IMPACTO SOCIAL

«Ser putero no significa ser Torrente; prostituirse también es cuidar personas»

«Hola putero, no te preocupes porque no estás solo». Así arranca el vídeo de Towanda Rebels, una periodista (Teresa Lozano) y una actriz (Zúa Méndez) con muchas ganas de hacerse notar. El vídeo llegó a YouTube el pasado 3 de diciembre. En apenas dos días empezó a viralizarse. «Los tuiteros aplauden la campaña contra la prostitución que señala al cliente», escribían cabeceras como Público. Lo cierto es que algun@s aplauden… y otr@s se arañan la cara de la rabia.

«Donde tú hablas de industria sexual, yo hablo de trata», dicen Towanda Rebels en su vídeo. «Tú no pagas por follar. Tú pagas por violar».

¿Seguro?

«Una violación es un acto horrible donde en ningún momento existe espacio para el consentimiento, el pacto, la voluntad o el disfrute. Mi trabajo no tiene absolutamente nada que ver con esto», explica la trabajadora sexual Valérie May a PlayGround. Y añade: «Me parece una irresponsabilidad y una falta de respeto banalizar la violación, la trata y la esclavitud. Ellas me están instrumentalizando con su discurso. Yo soy sujeto en mi trabajo, no objeto, y esto lo saben mis clientes».

A pesar del intento de poner el foco sobre el cliente, las trabajadoras sexuales se han dado por aludidas. Porque #HolaPutero las reduce a mercancía. Porque al equiparar prostitución y trata niega su entidad agente, su naturaleza como sujeto de voluntades. Tampoco ayuda que la conversación alrededor del vídeo haya dado lugar a tuits tan maniqueos como este:

«La campaña sólo habla de la prostitución de trata, pero existen muchos tipos de prostitución y muchas la ejercemos por voluntad propia, y nos encanta. Además, muchas escogemos a nuestros clientes y no porque paguen tienen derecho a hacer lo que quieran», explican las chicas de Diamante Tantra. «Ser putero no significa ser Torrente. Hay muchos que simplemente se sienten solos y quieren sentir que tienen una novia, o buscan con quien hablar. Las que han hecho este vídeo no saben absolutamente nada del mundo que está fuera de la trata».

Desde el colectivo Aprosex aportan datos. «Según la ONU, el 13% de las mujeres son explotadas laboralmente con fines sexuales, lo que deja un claro 87% de mujeres que ejercen prostitución de forma voluntaria. En modo alguno somos minoría. Pero aunque lo fuésemos, también necesitamos de derechos. Contratos por Seguridad Social cuando trabajamos para terceros, poder coger bajas cuando enfermamos o tenemos hijos o nos pillamos una gripe. Al igual que tú y que tú. Las mujeres que salen en el vídeo son dos actrices —ergo saben actuar—. Nadie del colectivo puta les ha dado carta blanca para representar al colectivo puta. Las trabajadoras sexuales están organizadas y luchan por los mismos derechos que tienen esas dos actrices blancas. El feminismo no niega derechos a un colectivo, principalmente de mujeres, que está criminalizado. Si lo hace, no es feminismo. Llamarnos agujeros no demuestra solidaridad ni sororidad, sólo odio y menosprecio hacia la figura de la trabajadora».

 

Según la ONU, el 13% de las mujeres son explotadas laboralmente con fines sexuales, lo que deja un claro 87% de mujeres que ejercen prostitución de forma voluntaria. En modo alguno somos minoría. Pero aunque lo fuésemos, también necesitamos de derechos —Colectivo Aprosex

 

Mal feminismo. O feminismo clasista. Eso es también lo que opina Olga (nombre ficticio, prefiere hablar desde el anonimato). «Creo que esta campaña nace del profundo desconocimiento del oficio que ejercemos y de un profundo clasismo que está, desafortunadamente, muy enraizado en el feminismo blanco acadecimista, que una y otra vez se dedica a silenciar a cualquier mujer que no elija su modo de vida. Para mí la prostitución es una manera excelente de pasarle un impuesto al patriarcado sobre el uso de mi cuerpo: lo que debería dar “gratis” (mi buena disposición, mi tiempo, mi disfrute del sexo, el libre ejercicio de mi sexualidad) lo cobro, convirtiéndome así en una mala mujer. Me gusta ser puta. Me encanta ser puta».

Olga tambiém rompe una lanza a favor de sus clientes. «Nunca me ha violado un cliente —aquellos que me han tratado con faltas de respeto nunca han llegado a convertirse en clientes. Por otra parte, he sido violada por múltiples parejas mías. En mi experiencia, nuestros clientes son gente normal que quiere disfrutar de un rato de ocio o acceder a un cierto tipo de afecto. Veo escasa diferencia entre nuestro trabajo y el de otras personas que se dedican al trabajo de cuidados», asegura.

«Algunos de mis puteros son un encanto, otros son un poco sosos, la mayoría son tan machistas como todos los hombres (y mujeres, y personas en general). ¿No lo es la mayoría aplastante de este país? Basta de exigir un estándar de decencia irrisorio a las putas y a sus clientes», dice Olga de nuestra doble moral. «Y por favor, basta de pretender que porque me paguen por usar mi sexualidad, mi sexualidad está siendo extorsionada. Nunca he sido tan sincera y me he hecho tan dueña de mis condiciones como cuando he cobrado dinero contante y sonante por follar».

Eva de Barcelona insiste en esa misma idea: «Nunca ningún cliente me ha tratado mal. Ni me han humillado ni insultado. Nunca me han violado. Ni literalmente, ni simbólicamente. Si yo digo NO, ellos lo respetan. No es una cuestión de poder. El poder lo tengo yo, y cuando ellos pagan por hacer conmigo lo que yo deseo y consiento, no me están violando. A mí no “me usan y desechan”. Conmigo comparten momentos de placer, complicidad y satisfacción. Por ambas partes».

Veo escasa diferencia entre nuestro trabajo y el de otras personas que se dedican al trabajo de cuidados —Olga, trabajadora sexual

Si para ellas los errores de #Hola Putero están tan claros, ¿por qué la gente aplaude?

«El video funciona para gran parte de la sociedad porque sigue confirmándole sus prejuicios sobre la sexualidad y la prostitución, su pánico moral y sus propias confusiones», opina María Riot. «Prefieren seguir equiparando la prostitución con trata de personas, machismo y explotación laboral en vez de entender que esos males son algo que sucede —y hay que terminar con ello— de la misma forma en otros trabajos, relaciones de pareja, matrimonios y demás, porque así es el mundo en el que vivimos».

María vocaliza además el hartazgo de muchas ante lo que consideran una atención injusta, desproporcionada; una atención selectiva que ejemplifica el estigma que persigue a la trabajadora sexual. «Dos mujeres blancas cis que no han ejercido la prostitución hablan y reciben aplausos. Sin embargo, miles y miles de trabajadoras sexuales organizadas reclamando derechos durante décadas siguen siendo invisibilizadas, subestimadas y acalladas». «No estamos de acuerdo en que dos actrices interpreten un papel haciendo una caricatura de las situaciones que podemos o no encontrarnos desempeñando nuestro trabajo», añade Ariadna, también escort. «Nos utilizan a nosotras y a la mentira para crear argumentos que sirvan a su fin».

El video funciona para gran parte de la sociedad porque sigue confirmándole sus prejuicios sobre la sexualidad y la prostitución, su pánico moral y sus propias confusiones» —María Riot, trabajadora sexual

 

Desde el colectivo Hetaira incluso sugieren que hay cierta agenda escondida tras el éxito de #HolaPutero. «Hay campañas virales y campañas que “se viralizan” desde los grandes medios de comunicación. El caso de la campaña #holaPutero corresponde a esta última modalidad. En el primer momento que apareció ya se presentaba en los titulares de grandes medios como “la campaña viral en twitter” y no era cierto. Aún no se conocía. Al día siguiente ya estaba en los telediarios de la televisión, en horas de máxima audiencia».

Para Hetaira, el vídeo da alas a los Gobiernos para no seguir haciendo nada en relación a la prostitución ni en relación a la trata de personas. O peor aún, le da alas para seguir avanzando en la persecución de los clientes y de las prostitutas. ¿Quién gana con eso?

«Seguir confundiendo intencionadamente prostitución decidida (o trabajo sexual) con trata es de una ignorancia atroz. Llamar “mercancía” a las trabajadoras del sexo es un insulto. Reducirlas a un culo también. Llamarles “mercancía, objetos de consumo” un despropósito. Jugar con algo tan serio como son las tarifas de las prostitutas otro. Hemos luchado duro para que los jueces escuchen a las prostitutas cuando denuncian agresiones y violaciones en sus lugares de trabajo y estas dos mujeres de forma irresponsable se lo cargan en un minivídeo de unos minutos que los grandes medios han hecho viral. Porque a ellas sólo les importa hacer “campaña contra la prostitución”, no hacer feminismo junto a las prostitutas».

 

Hay campañas virales y campañas que “se viralizan” desde los grandes medios de comunicación. El caso de la campaña #HolaPutero corresponde a esta última modalidad. En el primer momento que apareció ya se presentaba en los titulares de grandes medios como “la campaña viral en twitter” y no era cierto —Colectivo Hetaira

 

¿Pataleta gremial? ¿El enfado de unas cuantas trabajadoras sexuales por verse señaladas? No. También muchas feministas han visto el despropósito en el que cae #HolaPutero.

«Me gusta la invitación a poner el foco en cómo se construye la sexualidad masculina y cómo se normaliza que unos paguen por sexo y otras ejerzan la prostitución en condiciones que pueden incluir la explotación y la trata», afirma June Fernández, una de las voces fuertes detrás de Pikara Magazine, «pero el mensaje de #HolaPutero es peligroso y desprotege a las mujeres en prostitución porque niega el consentimiento. Asumiendo que las prostitutas siempre ejercen contra su voluntad y negando su capacidad de negociar prácticas, siguen alimentando la idea del ‘todo vale’. Cuando dicen que los puteros van de putas porque ahí no les van a decir que no, legitiman al putero que cree que por pagar puede imponer. Si el sexo de pago siempre es violación, nunca es violación. Igualar prostitución y trata, hablar de esclavas y negar a las trabajadoras sexuales que se están organizando y reclamando derechos, decir incluso que son mujeres de segunda en vez de compañeras de lucha, me revuelve como feminista. Menos mal que otras propuestas, como el libro Nadie avisa a una puta, nos ayuda a comprender una realidad mucho más compleja, en la que las mujeres no sólo son víctimas».

Hemos luchado duro para que los jueces escuchen a las prostitutas cuando denuncian agresiones y violaciones en sus lugares de trabajo y estas dos mujeres de forma irresponsable se lo cargan en un minivídeo de unos minutos que los grandes medios han hecho viral —Colectivo Hetaira

 

Como bonus, un viejo himno que no conviene olvidar.

We are all prostitutes
Everyone has their price
And you too will learn to live the lie
Aggression
Competition
Ambition
Consumer fascism

 

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Publicado por
Berta Gomez

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