Medio Oriente es una región multiétnica donde la religión predominante es el Islam. Sin embargo, allí también conviven distintas minorías como los cristianos, judíos y un grupo religioso muchísimo más pequeño e increíblemente vulnerable: los yazidíes.
El pueblo yazidí cree en una antigua religión preislámica de origen persa y, al igual que las otras tres grandes religiones de la región, es monoteísta. No obstante, la minoría más vulnerable de Oriente Medio es una comunidad aislada y cerrada, por lo que es poco lo que se sabe sobre sus costumbres o creencias.
Una de las características de la religión yazidí es que además de su dios, adoran a otros siete ángeles. El ángel principal es conocido como Malak Taus y tradicionalmente se le representa con la forma de un pavo real. Debido a ello, el pavo real se ha convertido en un símbolo dentro de sus costumbres.
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La minoría yazidí también tiene otra particularidad y es que es étnicamente kurda, pero su religión es distinta a la de los kurdos. Esta diferencia los hizo un objetivo importante para el Estado Islámico, que cometió uno de sus peores crímenes contra los yazidíes.
El 3 de agosto de 2014 los pobladores yazidíes del Monte de Sinyar sentían la tensión en el aire. Esta gran colina, ubicada cerca de la frontera de Irak con Siria, era el hogar de la comunidad yazidí más importante del mundo.
En ese entonces, la población de Sinyar era de unas 300 mil personas. Muchas de ellas sabían que los combatientes del Estado Islámico estaban llegando a la colina y que su meta era atacar a la minoría yazidí.
En la tarde de ese mismo día, el ataque comenzó. El Estado Islámico destruyó las casas, las tiendas y casi todos los templos yazidíes. También ejecutaron a muchos de los hombres de la localidad, algunos murieron junto con sus hijos adolescentes. Mientras tanto, las mujeres, las niñas y los niños pequeños fueron hechos prisioneros por los islamistas.
Varias de estas mujeres y niñas se convirtieron en esclavas de los fundamentalistas siendo vendidas como mercancía entre los hombres de la organización. Se estima que unas 1.400 jóvenes yazidíes fueron utilizadas como esclavas sexuales del E.I, y actualmente siguen desaparecidas.
Ni el ejército iraquí ni la comunidad kurda actuaron para ayudar a la minoría yazidí. El horror que vivieron fue tal que muchos yazidíes buscaron refugio en Siria, un país vecino destrozado por la guerra.
Hoy en día el Valle de Sinyar no se ha recuperado del terrible ataque llevado a cabo por el Estado Islámico. Algunos miembros de esta diminuta comunidad lograron escapar a Europa en países como Francia o Alemania.
Los que se quedaron luchan para superar el trauma y el temor. Las fosas comunes donde fueron arrojados los cuerpos de los hombres aún siguen sin identificar, por lo que muchas familias no saben qué fue de sus seres queridos. Lo mismo ocurre con las jóvenes secuestradas por el E.I, cuyo paradero sigue siendo desconocido.
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Internacionalmente el atentado contra la minoría yazidí es considerado como genocidio étnico y cultural, pero ninguno de los responsables ha sido condenado por lo sucedido. La diáspora yazidí se encuentra principalmente en distintos campos de refugiados de Medio Oriente y Europa.
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