En el centro de Sao Paulo, Brasil, se encuentra la Librería Gato sem Rabo, una tienda donde se exhiben y se venden libros escritos exclusivamente por mujeres. En la tienda también se realizan debates sobre las obras más recientes.
Las estanterías, distribuidas en 65 metros cuadrados, contienen los últimos lanzamientos de todos los géneros literarios. Desde obras históricas hasta ficción; también existen trabajos de poseía, cuentos, ciencias exactas y literatura infantil.
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Sin embargo, el objetivo de la Librería Gato sem Rabo va más allá de solo vender libros. Los 1.800 títulos que hay escritos solo por mujeres, hace parte de un movimiento que busca corregir el agujero de injusticias históricas vividas por las mujeres a lo largo de los años.
«Nuestro objetivo es desmitificar esa falsa noción de que la narrativa escrita por los hombres, que la literatura escrita por los hombres, es universal. No es así», expresa en una entrevista con Efe la propietaria de la librería, Johanna Stein.
Stein recuerda que las mujeres han escrito millones de obras a lo largo de los años; no obstante, su rol artístico ha sido minimizado históricamente.
«Las mujeres siempre escribieron mucho, sobre diversas temáticas, pero estaban condenadas a cumplir obligaciones sociales que las mantenían alejadas de la producción literaria», la dueña de la librería solo de mujeres en Brasil.
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Johanna Stein se inspiró en el célebre ensayo ‘Una habitación propia’ de la escritora Virginia Woolf para nombrar su librería. En el escrito la autora denomina ‘Gato sem Rabo’ (gatos sin cola), a las mujeres que se atreven a aventurarse en el universo de la literatura.
«(El nombre) es un homenaje a esos gatos sin colas, a esas mujeres que pese a que estuvieran desprovistas de tiempo, de legitimidad, de un espacio solo suyo, tuvieron el coraje de escribir», recalca la librera.
Sin duda, la creación de espacios como la Librería Gato sem Rabo es una muestra de las demandas del mundo actual; hablamos de una escena literaria más diversa y plural.
«La gente pasó a demandar cada vez más por esas voces periféricas que quedaron fuera de los cánones universales por tanto tiempo. Voces negras, de mujeres y de tantos otros gatos sin cola, esos bichos raros que quedaron por tanto tiempo en la periferia», sentenció Johanna Stein.
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