, Dubrova ha sido castigada con una multa de 400 dólares por “desacreditar de manera pública” a las fuerzas armadas rusas. Además, ha perdido su trabajo. La escuela en la que trabajaba justificó el despido alegando “comportamiento amoral”.
Dubrova puede sentirse afortunada. Según la nueva legislación rusa que criminaliza las críticas a la guerra y la disidencia, su comentario podría derivar en penas teóricas de cárcel de entre 10 y 15 años.
Más maestros sancionados
El caso de Marina Dubrova no es un hecho aislado. Al menos cuatro profesores en todo el país se han visto en situaciones similares. El patrón es siempre el mismo: alumnos o sus padres reportan ante las autoridades afirmaciones contra la guerra vertidas por los profesores en el marco de las clases. En algunos casos los profesores también han sido objeto de violencia física.
Una de las afectadas es Irina Gen, profesora de inglés y alemán en la localidad de Penza. Gen cuenta que un día se encontró una “Z” gigante pintada en la pizarra de clase. Mientras la borraba, comentó frente a los alumnos el parecido de esa letra con “la mitad de una esvástica”.
Minutos más tarde, un alumno le preguntó por las sanciones que impiden a Rusia participar en las competencias deportivas de Europa. “Hasta que Rusia comience a comportarse de manera civilizada, la no admisión de atletas rusos en las competiciones continuará para siempre… Creo que es lo correcto”, respondió Gen. “Vivimos en un régimen totalitario. Cualquier disidencia es considerada un delito”, continuó la maestra. En su discurso, Gen también hizo alusión a algunos de los supuestos crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania.
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Cinco días después, Irina Gen recibió una llamada del Servicio Federal de Seguridad. Debía personarse en sus oficinas. Allí la informaron de que existían imágenes de su discurso en clase. Haber acusado a Rusia de bombardear un hospital de maternidad en Mariúpol constituía “100% un caso penal”, le dijeron.
Gen está siendo investigada y tiene prohibido salir del país. De ser declarada culpable, podría pasar 10 años en la cárcel.
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