«Mis amigos y asesores me dijeron que nunca más volvería a trabajar como actriz, que estaría en la lista negra», apuntaba en la carta publicada en el ‘Washington Post’.
«Hablé contra la violencia sexual y me enfrenté a la ira de nuestra cultura. Esto tiene que cambiar». 18 palabras titulaban un texto que Amber Heard en 2018 en el Washington Post. Por muchas repercusiones que la actriz pudiera imaginar que su testimonio iba a provocar, probablemente ninguna estaría cerca de los 15 millones de dólares. Esa es la cantidad que Heard tendrá que pagar a Johnny Depp después semanas de un juicio que ha hecho públicas todas las intimidades de la expareja. Un espectáculo mediático que tiene su origen en un artículo donde ni siquiera se citaba el nombre de Depp.
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Pero, ¿qué escribió exactamente Amber Heard?
«Estuve expuesta al abuso a una edad muy temprana. Sabía ciertas cosas desde el principio, sin que nadie tuviera que decírmelo. Sabía que los hombres tienen el poder, físico, social y financiero, y que muchas instituciones apoyan esa situación», comienza su carta en primera persona Heard, relatando también que fue acosada cuando era universitaria pero no se reconoció como víctima.
«Hace dos años, me convertí en una figura pública que representaba el abuso doméstico y sentí toda la fuerza de la ira de nuestra cultura hacia las mujeres que hablan», continúa, ya en referencia a este caso. «Mis amigos y asesores me dijeron que nunca más volvería a trabajar como actriz, que estaría en la lista negra. Tuve la rara ventaja de ver, en tiempo real, cómo las instituciones protegen a los hombres acusados de abuso».
«Imagina a un hombre poderoso como un barco, como el Titanic. Ese barco es una gran empresa. Cuando choca contra un iceberg, hay muchas personas a bordo desesperadas por reparar los agujeros, no porque crean en el barco o porque se preocupen por él, sino porque su propio destino depende de la empresa».
«Escribo esto como una mujer que tenía que cambiar mi número de teléfono semanalmente porque recibía amenazas de muerte. Durante meses, rara vez salía de mi apartamento y, cuando lo hacía, me perseguían drones con cámaras y fotógrafos a pie, en motos y en coches», señala la actriz líneas más abajo. «Me sentí como si estuviera en un juicio en el tribunal de la opinión pública, y mi vida y mi sustento dependían de una miríada de juicios que escapaban a mi control».
El texto aún sigue disponible, pero con una advertencia inicial al comienzo escrita por el propio medio.
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