IMPACTO SOCIAL

La relación de amor y odio entre las redes sociales y nuestra salud mental

Las redes sociales tienen una naturaleza extraña. Usándolas, activamos el mecanismo de recompensa del cerebro, liberando dopamina, un químico que literalmente nos hace sentir bien.

Esto se sabe, al menos medianamente. Es la misma hormona liberada al comer, tener intimidad o interacciones sociales.

De acuerdo a un estudio del Pew Research Center, casi 70% de los adultos y más del 80% de los adolescentes en Estados Unidos usan redes sociales.

Su uso se ha relacionado con ansiedad, depresión y sentimientos de alienación, por lo que no es extraño que quienes las usan una vez, vuelvan a usarlas. Aunque alguien tome la decisión de distanciarse.

Según expertos, cuando los resultados de un comportamiento son impredecibles, es normal que se repita. La idea de una potencial recompensa en el futuro es lo que mantiene enganchados a los usuarios.

Sí, se pueden usar sanamente, aunque se pudiera considerar inevitable relacionar el desempeño en las redes con una búsqueda del boost al autoestima o un sentido de reconocimiento entre los pares.

También sentido de pertenencia con los círculos cercanos, se ha vuelto una forma de interactuar y hay que afrontarlo. A la mayoría nos gusta cuando tenemos una recepción positiva en cualquier plataforma.

El efecto contrario también sucede, ver actividades sociales y no verse invitado por ejemplo, afecta a las personas de forma emocional y hasta física.

En 2018 un estudio británico ligó el uso de redes sociales a interrupción, retraso o desbalance del sueño, que está directamente asociado con depresión, pérdida de memoria y mal desempeño académico.

En el estado más avanzado de ansiedad o depresión por redes sociales, se han conocido casos donde los usuarios sufren de nauseas, dolores de cabeza y tensión muscular.

La mirada de todos debe estar puesta en los adolescentes, que empiezan el uso de redes desde temprana edad y por ende, consecuencias en su salud mental si caen en excesos.

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Específicamente preocupante en las mujeres; mientras los hombres adolescentes tienden a expresar su agresión físicamente, las mujeres pueden hacerlo excluyendo a otras o haciendo comentarios hirientes.

Las redes sociales incrementan las posibilidades de estas interacciones negativas. Todo esto lo asegura Jacqueline Sperling, psicóloga de la clínica McLean.

De la misma forma, ofrece un ejemplo de una chica promedio de 7mo grado, que tiene una mejor amiga. Esta chica, elige una nueva mejor amiga, otra. Además, postea fotos de ambas en el cine o en un viaje el fin de semana; hace 20 años, la niña se pudo haber sentido excluida, pero con las redes sociales, está segura que lo fue.

Adicionalmente a darle a las personas jóvenes una visión de las experiencias ‘perdidas’, las redes sociales establecen una distorsión en la manera en la que percibimos la realidad y sus apariencias.

Facebook, Instagram, Snapchat, TikTok e incluso Twitter (la más ‘real’), incrementan la posibilidad de ver fotos editadas, cambiadas o cortadas para parecer otra cosa. En una época especialmente sensible como la pubertad, puede ser un problema.

En el pasado, según Sperling, los adolescentes leían revistas que contenían fotos de modelos alteradas, ahora esas imágenes son miles y solo basta con scrollear un poco.

La psicóloga declaró en la web de la propia clínica, que la escuela es retadora para todos los estudiantes, porque enfrentan cambios.

A medida que atraviesan la adolescencia, tratan de establecer su identidad, como una tarea a veces impuesta, en un momento en que sus lóbulos frontales no están del todo desarrollados y hay falla de control de impulsos, en muchos casos.

Todo esto pasa, además, mientras las relaciones e interacciones se vuelven más importantes.

Aunque parezca tonto, hay que tener en cuenta que es una porción vulnerable de la población sin control de acceso a una herramienta con miles de posibilidades (buenas y malas) con solo tocar una pantalla.

Y por supuesto que las redes tienen un lado amable. Permiten, de muchas maneras, que las personas se mantengan en contacto con amigos y familiares alrededor del mundo. Sería un absurdo prohibir las redes para adolescentes, ese no es el camino.

Es parte de la forma de socializar de la nueva (y también de las no tan nuevas) generación y no solo para ver stories de sus amigos en fiesta, sino para involucrarse con publicidad, política, deportes, etc. Un puente a muchas cosas que puede usarse de buena o mala manera. 

Para Sperling, deberíamos dar un paso atrás y evaluar el rol de la tecnología y hacia dónde va a evolucionar. También reflexionar sobre nuestro comportamiento propio y cómo siempre buscamos gratificación instantánea.

El tema también es que, amarradas las redes a la tecnología, evolucionan antes de que podamos medir el impacto. 

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pgadmin

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