Tal vez no lo sabes, pero comerse las uñas es un desorden de comportamiento repetitivo. Entra en esos pequeños hábitos que pensamos que no, pero pueden llegar a ser muy malos.
No se sabe porque las personas desarrollan estos comportamientos, como halarse el pelo o comerse las uñas. Hay elementos sensoriales que podrían influir. Por ejemplo, existen influencias cognitivas que pueden determinar estos comportamientos, como el estrés o la presión.
Hay distintos trucos conocidos y hasta productos que aplican los padres a sus hijos: una especie de polish para que no se coman las uñas. A algunos les funciona, tal vez por la presión de la figura paterna/materna más que por el producto en sí, pero también hay infinidades de adultos que siguen teniendo este hábito.
Para ellos existen diversos trucos que podrían funcionan. Por ejemplo, dipear las uñas en sal parece haber sido una solución para muchos y un calvario para otros, esta técnica apela a un shock de sabor al intentar morder que hará que eventualmente rechaces la actividad.
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Aunque para muchos puede no ser suficiente, por lo que llegan hasta restregarse jalapeños en las uñas. El picante puede ser aún más desagradable para algunos.
Para ciertos países latinos o de alto consumo de picante, puede haber resistencia o hasta desarrollar un gusto por las uñas picantes. Esto es un problema nuevo.
Apelando ahora a la higiene, come-uñas comentan que les ha funcionado cargar con un corta cutículas todo el día y cada vez que vayan a comerse las uñas, se las cortan un poco.
Esto puede representar dos contras: eres el raro que carga un corta cutículas todo el día o simplemente te las comes tanto que no tienes nada que cortar.
La siguiente es muy usada y ha probado ser más efectiva, aunque requiere mucha disciplina. Pavlov estaría orgulloso porque se trata de una técnica que aplica el condicionamiento a máximo nivel.
Se trata de ponerse en la muñeca una liga para cabello. O una liga normal. Cada vez que te provoque comerte las uñas, debes estirar la liga y darte un pequeño golpe.
El problema, primero, es que no creemos necesario que debas infringirte dolor, así sea mínimo, para parar un mal hábito. Aunque si estás desesperado, puedes intentarlo. Sin embargo, lo que más funciona es reflexionar al respecto.
La cantidad de bacterias que llevas a tu boca cada vez que incurres en la extraña actividad gastronómica, es inaudita. Concientiza; date cuenta que tu ansiedad o aburrimiento te sigue impulsando a no parar de comerte las uñas y sustitúyelo con algo sano cada vez que tengas la necesidad.
Eventualmente verás progreso y quedarás encantado con el resultado. Es una cuestión de mindfulness: debes creer que eres capaz de hacerlo, porque lo eres. Unas células muertas de tu cuerpo no te pueden vencer, cómete un caramelo mejor.
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