Durante años, los capibaras y los humanos habían vivido en armonía en este territorio, pero las cosas han cambiado en los últimos días
Carpincho, capibara, poncho, capiguara… Estos enormes roedores anfibios y vegetarianos, tienen un nombre distinto en cada región de Sudamérica, pero son fácilmente identificables. De hecho, es uno de los animales favoritos por los latinoamericanos en internet.
Sin embargo, lo que hoy nos trae a ellos no son sus divertidas vivencias en manada, o sus largas jornadas de meditación a orillas de un lago. Esta vez los capibaras llegan a nosotros por ser los protagonistas de un conflicto territorial en Nordelta, una zona de barrios de lujo en Argentina.
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Durante años, los capibaras y los humanos habían vivido en armonía en este territorio. De hecho, los carpichos se paseaban por las calles y recorrían los jardines de Nordelta. No obstante, en los últimos días esto ha cambiado.
Se ha podido conocer que recientemente, un grupo de capibaras rebeldes mordieron una perra llamada Oreo y derribaron a un motociclista. Ahora los vecinos exigen que las autoridades intervengan.
Capibaras rebeldes: una consecuencia del asentamiento humano en ecosistemas
Esta historia atrajo rápidamente la atención del país y refleja un problema que va mucho más allá de las heridas de la pobre Oreo: el asentamiento humano en ecosistemas.
Actualmente, cientos de carpinchos habitan Nordelta porque, de acuerdo con especialistas, el espacio favoreció el regreso de estas especies. A través de una carta, los vecinos aseguran que cuando llegaron, en 1990, prácticamente no habían carpinchos porque eran cazados.
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«En Nordelta este animal no tiene depredador, y por reglamentos propios y por convicciones personales de quienes aquí vivimos no se los caza y están totalmente protegidos por nosotros mismos contra cualquier intento de caza furtiva»
Ahora, los vecinos dicen que la situación es insostenible porque los roedores destruyen sus jardines y causan accidentes viales. El grupo pide a las autoridades reducir la población, trasladando un grupo a otra zona y controlando su reproducción. Pero de acuerdo con especialistas, no es viable trasladar capibaras a regiones donde ya hay grupos establecidos.
La dirección de flora y fauna de la Provincia de Buenos Aires ofreció desarrollar un plan, pero mientras eso sucede, el conflicto sigue vivo.
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