Los afganos viven una nueva crisis mientras miles de personas huyen del nuevo régimen. Y la historia de los talibanes en el país lo deja claro: las más afectadas serán las mujeres y niñas de Afganistán.
El origen de la milicia talibán es incierto, pero se cree que se formó entre las décadas de los 70 y 80, cuando Afganistán luchaba contra la Unión Soviética. El objetivo ruso era apoyar una revolución comunista, que tomara el poder y gobernara el país.
No obstante, el conflicto fue más largo de lo que los soviéticos esperaban, y a finales de los 80 retiraron sus tropas. Posteriormente, el gobierno socialista de Afganistán colapsó y las diversas tribus locales empezaron a disputarse el poder.
Entre ellas, estaban los talibanes, conformados por fundamentalistas religiosos que buscan imponer un gobierno islámico ultraconservador. Al llegar los 90, los talibanes controlaban la mayor parte de la nación. En 1996 instauraron su gobierno, el cual fue una pesadilla para las mujeres y niñas de Afganistán.
El primer régimen talibán gobernó el territorio afgano hasta 2001, cuando la coalición internacional, liderada por EE.UU, intervino y los derrocó. Sin embargo, el daño a las mujeres y niñas de Afganistán estaba hecho.
Durante la era de los talibanes, las mujeres solo podían salir de sus hogares acompañadas por un varón de la familia. En cualquier caso, cada vez que estuviesen en la calle tenían que estar cubiertas con un largo velo, conocido como burka, que esconde el cuerpo de las mujeres de la cabeza hasta los pies.
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Ellas tampoco podían maquillarse, usar zapatos de tacón, hacer negocios, saludar o estrechar la mano de un desconocido, subir a autobuses, tomar taxis ni conducir autos.
El control de los talibanes sobre la vida de las mujeres y niñas de Afganistán continúo empeorando, hasta convertir el día a día de las afganas en una prisión.
En su apogeo, la milicia talibana prohibió que las mujeres se asomasen en los balcones de sus casas, las ventanas de los apartamentos debían ser oscuras para que nadie pudiera verlas desde el exterior, y las niñas no podían ir a la escuela a partir de los ocho años de edad.
Entre las prohibiciones más terribles, estaba la ley que impedía que las mujeres se rieran en voz alta, que participaran en festividades o que ingresaran a estadios deportivos. Ninguna mujer tenía permitido usar baños públicos, tampoco podían subir a una motocicleta ni usar bicis.
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Por supuesto, las relaciones sexuales o sentimentales fuera del matrimonio están estrictamente prohibidas, y si una joven era descubierta con un novio, podía enfrentar la lapidación pública. Las mujeres y niñas de Afganistán ni siquiera existían en los medios, puesto que no podían ser fotografiadas, ni aparecer en videos, programas de TV o en la radio.
Actualmente, y siguiendo distintas tradiciones sociales, el nombre de las afganas no es mencionado en ninguna celebración a las que se les invita, ni siquiera en su boda o cumpleaños.
La atención médica para las mujeres sigue siendo deficiente, casi todos los matrimonios son arreglados, los partos son en casa y las complicaciones luego de dar a luz son comunes.
Al morir, el nombre de una mujer de Afganistán no aparece en la lapida de su tumba.
En pocas semanas, la milicia talibán avanzó hasta apoderarse de todas las ciudades importantes del nordeste, incluyendo Kabul, la capital. Aquí, las mujeres y niñas de Afganistán habían conseguido luchar por sus derechos.
En varios vecindarios de Kabul, las niñas iban a la escuela, las mujeres podían trabajar, incluso llegaron a tener cargos políticos y unas pocas se convirtieron en ministras. Eso era ayer, hoy es diferente.
No se sabe qué pasará con las ciudadanas afganas, la única certeza es que sus derechos están en peligro, como lo han demostrado las acciones de los talibanes en otras regiones conquistadas.
Curiosamente, Suhail Shahin, representante de la milicia, asegura que esta vez será diferente y que no hay de qué preocuparse.
No obstante, muchos civiles se han apresurado a abandonar el país, dirigiéndose a destinos inciertos y precarios, donde el mayor peso lo llevarán las mujeres y niñas de Afganistán.
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