La historia de un niño ucraniano de 11 años que cruzó la frontera de su país con Eslovaquia, es una de las tantas muestras de la difícil situación que están viviendo los niños en Ucrania en medio de la invasión rusa. El pequeño llegó al país vecino con una bolsa de plástico, su pasaporte y un número de teléfono anotado en su mano.
La historia fue publicada por la policía en Eslovaquia, la cual manifestó que el niño era residente de Zaporozhye, una ciudad ucraniana a más de 1250 kilómetros de la frontera eslovaca.
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Según se pudo conocer, el niño emprendió esta travesía para encontrar con unos familiares en Eslovaquia; sin embargo, su madre no lo pudo acompañar porque debía quedarse a proteger a su abuela, quien se encuentra en delicado estado de salud y no puede trasladarse.
Ese era el motivo por el que el niño tenía anotado un número telefónico en su mano: para contactarse con sus familiares una vez llegara a Eslovaquia.
«Un niño ucraniano de 11 años llegó a Eslovaquia desde Ucrania. Con una bolsa de plástico, su pasaporte y un número de teléfono escrito en su mano, llegó completamente solo porque sus padres tuvieron que quedarse en Ucrania», informó la policía eslovaca en sus redes sociales. «Los voluntarios le dieron refugio, le proporcionaron comida y bebida y se pusieron en contacto con sus familiares en Eslovaquia».
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Luego de unas horas, el niño fue reclamado por sus familiares eslovacos. Así dejó atrás una guerra que lo obligó a abandonar su país.
Con el caso de este niño, es inevitable no acordarse del caso ocurrido en Estados Unidos a mediados de 2021 cuando un infante de Nicaragua había sido abandonado en el desierto por el grupo con el que estaba entrando ilegalmente a suelo estadounidense.
El rostro de Wilton Gutiérrez llorando en busca de ayuda le dio la vuelta al mundo, convirtiéndose en la viva imagen de la crisis migratoria de latinoamericanos.
Wilton y el niño en Ucrania tienen algo en común: ambos huyeron de su país por algún tipo de violencia. Esto tiene que parar.
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