Lo vemos a diario en casi todos nuestros aparatos tecnológicos y su extracción es uno de los nuevos eslabones dentro del conflicto africano
Coltán, un recurso de suma importancia en la revolución tecnológica ya que contiene tantalio y niobio. Un reporte del US Geological Survey, asegura que ambos minerales son comúnmente encontrados juntos, pero tienen diferentes propiedades y aplicaciones.
Casi un 80% del niobio del mundo es usado en acero de alta fuerza y baja aleación, mientras el tantalio es clave para la industria de aparatos electrónicos en el mundo.
Brasil, Canadá y Australia son los más grandes tenedores de los concentrados de ambos minerales, pero la República Democrática del Congo es el productor número uno de tantalio gracias a su minería.
Ese mineral, devenido del coltán, se asume en 2/3 de su existencia como destinado a fabricar dispositivos electrónicos y es un componente necesario para la producción de celulares, por ejemplo.
Ha contribuido, entre otras cosas, a la miniaturización de los aparatos como tal, permitiendo grandes cargas eléctricas en pequeños objetos. Solo por esto, ya se puede concluir el valor.
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También se considera dócil y manipulable, ya que puede ser llevado a un pequeño cable y no causa respuestas inmunes en el cuerpo humano.
Por esta razón se puede usar para fines de tecnología quirúrgica, como se ha hecho en el reemplazo de huesos y conectores de nervios y músculos.
El coltán en sí mismo es el núcleo que nos da los materiales, pero su manipulación no es para nada tecnológica.
Normalmente se extrae de las propias manos de mineros artesanales, con piedras y arena siendo filtradas hasta que se obtienen los minerales, proceso que era popular en 1800.
Como la zona donde mayormente se obtiene es en África Central, una de conflicto, la inversión es insostenible, aunque existe. El coltán es usado en esa parte del continente para costear guerras a través del contrabando.
En 2001, Amnistía Internacional declaró que, en estimado, el ejército de Ruanda, vecina del Congo, se lucró con al menos 250 millones de dólares en 18 meses a través de la venta de coltán, aún sin que el material se mine en dicho país.
Con la demanda de la materia prima por las necesidades tecnológicas, solo queda ‘jugo por exprimir’ para los bélicos interesados.
Esto es un asunto complejo para las empresas desarrolladoras de tecnología ya que deben evitar financiar cualquier conflicto armado. Haciéndolo contribuirían a la violación de derechos humanos.
No es solo por el altruismo de colaborar con la paz mundial, esto puede afectarlos económicamente y socialmente.
La comisión de conflictos de minerales de Estados Unidos requiere que toda manufacturación hecha por tantalio y otros minerales, si vienen de la República Democrática del Congo, sean reveladas.
Sumándose a esto, el Parlamento Europeo votó en mayo de 2015 que se prohibieran todos los productos que contengan minerales ‘de conflicto’.
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