PlayGround, el medio de comunicación líder en español entre los jóvenes, publicó en 2021 la mayor encuesta realizada a la juventud, El Futuro es Ahora, con la colaboración de la Universidad y Business School ESIC, sobre temas como el cambio climático, la identidad de género o la salud mental. Una macroencuesta de 89 preguntas, donde participaron 13.587 jóvenes españoles de entre 16 a 34 años, que arrojó una foto muy valiosa para afrontar los retos que tenemos por delante cómo país.
¿Qué piensa la juventud sobre la educación? ¿Se siente satisfecha con las metodologías actuales? ¿Cuál debería ser el lenguaje utilizado dentro de las aulas? A continuación desgranamos las respuestas de nuestros jóvenes a estas y otras preguntas, para acabar dando voz a sus demandas concretas dirigidas a los representantes políticos.
Como primer resultado cabe resaltar que la educación no constituye una preocupación principal para los encuestados. Se ubica como la número 13 en el ranking de preocupaciones de los jóvenes (solo el 14,42% de los encuestados que respondieron a esta pregunta la sitúan como su preocupación principal o una de ellas). No obstante, gran parte de las demandas de los jóvenes se encaminan o están directamente vinculadas con el ámbito educativo.
El 42% de los jóvenes afirman que la educación sirve para mejorar la sociedad. El 34% piensa que es una herramienta para poder entender cómo funciona el mundo en el que vive. Destaca que tan solo el 11,5% ve la educación como un medio para obtener un trabajo en el futuro. Los menores de 18 años son los que más esperanza ponen en este mantra (20,5%). En el resto de los tramos de edad no superan el 11%.
El 68% de los jóvenes creen que su formación influirá “mucho” o “bastante” en su futuro sueldo. En contrapartida, el 29% piensa que la formación no contribuirá a la obtención de ese deseable salario hipotético.
Aquellas personas menores de 18 años son las que más opinan que la formación determinará bastante su acceso a un buen sueldo (40%). Por otro lado, los Estudiantes Técnicos Superiores de FP son los que más creen que su formación afectará a su sueldo (44,72% opinan que bastante), seguido de los Estudiantes de FP de Grado Medio (43,17%) y los Estudiantes de Grado Universitario (42,67%).
Existe la percepción general de que el sistema educativo no presta atención a las demandas personales del alumnado. El 88% de los jóvenes se muestran “totalmente de acuerdo” ante la afirmación de que el sistema educativo debería potenciar más “la motivación personal de cada alumno”.
La citada percepción se mantiene entre los diferentes grupos de edad, con ligeras diferencias. Los jóvenes entre 18 y 21 años son quienes más creen que la potenciación de la motivación debería ser mayor (90%).
Respecto al género, las mujeres suelen ser más determinantes a la hora de señalar la necesidad de una mayor motivación en la educación (91,27% está totalmente de acuerdo frente al 82,74% de hombres).
A nivel autonómico, aquellos jóvenes que más perciben esta necesidad se encuentran en Extremadura (92,3% está totalmente de acuerdo) y Castilla La-Mancha (91,28%).
Por ocupación, los encuestados que más señalan esta afirmación son los estudiantes de Grado Universitario (89,88% de ellos están totalmente de acuerdo).
Una amplia mayoría de los jóvenes encuestados (68%) cree que en los centros educativos falta cooperación y la promoción de valores adecuados para motivar a los alumnos.
Los que más de acuerdo se muestran con esta afirmación son los jóvenes de entre 18 y 25 años, justamente los que, por su edad, se presupone que están cursando estudios superiores o intentando hacerse un hueco en el mercado laboral. En esta línea, los estudiantes de Formación Profesional y los jóvenes en situación de desempleo son los que se identifican más. Por el contrario, los estudiantes de Secundaria y los trabajadores que lo hacen en lo suyo, son los que menos. Aún así, en estos grupos de encuestados también se mantiene un acuerdo respecto a la citada afirmación del 64%.
En cuanto al género, el 70% de las mujeres se muestran “totalmente de acuerdo” con la afirmación, en comparación del 62% de los hombres en la misma posición. Los jóvenes agénero (75%), andróginos (88%) y de género fluido (75%) también destacan la falta de valores existente en las aulas de los centros educativos españoles.
Otra cuestión relevante en el contexto del sistema educativo es la manera en la que los jóvenes juzgan su experiencia durante los años de enseñanza en España. El 89,93% de los encuestados expone una opinión compartida: hay “poca práctica y mucha teoría” en el sistema educativo español.
En España, aunque todos los territorios estén controlados bajo la misma ley de educación, existen diferencias en las administraciones educativas entre Comunidades Autónomas. La visión de la falta de prácticas y la sobreexposición a contenidos teóricos es común en todas las autonomías.
A nivel autonómico, los encuestados más críticos con la tendencia teoricista son aquellos residentes en La Rioja (93,24% de ellos piensan que el sistema incluye poca práctica y mucha teoría) y Castilla La Mancha (93,23%).
Entre las competencias o habilidades que los jóvenes destacan como más importantes para su futuro están la comunicación lingüística (35%), las competencias digitales (28,83%) y aprender a aprender (21%). Por otro lado, las competencias relativas a Matemáticas y Ciencias no alcanzan el 8% y las habilidades en emprendimiento y sentido de iniciativa no son apenas apoyadas (0,63% del total)
Existe un cambio generacional a la hora de escoger las competencias que los jóvenes creen que serán importantes en el futuro. Mientras los tramos de edad hasta los 21 años creen que la principal habilidad es la comunicación lingüística (40%), los mayores (más de 31 años) abogan por las competencias digitales (35%). Lo que es palpable en todas las edades es que las competencias artísticas y sociales quedan en un segundo plano (solo el 3,77% de los encuestados las ha seleccionado).
En cuanto al género, los hombres dan preferencia mayoritariamente a las competencias digitales (34%) como habilidad más útil para el futuro. Las mujeres, en cambio, siguen dando más importancia a la comunicación lingüística (38%).
El 88,33% de los jóvenes considera que el actual sistema educativo responde poco o nada a las necesidades del futuro.
Este dato evidencia la percepción de una gran desconexión entre sistema educativo y realidad material de los jóvenes. Es decir, mientras que estos consideran en otras cuestiones que la formación es importante para tener un buen sueldo (es decir, unas buenas condiciones laborales), también afirman que esta formación está bastante desconectada de las necesidades que tendrán en su futuro.
La afirmación presenta una tendencia homogénea en los diferentes grupos de edad encuestados. Aquellos jóvenes que creen que el planteamiento educativo es poco pragmático representan la cifra mayoritaria —en un intervalo que va del 53% hasta el 59%— en todas las edades, mientras que los que creen que es “bastante” práctico se sitúan en un intervalo del 6,4% al 9,9%, siendo los que más lo creen aquellos jóvenes menores de edad (9,85%).
Si analizamos por género, vemos que apenas existen diferencias, aunque las mujeres son más críticas con la configuración del sistema educativo. El 89,11% de estas piensa que el planteamiento general del sistema educativo responde poco a nada a las necesidades del futuro, mientras cerca del 86,56% de hombres con la misma opinión.
A nivel autonómico, los jóvenes que menos fe tienen en el pragmatismo del sistema se encuentran en La Rioja (37,33% piensa que nada) e Islas Canarias (36,46% piensa que nada).
El pago de las tasas obliga a muchos estudiantes a tener que compaginar trabajo y estudios, precarizando su calidad de vida y su acceso a la educación. Es por ello que gran parte de los jóvenes reclaman una mayor orientación del presupuesto a la concesión de ayudas económicas para poder cursar sus estudios, especialmente en el ámbito universitario.
A nadie se le escapa que muchos investigadores españoles no encuentran su lugar en los programas del país. Para evitar la fuga de cerebros en el mundo de la ciancia, las personas encuestadas proponen más inversión y control en contratos de investigación de jóvenes para poder dedicarse a ella después de acabar su formación y no tener que seguir con sus estudios en el extranjero.
Parte de las respuestas de la encuesta estaban relacionadas con las metodologías de aula empleadas actualmente. La juventud claramente reclama una evaluación más adecuada, un mayor cuidado a los aspectos propios de la salud mental como la ansiedad o el estrés, más importancia a la motivación y a la puesta en práctica de lo aprendido, así como una educación más personalizada.
Para hacer un mundo más habitable, muchos de los jóvenes encuestados hablan de la necesidad de inculcar valores como la empatía, tolerancia, amor, respeto, apoyo y otros valores de corte humanista, además de integrar la conciencia de cómo formamos parte de los ecosistemas y qué consecuencias tiene esto en el contexto de la crisis climática. Para ello, se destaca la importancia de que haya una educación más cooperativa, menos individualista y que ponga atención a la educación emocional.
La juventud reclama que la educación en valores pueda darse en todos los espacios educativos y no solo en la educación formal, lo cual pasa por promover la creación de espacios de educación no formal y formar a las familias, bien sea a través de talleres, campañas de publicidad o cualquier otro medio, de tal manera que se potencie, desde casa, la convivencia y el respeto.
A pesar de que la mayoría de los jóvenes creen que el sistema educativo actual no se ajusta a las necesidades del presente, una mayoría también cree que la formación determinará en gran medida su acceso a un buen sueldo, lo cual mejoraría sus condiciones materiales y por ende, reduciría las desigualdades sociales. Es decir, continúan confiando en la formación como vehículo para acceder a un mejor empleo. Por ello, y como resumen de todo lo anterior, se hacen necesarios mejores programas de orientación profesional y una educación centrada en las necesidades del entorno, que permita conectar lo educativo con lo laboral a través de las competencias transversales.
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