Desde hace unos meses, la Consejería de Educación de la Generalitat catalana viene trabajando en una nueva guía para la arquitectura de los colegios. Aunque el documento definitivo aún no está listo, el programa de TV3 ‘Planta Baixa’ ha adelantado que la intención del gobierno es cambiar la estructura de los patios de los colegios, haciendo que sean más inclusivos para niñas y niños por igual.
“Los patios de las escuelas están a punto de cambiar: ya no será obligatorio que haya una pista de fútbol”, exponía el programa de la televisión catalana. El objetivo, dicen los impulsores, es que “los patios dejen de ser machistas”. Esta ha sido precisamente la medida más polémica los siguientes días al anuncio, tanto para bien como para mal. ¿Acabo no juegan también las niñas al fútbol? ¿No deberían cambiarse antes los condicionamientos de género que los patios? ¿Es la eliminación la única solución o pueden buscarse otras fórmulas?
Para la Generalitat es imprescindible una distribución de la superficie del patio de los colegios de manera que ningún colectivo quede marginado. Por eso se ha decidido que el fútbol debe quedar en un segundo plano, al comprobarse que estos espacios ocupan en muchas ocasiones un alto porcentaje del lugar donde juegan los alumnos y alumnas, pero siendo utilizado casi siempre solo por los primeros.
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La idea es que con estos cambio el fútbol no ocupe todo el protagonismo deportivo en la escuela y se empiecen a promover otras actividades. Además, apuntan, la estructura de los patios de las escuelas lleva siendo la misma desde hace un siglo y los expertos recalcan la necesidad de un cambio.
De hecho, hay docentes que ven más allá. Creen que hay otras medidas que se pueden implementar para hacer de los patios espacios más inclusivos y no solo desde una perspectiva de género.
Ya hay colegios que optan por alternativas para que los niños practiquen otras actividades diferentes a las tradicionales. Por ejemplo añadir un huerto para fomentar el respeto por la naturaleza y el trabajo en grupo, un rocódromo o incluso paredes musicales.
‘The Buddy Bench’ es una de las herramientas que se ha comenzado a implementar en algunas escuelas. Consiste en colocar un banco en el patio en el que los niños pueden sentarse si se sienten solos o tristes para que los demás niños se den cuenta y vayan a ayudarlos. De esta forma se promueve que el tiempo de juego de los niños sea menos solitario y ellos sean conscientes de que están apartando a un compañero.
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