Acumular likes, comentarios o emojis en nuestros posts nos sienta bien. ¿Por qué? Porque activa dentro de nuestro circuito cerebral el sistema de recompensa haciéndonos creer que formamos parte de algo, que la gente nos tiene en consideración, que nuestras palabras, nuestras imágenes, nuestras ocurrencias, importan.
Según la Wikipedia, España está en el puesto número 20 del consumo de internet en todo el mundo en cantidad de usuarios. Pero si miramos los datos un poquito más de cerca, la cosa cambia. Teniendo en cuenta el porcentaje de población que utiliza internet, España sube al cuarto puesto con un 86.11% de su población, solo por detrás de Arabia Saudita, EE.UU. y Alemania. Ahora bien, si escalamos ese porcentaje únicamente teniendo el número de jóvenes que se conectan a la red, la cosa aún es más contundente: según el INE, un 99% lo hace.
Estamos ante las primeras generaciones completamente digitales, un fenómeno que ha cambiado radicalmente la forma que se tiene de socializar, de aprender, de comprar o de ligar. De hecho, casi todos los ámbitos de la vida se han visto alterados por esta nueva forma de relacionarse.
Lo vimos en el estudio El futuro es ahora, liderado por PlayGround, que contó con la colaboración de la Universidad y Bussines School ESIC y la Fundación Ashoka. De los 13.587 jóvenes españoles que participaron, el 51, 07% de los entrevistados confesó haberse sentido a veces o frecuentemente más integrado dentro de las redes sociales que fuera, mientras que casi la mitad, el 48,96%, admitió usarlas demasiado. Una condena, parece, de la que no es tan fácil escapar.
¿Estamos ante una nueva Icaria de consecuencias desconocidas? Lo comenta Guzmán, uno de los jóvenes implicados en la encuesta: “Tengo miedo. Tengo miedo porque no sé hacia dónde nos conducen las redes sociales y nadie nos está enseñando a cómo manejarlas”.
Uno de los mitos más conocidos de la antigua Grecia es aquel que nos explica como un padre y un hijo, Ícaro, consiguieron escapar de las manos de un tirano construyéndose ellos mismos sus propias alas. El hijo, confiado en que el peligro ya había pasado, acabó por caer al mar al acercarse demasiado al sol y que la cera deshiciese sus alas. El padre bautizó ese lugar como Icaria y esta historia ha servido a numerosas generaciones para imaginar ese lugar como un símbolo de libertad. Lo que mucho obvian es el terror que se esconde tras ese sueño.
Según el hospital Sant Joan de Déu, “cuatro de cada cinco jóvenes afirman que el uso de las redes sociales provoca que sus sentimientos de ansiedad empeoren”. Y no solo eso, siete de cada 10 jóvenes, dice, han experimentado ciberacoso. Quizás sea esta la razón, volviendo al estudio El futuro es ahora, por la que más del 71% de jóvenes entrevistados piensa que los discursos violentos o de odio deberían prohibirse en las redes sociales y que las mujeres sean las que más apoyan dicha prohibición de los discursos de odio en redes sociales.
Nos hemos acostumbrado a utilizar una herramienta, sobre todo los más jóvenes, sin ninguna conciencia crítica, ni referentes que puedan inspirarnos. Por eso hemos lanzado Generación Futuro, un podcast original de Spotify para hablar sobre las cuestiones que más preocupan a los jóvenes españoles. Y, como no, las redes sociales fueron una de ellas.
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