Las elecciones en EEUU concentran la atención del mundo por la llegada de un nuevo presidente en unos comicios que prometen estar muy reñidos entre Donald Trump y Kamala Harris.
En medio de esto, muchos se preguntan cómo funciona este sistema electoral debido a que un candidato puede ganar la elección aun si no consigue la mayoría de los votos.
El ejemplo más claro lo tuvimos en 2016 cuando Donald Trump le ganó la presidencia a Hillary Clinton con casi tres millones de votos menos; así como George W. Bush que derrotó Al Gore con casi 500.000 sufragios menos en el 2000.
La elección de este 2024 ha estado marcada por las polémicas y la polarización. De principio a fin tiene a los ciudadanos con expectativa por conocer si Kamala Harris o Donald Trump llegará a la Casa Blanca.
Los estadounidenses acudirán a las urnas este 5 de noviembre para elegir su nuevo presidente bajo un sistema electoral que contempla una elección indirecta.
Para entender un poco este sistema hay que remitirnos a los electores del Colegio Electoral que es el gran protagonista.
El Colegio Electoral está compuesto por 538 compromisarios y cada candidato necesita sumar al menos una mayoría de 270 votos electorales para ganar la elección.
Son ellos los que tienen la responsabilidad de dar la última palabra sobre la persona que llegará a ocupar la Casa Blanca.
Este Colegio está conformado por unos electores que son distribuidos proporcionalmente al tamaño de cada uno de los 50 estados del país.
De esta forma, el número mágico para cada elección son 270 porque el candidato que alcance ese número se convertirá en el nuevo presidente.
La mayoría de ellos son congresistas, funcionarios y cargos locales de los partidos, pero sus nombres no aparecen en las papeletas de voto y son desconocidos para la opinión pública.
Cada estado tiene tantos compromisarios o grandes electores como congresistas en la Cámara de Representantes (número determinado por la población) y el Senado (dos por estado).
Por ejemplo, el estado de California tiene 54 electores y Texas 40. Mientras que estados más pequeños como Vermont, Alaska, Wyoming y Delaware solo tienen tres.
En todos los estados, menos en dos (Nebraska y Maine deciden por representación proporcional), el candidato más votado se lleva todos los votos de los grandes electores.
Este modelo de elección de EE.UU. es considerado un poco anacrónico porque en realidad los ciudadanos votan por su candidato, pero no lo eligen directamente.
El complejo sistema electoral ha funcionado desde 1787 y es el que le ha permitido a los estadounidenses ejercer su derecho al voto y definir a la persona que los gobernará desde la Casa Blanca.
Lo que disputan los candidatos en realidad son los denominados electores del Colegio Electoral que tiene cada estado.
Por ejemplo, si un candidato registra la mayor votación en el estado de California, se llevaría 55 votos del Colegio Electoral y así sucesivamente iría ganando estos sufragios para el cómputo final.
De esta forma, el objetivo que tienen Kamala Harris y Donald Trump es obtener la mayor cantidad de votos dentro de este Colegio Electoral para ser los ganadores.
Sin embargo, las elecciones en EEUU han generado controversia porque un candidato no necesitaría la mayor votación para ser presidente.
Con solo ganar los estados que otorguen el mayor número de electores podría obtener esta investidura.
El ejemplo más claro se registró en 2016 cuando Hillary Clinton obtuvo 65.8 millones de votos frente a los 62.9 millones de Trump.
A pesar de sacar esta votación, la candidata demócrata perdió la elección porque Trump fue el que sumó el mayor número de electores en los estados clave.
Con estos resultados, el entonces candidato republicano alcanzó 304 votos electorales frente a los 227 de su contrincante. En resumen, un candidato con el menor apoyo popular en los comicios se convirtió en presidente.
Una de las curiosidades es que algunos estados permiten que la gente vote por correo de manera anticipada o, también, pueden ir al puesto de votación antes del día de la elección.
Además, los estados han tenido históricamente una afinidad política hacia el Partido Republicano o Demócrata. Por ejemplo, los habitantes de Texas apoyan a los candidatos republicanos y California vota por los demócratas.
No obstante, hay unos estados denominados “pendulares” o “bisagra” que no tienen establecida una ideología política y que son clave a la hora de definir una elección presidencial por su número de electores, como Florida.
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos se celebran históricamente el primer martes del mes de noviembre y se realizan cada cuatro años.
Para este nuevo periodo, los comicios se realizarán el 5 de noviembre, pero algunos estados ya vienen teniendo una votación anticipada a esta fecha.
De esta forma, cuando se cierren las urnas y se proceda al conteo de los votos emitidos por los ciudadanos, se empieza a proyectar un posible ganador.
Como ya sabemos, el candidato que obtenga la mayor votación en un estado se queda con los electores del Colegio Electoral.
Es por esto que el mismo día se puede conocer el ganador de las elecciones en EEUU a partir de los votos contabilizados para cada estado.
Sin embargo, el sistema contempla que lo que define oficialmente el ganador es la votación del Colegio Electoral que se realiza a mediados de diciembre.
En el caso de que ningún aspirante reciba la mayoría, la Cámara de Representantes elegirá al presidente y el Senado al vicepresidente.
Los votos electorales de cada Estado se contarán oficialmente en una sesión conjunta del Congreso en enero. Finalmente, el presidente y vicepresidente electo tomarán juramento el 20 de enero para ejercer su mandato por los próximos cuatro años, con la posibilidad de ser reelegidos por un nuevo periodo.
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