En 2018, en medio de la ola de acusaciones que se levantaron gracias al movimiento #MeToo, varias mujeres denunciaron en el medio Los Angeles Times que el actor James Franco había abusado sexualmente de ellas. Un año después, dos de ellas, Sarah Tither-Kaplan y Toni Gaal, que habían sido alumnas suyas de interpretación, presentaron una demanda contra el actor por los mismos hechos.
En concreto, señalaban que James Franco y sus socios en la escuela Studio 4 «desarrollaron un extendido comportamiento inapropiado y sexualmente cargado hacia las estudiantes sexualizando su poder de profesor a empleado incentivándoles con oportunidades de papeles en sus proyectos». Estas acciones llevaron «a un ambiente de acoso y explotación sexual tanto dentro como fuera de las clases».
En resumen, lo que denunciaban era un claro caso de abuso de poder: el actor había utilizado su influencia para pedir favores sexuales a sus alumnas y presionarlas durante las clases para realizar escenas sexuales explícitas.
James Franco, por su parte, siempre negó las acusaciones. Lo hizo incluso después de cerrar la demanda con el pago de 2,3 millones de dólares a las víctimas. «Si bien los demandados continúan negando las acusaciones, reconocen que los demandantes han planteado cuestiones importantes; y todas las partes creen firmemente que ahora es un momento crítico para abordar el maltrato a las mujeres en Hollywood”, indican los documentos.
Tres años después de esas primeras denuncias, el actor reconoce ahora lo ocurrido. Ha sido durante una entrevista en el programa The Jess Cagle Podcast de SiriusXM –saldrá publicado en su totalidad el jueves–: Franco culpa a su adicción al trabajo y al sexo de haberse acostado con algunas de sus alumnas valiéndose de su posición de poder.
«En el transcurso de mi enseñanza, me acosté con las estudiantes y eso estuvo mal», reconoce, al mismo tiempo que explica que su adicción al sexo era una forma de controlar su alcoholismo. «El alcohol es una droga tan poderosa. Me enganchó durante más de 20 años. La parte maliciosa es que me mantuve sobrio del alcohol durante ese tiempo y fui a reuniones. Incluso intenté apadrinar a otras personas. Así que en mi cabeza era como si estuviera viviendo una vida espiritual».
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«La atención de las mujeres, el éxito con las mujeres, también se convirtió en una gran fuente de validación para mí”, afirma el actor, que ha tardado todo este tiempo en comprender que le estaba negando la verdad a sus propias víctimas. «El problema con eso es que, estoy seguro de que puedes adivinar, como con cualquier tipo de droga o cualquier cosa, nunca hay suficiente».
Quizá lo que resulta más sorprendente de las declaraciones es que Franco admite que tuvo que leer un libro para darse cuenta de que había abusado sexualmente de sus alumnas. Se trataba de una lectura que le había regalado su cuñada sobre el sexo y la adicción al amor: «cuando leí este libro me pegó como una bala y me dije: oh, Dios mío, ese soy yo». Entre tanto, no puede olvidarse que las mujeres denunciantes, como es habitual, han tenido que sufrir todo tipo de agravios por la negación de James Franco sobre las acusaciones.
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