Magdalena Andersson es la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Suecia. Ahora tiene una nueva oportunidad para formar gobierno.
Magdalena Andersson se había había ganado el puesto de protagonista de la historia por haberse convertido en la primera mujer ministra de Suecia. El día 24 de noviembre por la mañana se realizó una votación en la que salió ganadora. A las siete horas llegaba la siguiente noticia: el mandato de Magdalena Andersson duró 7 horas. Las que transcurrieron hasta su dimisión por la remota parlamentaria de los presupuestos, que se celebró por la tarde.
El Partido Verde se unió al Partido Socialdemócrata para elegir a Andersson como representante Gubernamental. Sin embargo, el mismo partido se ha retirado de la coalición a la hora de apoyar los presupuestos. Y este fue el motivo por el que el partido socialdemócrata tuvo que dimitir.
«Un gobierno de coalición debe dimitir si un partido decide abandonar el gobierno», explicaba Andersson. Desde el partido medioambientalista, explicaron que aun habiendo abandonado la coalición, seguirían siendo partidarios de un gobierno liderado por Andersson.
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La segunda oportunidad de Andersson
Ahora, solo cuatro días después, llega la tercera actualización de esta historia: Magdalena Andersson ha sido elegida primera ministra de Suecia por segunda vez.
«El Riksdag (Parlamento sueco) me ha elegido ahora primera ministra y tengo la intención de formar un gobierno socialdemócrata», ha dicho Andersson en una rueda de prensa. «Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para que Suecia avance», declaraba, haciendo referencia a que no se niega a colaborar con otras fuerzas políticas.
¿Cómo llegó hasta aquí?
Anteriormente, Andersson había trabajado como directora general Adjunta de la Agencia Tributaria Sueca. Desde 2014, ejerció como ministra de Finanzas de Suecia.
Su camino a la presidencia empezó el pasado 21 de junio, cuando el primer ministro Stefan Löfven, del mismo partido que Andersson y que llevaba al cargo siete años, perdió una moción de censura. Esto provocó la obligación de convocar elecciones o permitir que otra persona le sustituyera en su cargo.
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