El trabajo infantil aumentó a nivel global en 2020, poniendo fin a dos décadas de tendencia descendente. En un informe conjunto, la Organización Internacional del Trabajo y la agencia de la ONU para la infancia (UNICEF) estiman que el trabajo infantil afectó a 160 millones de niños en 2020, lo que supone un aumento de 8,4 millones respecto a 2016.
El aumento comenzó antes de que golpeara la pandemia y marca una reversión dramática de una tendencia a la baja que había provocado una reducción de 94 millones en las cifras globales del trabajo infantil entre 2000 y 2016.
Cuando la crisis de covid-19 comenzaba a cobrar fuerza, casi 1 de cada 10 niños en todo el mundo estaba atrapado en el trabajo infantil. Y la pandemia corre el riesgo de empeorar la situación, amenazando con empujar al trabajo infantil a otros 9 millones de niños para finales del 2022, según el informe.
La OIT recalca que los menores en esta situación «corren el riesgo de sufrir daños físicos y mentales», así como compromete su educación, «restringe sus derechos y limita sus oportunidades futuras». Estos factores no hacen más que conducir a «ciclos viciosos intergeneracionales de pobreza y trabajo infantil», según se manifiesta en el estudio.
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Desde el año 2016, el número de niños de entre 5 y 17 años que realizan trabajos dañinos para su «salud, seguridad o moralidad» ha pasado de 6,5 millones a 7,9 en 2020.
La zona del África subsahariana es una de las que tiene mayor cantidad de infantes en situación de trabajo infantil, debido a factores como el crecimiento de la población y al aumento de la pobreza extrema. Ambos factores, junto a la falta de unas «medidas de protección social adecuadas», han provocado que 16,6 millones de niños más se vean forzados a trabajar sin ningún tipo de garantía humanitaria.
La pandemia también ha contribuido al aumento del trabajo infantil al haber dañado la economía de muchos países y ha causado el cierre de numerosas escuelas, cosa que hace que los niños trabajen más horas y en peores condiciones. Además, el hecho de que el coronavirus haya destruido muchos empleos ha provocado una caída en los ingresos de familias vulnerables, lo cual también ha forzado a muchos infantes a trabajar.
«El informe advierte que, a nivel mundial, 9 millones de niños más corren el riesgo de ser empujados al trabajo infantil para fines de 2022 como resultado de la pandemia», manifiestan desde la Organización Internacional del Trabajo.
De los 160 millones de niños implicados en trabajo infantil en 2020, 63 millones son niñas y 97 son niños. Ellos se ven abocados a trabajar de forma prematura en una mayr proporción. Sin embargo, a la que se incluyen las tareas del hogar dentro de los porcentajes, la cosa cambia.
«Entre todos los niños, el 11,2 por ciento se encuentra en trabajo infantil en comparación con el 7,8 por ciento de todas las niñas. En cifras absolutas, los niños en situación de trabajo infantil superan a las niñas en 34 millones. Cuando la definición de trabajo infantil se amplía para incluir las tareas del hogar durante 21 horas o más por semana, la brecha de género en la prevalencia entre niños y niñas de 5 a 14 años se reduce casi a la mitad», recalca el informe de la OIT.
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Asimismo, otro elemento clave es que gran parte del trabajo infantil predomina en las zonas más rurales. En concreto, hay 122,7 millones de niños bajo estas circunstancias en el campo, frente a los 37,3 millones en zonas urbanas. Por lo tanto, «la prevalencia del trabajo infantil en las zonas rurales» es de un 13,9 %, casi el triple que en las ciudades, donde es un 4,7. De hecho, «más del 70% de todos los niños» que se ven forzados a trabajar lo hacen en el mundo de la agricultura.
Por otro lado, gran parte de la explotación infantil se da dentro de las propias familias en negocios que son propiedad de familiares cercanos o de personas conocidas.
«El 72 por ciento de todo el trabajo infantil y el 83 por ciento del trabajo infantil entre los niños de 5 a 11 años se produce dentro de las familias, principalmente en granjas familiares o en microempresas familiares».
Por último, el informe destaca que gran parte de los menores que se han visto obligados a entrar en el mundo laboral no están escolarizados, aunque están «dentro del rango de edad para la educación obligatoria». Los datos muestran que una cuarta parte de los niños de 5 a 11 años en situación de trabajo infantil no reciben ningún tipo de formación básica. Lo mismo ocurre con una tercera parte de los menores que tienen entre 12 y 14 años.
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