El 26 de abril de 1986 el planeta fue testigo del peor accidente nuclear de la historia con la explosión de un reactor en la planta de Chernóbil.
Esto tuvo graves consecuencias para millones de personas en Europa y hasta el día de hoy sigue teniendo impactos en el medio ambiente.
Al menos 31 personas murieron directamente por el accidente nuclear, miles de personas terminaron con secuelas a lo largo de su vida con enfermedades como el cáncer.
Han pasado 38 años desde esa noche en la que el reactor nuclear número 4 de la central de Chernóbil explotó durante una prueba de seguridad.
Todo se registró durante unas pruebas inadecuadas a baja potencia que provocaron una pérdida de control que desencadenó una gran explosión.
«La explosión y el incendio demolió el edificio del reactor y liberó grandes cantidades de cantidades de radiación a la atmósfera», explicó la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA).
Durante la emergencia, el combustible de uranio del reactor se sobrecalentó y se terminó fundiendo a través de las barreras protectoras.
El combustible nuclear estuvo ardiendo durante 10 días y liberó elementos radioactivos que se extendieron en gran parte de Europa. Las zonas más afectadas fueron en su entonces las repúblicas soviéticas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia.
Sin embargo, todo empeoró porque las autoridades soviéticas decidieron guardar silencio sobre el riesgo de lo ocurrido.
De acuerdo con evaluaciones oficiales, la explosión esparció hasta 200 toneladas de material con una radiactividad de 50 millones de curies; lo que es equivalente a unas 500 bombas atómicas como la lanzada en Hiroshima.
La primera localidad en ser evacuada al día siguiente del accidente fue Pripyat, en donde vivían los trabajadores de la planta. Pero los dos millones de habitantes de Kiev no fueron informados pese al riesgo de lluvia radiactiva.
El mundo se enteró de lo que pasó cuando Suecia empezó a detectar un aumento de la radiación y encendió las alarmas.
De esta forma, unas 135.000 personas fueron evacuadas de los alrededores de la central nuclear en 1986. Los gobiernos se vieron obligados a sacar a más de 230.000 habitantes de la zona años después debido al riesgo de la radiación.
La ONU estima que casi 8.4 millones de personas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia estuvieron expuestas a la radiación.
Las autoridades se vieron obligadas a establecer una zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la planta como medida de seguridad; por lo que ninguna persona podría estar allí a menos que fuera un empleado de la central nuclear.
Sin embargo, se cree que la contaminación radioactiva se extiende por más de 150.000 kilómetros cuadrados.
El mayor reto era descontaminar la zona y poner bajo control la planta nuclear, la cual siguió generando electricidad hasta el año 2000 cuando se clausuró el último reactor en funcionamiento.
El gobierno de Ucrania llegó a un acuerdo para desmantelar gradualmente la planta y se protegió el reactor que explotó con un sarcófago de acero y hormigón para impedir fugas radioactivas.
Lo cierto es que esta estructura se desgastó con el paso del tiempo y las autoridades se vieron obligadas a construir una nueva.
Tras varios años de construcción, en 2019 se entregó el nuevo sarcófago protector que controla la radiación del reactor 4 que causó el accidente nuclear de Chernóbil.
Esta nueva estructura en forma de arco pesa más de 30.000 toneladas y se espera que brinde protección durante al menos cientes años a este reactor que todavía tiene el núcleo fundido y un estimado de 200 toneladas de material altamente radioactivo.
Ucrania recibió apoyo financiero para construir este sarcófago con el que se busca impedir que la radiación continúe contaminando el medio ambiente en la denominada zona de exclusión.
Al mismo tiempo, esta región se había convertido en una fuente de turismo y miles de personas visitaban el lugar para conocer y tomar fotos de la zona que fue testigo del mayor accidente nuclear de la historia en Chernóbil.
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