La monja Raffaella Patrini es doctora en Ciencias Políticas y profesora de Economía en la Universidad Pontificia Santo Tomás de Aquino
Durante los últimos años, el papa Francisco ha tratado de visibilizar el trabajo de las mujeres en una institución donde la voz femenina ha sido tradicionalmente escasa. El sector feminista católico ha reivindicado los lentos procesos de nombramiento que, hasta hace poco, se limitaban a puestos de mando circunscritos a la gestión de organismos que no tienen influencia en la toma de decisiones universales. Pero eso está cambiando.
El papa Francisco parece decidido a acelerar esta transformación con la designación reciente de distintas representantes femeninas para ocupar cargos en la cúpula de la Santa Sede. La última, este jueves, ha sido Raffaella Petrini, una monja italiana que se convierte en la mujer de más alto rango en la historia del Estado del Vaticano.
¿Qué hará Petrini en el Vaticano?
Nacida en Roma el 15 de enero de 1969, Sor Raffaella Petrini se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Internacional Libre de Guido Carli. Posteriormente realizó un doctoroado en la Universidad Pontificia de San Tommaso d’Aquino, donde actualmente imparte clases de Economía del Bienestar y Sociología de los Procesos Económicos.
Petrini ha sido la elegida por el Papa como la nueva líder de la Secretaría General del Gobierno. Francisco ha justificado su decisión aludiendo a la valía de Petrini para el puesto y también a una mirada rupturista que busca acercar la Iglesia a una postura más realista, moderna y feminista. Este cargo la convierte en la número dos del Estado más pequeño del mundo.
Como Secretaria de Estado desarrollará funciones meramente administrativas y muy limitadas. De la mano del nuevo gobernador, el arzobispo español Fernando Vérgez Alzaga, supervisará las operaciones de la Ciudad del Vaticano y gestionará las distintas instituciones y servicios que son competencia del estado.
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Visibilidad femenina
Los últimos tiempos han supuesto una apertura sin precedentes en el seno de la Iglesia Católica. El pasado mes de agosto, el Papa incorporó a la Pontificia Academia de las Ciencias a cinco científicas extraordinarias a nivel mundial, tres de ellas premiadas con el Nobel. Se trata de Donna Theo Strickland, ganadora del Nobel de Física en 2018 por sus innovaciones en el campo de los láser, y de Emmanuelle Marie Charpentier y Jennifer Anne Doudna, premiadas con el Nobel de Química en 2020 por su desarrollo del revolucionario método de edición genética CRISPR-Cas9.
Entre los nombramientos recientes también se cuenta el de la jurista y profesora Charlotte Kreuter-Kirchhof, que fue nombrada en octubre Vicecoordinadora del Concilio Económico Vaticano. Además, el Consejo de Economía fue ampliado con la llegada de seis expertas laicas.
A pesar de estos pequeños gestos de apertura, la jerarquía de la iglesia, una institución de más de 2000 años, es profundamente patriarcal. Desde el sector feminista denuncian que ninguno de estos nombramientos de caracter fundamentalmente administrativo tendrá ningún poder para transformar la dirección de la Iglesia en los próximos años.
Aunque Francisco ha abierto la institución a la mirada femenina, aún falta un largo camino por transitar.
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