Han pasado ocho meses desde que los talibanes tomaron el poder de Afganistán. El miércoles iba a ser un día increíblemente importante y crucial para las jóvenes afganas porque estaba previsto que se levantase la prohibición talibán sobre la educación secundaria para las mujeres. Lo había anunciado el Ministerio de Educación de los talibanes la semana pasada. Pero no pasó.
Pese a la promesa de los fundamentalistas de que permitirían volver a las aulas tras el parón invernal, las escuelas de formación secundaria para mujeres permanecen cerradas.
“Las escuelas para las niñas adolescentes entre las clases 7 y 12 (entre 12 y 18 años de edad) siguen cerradas”, afirmó a EFE el portavoz adjunto del Gobierno interino de los talibanes, Inamullah Samangani, el mismo día en que se reabrían las escuelas en el país.
Los maestros y estudiantes de tres escuelas secundarias en Kabul, la capital de Afganistán, han relatado cómo las niñas regresaron emocionadas a los campus el miércoles por la mañana, solo para recibir la orden de irse a casa. Decepcionadas, muchas jóvenes abandonaron los centros entre lágrimas.
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El martes por la noche, un portavoz del Ministerio de Educación publicó un video felicitando a todos los estudiantes por su regreso a clases.
El anuncio sorpresa llegó después de esta felicitación. Aunque muchos maestros y alumnos se enteraron el mismo miércoles por la mañana, el primer día del año escolar en Afganistán.
“Informamos a todas las escuelas secundarias de niñas y aquellas escuelas que tienen estudiantes femeninas por encima de la sexta clase que están fuera hasta la próxima orden”, decía el aviso del ministerio. La denegación del acceso a la educación para las estudiantes femeninas continuará hasta que no se elabore un plan de acuerdo con la ley islámica y la cultura afgana, añadía más tarde el ministerio a través de Bakhtar News, una agencia de noticias del gobierno.
Las estaciones de televisión afganas transmitieron entrevistas con niñas llorando.
“¿Qué hemos hecho mal? ¿Por qué las mujeres y las niñas tenemos que afrontar esta situación?”, se preguntaba la joven afgana Wajiha Amimi, que confesó a la Agencia France Presse (AFP) haber pasado “toda la noche haciendo y rehaciendo su mochila” escolar, emocionada ante la idea de retornar a su instituto.
“Estuve despierta hasta las dos de la noche anoche preparándome para esta mañana y fue muy difícil para mí despertarme muy temprano para venir aquí a la escuela”, dijo otra joven. “Cuando llegué estaba muy feliz pero mi maestra estaba llorando y no sabía por qué. Cuando nos dio la noticia, todas empezaron a llorar”.
“Somos humanos. Tenemos derechos. ¿Por qué están jugando con nuestro futuro? Sólo queremos continuar nuestros estudios. ¿Es un crimen ser niña? ¿Es un crimen que queramos estudiar?”, se preguntaba otra estudiante.
Cuando los talibanes gobernaron Afganistán por última vez, de 1996 a 2001, se prohibió la educación femenina y la mayoría de los empleos para mujeres. A pesar de las promesas de moderación que hicieron esta vez, los derechos de las mujeres siguen siendo totalmente inexistentes en el régimen.
Por esto, la comunidad internacional ha hecho de la educación de las niñas una demanda clave para cualquier reconocimiento futuro de la administración talibán.
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Naciones Unidas y Estados Unidos condenaron el miércoles el cierre de escuelas. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que la decisión de los talibanes fue “una profunda decepción y un profundo daño para Afganistán”. “La negación de la educación no solo viola la igualdad de derechos de las mujeres y las niñas a la educación”, dijo Guterres en un comunicado. “Insto a las autoridades de facto talibanes a que abran escuelas para todos los estudiantes sin más demora”.
“La negación de la educación viola los derechos humanos de las mujeres y las niñas”, dijo Michelle Bachelet, alta comisionada de derechos humanos de la ONU. “Más allá de su derecho igualitario a la educación, los deja más expuestos a la violencia, la pobreza y la explotación”.
Samira Hamidi, activista de Amnistía Internacional en Afganistán, dijo: “Esta es la peor pesadilla hecha realidad para las mujeres y niñas de Afganistán, a quienes les han arrebatado su futuro y todo lo que habían esperado y por lo que habían trabajado durante el último año”.
Hamidi dijo que los talibanes habían “traicionado” al país al “privar a una generación de mujeres y niñas de su derecho a la educación”.
Aunque el Gobierno talibán no se ha pronunciado al respecto, este cambio de sentido ha sido interpretado como una concesión a los intereses del sector más rural y profundamente tribal de los talibanes extremos.
“El liderazgo no ha decidido cuándo o cómo permitirán que las niñas regresen a la escuela”, dijo Waheedullah Hashmi, representante de relaciones exteriores y donantes de la administración liderada por los talibanes. Él mismo aceptó que en los centros urbanos existe un apoyo mayoritario a la educación de las niñas, aunque gran parte de las zonas rurales de Afganistán se oponen, en particular las regiones tribales “pashtunes».
“En algunas áreas rurales, un hermano repudiará a un hermano en la ciudad si se entera de que está dejando que sus hijas vayan a la escuela”, dijo Hashmi. Agregó que los líderes talibanes (supuestamente) estaban tratando de decidir cómo abrir la educación para niñas mayores de 11 años en el país.
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