Crisis tras crisis, el liberalismo avanza, aunque el impacto sobre los inicios de la carrera profesional se haga cada vez más pronunciado. Hoy en día, los sueldos de la juventud son hasta un 50% más bajos que en 1980, hace 40 años. Será por eso que entre todas sus preocupaciones, las dos que más destacan son el acceso al mercado laboral y la calidad del trabajo.
De los 13.500 jóvenes que participaron en la encuesta El Futuro es Ahora, liderada por PlayGround, que contó con la colaboración de la Universidad y Business School ESIC y la Fundación Ashoka, el 88% percibe que la oferta laboral entre los más jóvenes (18 y 25 años) es muy escasa. Opinión que comparten todos los rangos de edad, diversidad de géneros y ocupaciones, destacando el caso de los jóvenes desempleados (un 91,31% de estos piensan que la oferta es muy escasa), los que se encuentran estudiando un máster universitario (el 91,37% de los mismos) y los que estudian una formación profesional básica (un 90,79%).
A lo que habría que sumarle una pandemia. A un 75% de los menores de 18 años les preocupa mucho o bastante cómo la pandemia pueda afectar su vida laboral, mientras que en los jóvenes entre 22 y 25 años esta preocupación alcanza al 86,4%. Sin jóvenes no hay futuro y sin trabajo estamos condenados a la precariedad.
Alguien dirá que a los jóvenes no les interesa trabajar, que ya les va bien seguir dependiendo de sus familias, que no necesitan emanciparse, que no quieren formar una familia. Nada más lejos de la realidad: el empleo es un elemento central en la vida de los jóvenes españoles, siendo el 90% quienes le dan mucha importancia al trabajo en su vida. Especialmente las mujeres, que suponen el 58,5% de este porcentaje, y los estudiantes de grado universitario, que también suponen un 20,46% del mismo.
Si se hace una lectura conjunta con el resto de la encuesta, resulta obvio que existe una alta preocupación por satisfacer necesidades básicas. Y un empleo, un sueldo, es el primer paso para alcanzar dicha estabilidad. Pero no es suficiente. La dignidad en el trabajo pasa por considerar a los jóvenes no como trabajadores de segunda, sino como personas altamente preparadas, una motivación altísima y una privilegiada capacidad para adaptarse a las novedades e innovaciones. Sin embargo, los jóvenes de hoy están acostumbrados a los empleos mal pagados, contratos precarios o sencillamente a la falta de contratos por el mero hecho de no poseer experiencia laboral.
¿Una amenaza peregrina para aquellos apoltronados en sus sillas de Consejo sin importarles las consecuencias? Parece que el problema es de mucho más calado, una cuestión de cultura, como demuestra que el 75% de los encuestados no están de acuerdo con la brecha salarial entre hombres y mujeres, o que el 61% de los jóvenes estaría dispuesto a dejar un empleo si este no comulga con sus valores morales.
Así lo demostraron de forma clara y contundente con sus propuestas concretas:
1. Bajar o anticipar la edad de jubilación para promover el reemplazo generacional.
2. Bonificar a las empresas para incentivar la contratación de jóvenes sin experiencia.
3. Implementar la jornada laboral de cuatro días.
4. Promover el teletrabajo como posibilidad de modelo laboral.
5. Acabar con la precariedad de los contratos temporales.
6. Reformar el marco legal para que las prácticas sean remuneradas.
7. Mejorar el acceso laboral de las personas disidentes de género.
Estas siete medidas fueron presentadas el julio del año pasado en el Congreso de los Diputados y ahora se debaten en Generación Futuro, un podcast original de Spotify que quiere elevar la voz de la juventud de este país y convertirse en un puente intergeneracional entre ellos y las instituciones públicas.
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