El futbolista brasileño Dani Alves fue condenado este jueves a cuatro años y 6 meses de cárcel por un tribunal en Barcelona, el cual lo encontró culpable de haber violado a una mujer en el baño de una discoteca de esa misma ciudad a finales de 2022.
«Acreditado que la víctima no consintió y que existen elementos de prueba, además del testimonio de la denunciante, para entender probado la violación», indicó el tribunal en un comunicado, luego de dos semanas después del final del juicio.
Los jueces le impusieron 5 años adicionales de libertad vigilada, orden de alejamiento de la víctima por 9 años y medio y el pago de una indemnización de 150.000 euros (160.000 dólares aproximadamente).
La Fiscalía, que le dio credibilidad a la denunciante desde que empezaron las investigaciones, pidió para él una pena de nueve años, mientras que su defensa buscaba llegar a la absolución.
La abogada del exjugador del Barça anunció que recurrirá a la sentencia.
El jugador de 40 años recibió la notificación junto a su abogada, quien aseguró que el deportista se encuentra «entero» luego de conocer la pena.
Dani Alves era acusado de haber violado a una joven en el baño de la discoteca Sutton de Barcelona durante la noche del 30 de diciembre de 2022.
En el juicio, que se llevó a cabo entre el 5 y el 7 de febrero, la Fiscalía pidió nueve años de cárcel para Alves y la acusación particular, doce; aunque finalmente la sala la fijo en cuatro años y medio al aplicarle la atenuante de reparación del daño y el Código Penal vigente cuando violó a la víctima, que era la inicial ley del «solo sí es sí» de la exministra Irene Montero.
La sala, que rechaza la atenuante de embriaguez que planteó la defensa, concluyó que Dani Alves, haciendo «uso de su mayor fuerza», cogió «bruscamente» a la víctima, la tiró al suelo y, evitando que se pudiera mover, la viol**, «pese a que la denunciante decía que no, que se quería ir».
Según la Audiencia, al encontrarse la víctima en un pequeño baño sin posibilidad de salida, «se sintió impresionada y sin capacidad de reacción, llegando a sentir que le faltaba el aire dada la situación de angustia y terror ante lo que estaba viviendo».
Además, resaltan que el hecho de que Alves se marchara de la discoteca sin despedirse de la víctima ni interesarse por ella, pese a pasar a poca distancia, demuestra que el futbolista era consciente de que «había actuado en contra de la voluntad de la víctima y tenía interés por abandonar lo antes posible el local».
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