La Universidad de Míchigan (EEUU) ha aceptado el acuerdo de pagar 490 millones de dólares de compensación a las más de 1.000 personas que acusaron de abuso al médico deportivo que trabajó durante cuatro décadas con los jóvenes atletas de su universidad.
Después de que en 2018 Larry Nassar, el mayor depredador sexual del deporte estadounidense que pertenecía a la misma universidad, fuera condenado de 40 a 175 años de cárcel, ahora han aparecido más de un millar de denuncias contra el doctor Robert E. Anderson.
La mayoría de los denunciantes son hombres que dicen haber sufrido las agresiones sexuales durante exámenes médicos rutinarios. Una prueba que casi siempre se requerían para que pudieran participar en los programas deportivos.
Robert E. Anderson, que perteneció al equipo médico entre 1966 y 2003, falleció en el 2008. El caso estalló 11 años más tarde, cuando Tad DeLuca, exestudiante de la Universidad de Míchigan, redactó una carta para el director del departamento de deporte donde denunciaba que el doctor Anderson había abusado de él durante unos exámenes físicos.
El escándalo sobre su conducta se hizo púbico en 2020, una vez que se dio amplia difusión al caso de Larry Nassar. A partir de aquí y la primera denuncia, la universidad abrió una investigación interna e incitó a los exalumnos que hubiesen estado bajo la supervisión de Anderson y hubiesen experimentado situaciones de acoso, a hablar con la universidad. Reunieron un total de 1.050 testimonios.
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El acuerdo, uno de los más cuantiosos por parte de una universidad estadounidense para resolver las denuncias de abuso sexual, se labró en conversaciones privadas con los abogados de las víctimas. El objetivo es resolver todos lo reclamos de abuso por parte del difunto Robert Anderson.
Los que fueron víctimas de Anderson han asegurado a los investigadores que ya hicieron llegar de manera reiterada sus quejas a los entrenadores y a los responsables administrativos de la institución. Nunca les hicieron caso.
De hecho, uno de los testimonios más relevantes fue imprescindible para ganar credibilidad. Fue el de el hijo de Bo Schembechler, un legendario entrenador de fútbol americano en el campus de Ann Arbor (Míchigan) que falleció en 2006, quien rompió su silencio y aseguró haber sido otra de las víctimas de Anderson.
“Esperamos que este acuerdo inicie el proceso de sanación para los sobrevivientes”, expresó Jordan Acker, presidente de la junta directiva de la Universidad de Michigan. “Al mismo tiempo, el trabajo iniciado hace dos años, cuando los primeros sobrevivientes valientes presentaron sus denuncias, continuará”.
Anderson trabajó durante casi cuatro décadas en la universidad. Acabó siendo director del Servicio de Salud y médico de varios equipos deportivos, incluido el fútbol. Se jubiló en 2003 y falleció cinco años después, sin haber apenas enfrentado la justicia.
Ted DeLuca declaró a The Associated Press, tras conocer el pacto, que no le da placer alguno enterarse del acuerdo y teme que esto dejará otros asuntos sin resolver. “El acuerdo va a cubrirlo todo para que la universidad pueda seguir teniendo su letra M y seguir luciéndose ante el mundo”, expresó DeLuca en alusión al logo de la universidad. “Pero la situación en el campus es horrible”
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