No hay corazón que no se enternezca con un cachorrito en internet, un video de un anciano salvado por un bombero o un encuentro romántico en la salida de un aeropuerto. Al menos uno de los tres.
Además de la música la ternura es un lenguaje universal, por lo que es imposible no preguntarse la causa. La respuesta es bastante lógica.
Para resumirlo encontramos las cosas ‘lindas’ porque es biológicamente necesario para cuidar de nuestros hijos.
Al contrario de muchos otros animales recién nacidos, los bebés humanos son muy dependientes, por mucho tiempo, de sus padres. Si se fija una posición evolutiva al respecto, nuestra misión es crear y criar a la siguiente generación.
El científico Konrad Lorenz dirigió un estudio en el que concluye, fundamentalmente, que le prestamos más atención a los bebés que nos parecen tiernos que a los que no.
¿Y qué pasa con los cachorros y gatitos? Sencillo, nuestro cerebro los relaciona a los humanos porque el órgano toma como prioridad que los bebés de nuestra especie nos parezcan ‘cute’.
Debido a esta prioridad, todo lo que vemos en el ambiente que comparte características físicas similares, ya sea por los ojos grandes o tamaño, nos enternece.
El mismo ejemplo se puede ver en las caricaturas y nuestro cerebro hasta nos agradece cuando vemos algo adorable con algo de dopamina para mejorar nuestro humor.
Esa actividad cerebral en específico fue bautizada como “baby schema”.
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¿Te has preguntado qué pasa con eso que te parece tan tierno que no puedes controlar?
Fácil; algunos psicólogos lo han descrito como “cute agression” (agresión tierna) y es cuando, por ejemplo, alguien ve a su perrito y piensa “wao, te quiero abrazar hasta aplastarte”.
Si hay algo de agresividad en nuestra reacción, creen los estudiosos, es para balancear la marejada de emociones positivas que estamos sintiendo. Este mismo fenómeno se puede experimentar cuando lloramos de la felicidad, por ejemplo.
Claro que esto responde a la misma visión evolutiva ya que si estamos hipnotizados por lo tierno que algo se ve, probablemente lo admiraríamos todo el día y no supiéramos cómo cuidarlo.
Así que lo tierno nos ha salvado como especie y lo seguirá haciendo. Es parte de nuestra historia y evolución.
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