El estudio sugiere que en los días siguientes a la muerte de un hijo, el padre o la madre tiene más posibilidades de sufrir un ataque al corazón y puede que ese riesgo persista por años.
Los investigadores usaron certificados de nacimientos, según el New York Times, de más de 6 millones de padres en Dinamarca y Suecia, desde 1973, hasta 2014.
Entre esos, más de 120 mil habían perdido al menos a un hijo en ese tiempo. El estudio evaluó la muerte de niños, adolescentes y jóvenes adultos hasta los 29 años.
Estos científicos concluyeron que la muerte de un hijo estaba asociada con un 21% de aumento en las probabilidades de enfermedades isquémicas del corazón o reducción de la circulación de sangre a este órgano.
Además, los riesgos de ataque al corazón en la primera semana después de la muerte representaron más del triple respecto a las personas que no habían experimentado esa pérdida.
También hubo del 20 al 40% de aumento de riesgo, después de eso, con el pasar del tiempo. Incluso en el caso de muerte de jóvenes adultos.
Algunos estudios relacionados sugieren que a mediana o tercera edad, la muerte de la pareja, familiar o amigo cercano incrementa el riesgo de ataque al corazón, derrame o fibrilación arterial.
El de los padres es un ejercicio académico observacional publicado en PLOS Medicine, pero fue riguroso y detallado.
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Los investigadores consideraron factores como edad, estado civil, educación, niveles de pobreza y especialmente hipertensión u otros aspectos que pudieran influir en enfermedades cardiovasculares.
Aunque no se contempló el estrés extremo, según esta pieza del New York Times, el autor del estudio, Dang Wei, habló de esto asegurando que el estrés activa la autonomía del sistema nervioso, que controla funciones involuntarias de nuestro cuerpo como el pulso cardíaco y la presión arterial.
Este descontrol, induce cambios biológicos y puede alterar, por ejemplo, niveles de colesterol.
Cambios así, según Wei, pueden ser la causa científica del ataque al corazón. También, obviamente, el duelo puede causar depresión y ansiedad, lo cual puede devenir en malos hábitos y convertirse en enfermedad.
Sería importante para doctores y personas cercanas a cualquiera que haya perdido un hijo que esté observando posibles síntomas, como dolor en el pecho, fallas en la respiración u otras señales.