Las terapias de conversión, que pueden consistir en exorcismos, sesiones de electroshock o ingesta de medicamentos, serán castigadas con penas de hasta tres años de cárcel.
Francia ha dado un paso más adelante a favor de los derechos del colectivo LGTBIQ. A través de una nueva ley, se prohíben las llamadas “terapias de conversión” y se autorizan las penas de cárcel y multas para quienes intenten imponer la heterosexualidad a través de estas prácticas. La Asamblea Nacional aprobó la nueva ley por unanimidad, votando 142-0 el martes por la noche.
La diputada de la República que ha impulsado el texto junto con Bastien Lachaud, dijo que la ley afectará a “todos aquellos que equiparan una identidad u orientación sexual con una enfermedad”. “No hay nada que curar”, dijo a la Asamblea Nacional.
Clément Beaune, el ministro de Europa en el gobierno de Macron, y que se ha declarado homosexual, tuiteó que estaba «orgulloso de este acuerdo».
#Droits | #TherapiesDeConversion interdites en France ! Une grande victoire pour les droits et l’égalité 🇫🇷🏳️🌈 #RienAGuerir #LGBT+
Merci aux parlementaires qui ont voté cette proposition de loi, portée par la majorité ! @LaurenceVanceu pic.twitter.com/g66knvK9FC
— Clément Beaune (@CBeaune) January 25, 2022
Por lo tanto, cualquier persona que intente “convertir” a una persona a la identidad de género tradicional resultará en hasta dos años de prisión y una multa de 34.000 euros. Si la víctima es menor o se considera vulnerable, el castigo aumentará hasta los 3 años y la multa hasta los 45.000 euros.
Además, la ley también abre la posibilidad de que los activistas presenten demandas civiles en nombre de las víctimas. Un avance aclamado en el parlamento como un apoyo indispensable para las personas que dudan o no pueden alertar a la policía por sí mismas.
¿Qué son la terapias de conversión?
Estas prácticas o torturas, que surgieron en el siglo XIX a través de organizaciones religiosas, se utilizan para “curar” la homosexualidad y la transidentidad, reconociendo la orientación de sexo y la identidad de género no tradicionales como una enfermedad.
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En cualquier caso, ya sabemos que no hay por donde cogerlo. Quizá lo más sorprendente es que no fue hasta 1990 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) finalmente eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales.
Y agárrate, no fue hasta 2019 que se eliminara la identidad trans de esta lista, bajo el término de “Incongruencia de género”.
Dentro de estas terapias se incluían, por ejemplo, sesiones de exorcismo, electroshock o ingesta de medicamentos, así como otro tipo de prácticas. «Esas prácticas indignas no tienen cabida en la República. Porque ser uno mismo no es un crimen. Porque no hay nada que curar», tuiteó el presidente Emmanuel Macron.
La loi interdisant les thérapies de conversion est adoptée à l'unanimité !
Soyons-en fiers, ces pratiques indignes n'ont pas leur place en République. Parce qu’être soi n’est pas un crime, parce qu’il n’y a rien à guérir.— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) January 25, 2022
También la ministra de “Igualdad y Diversidad” de Francia, Elisabeth Moreno, describió la práctica de la terapia de conversión como «bárbara» y dijo a los legisladores que «muy a menudo deja marcas permanentes en el cuerpo y la mente» de quienes se ven afectados, según AP. Moreno también defiende que la adopción del texto que ilegaliza estas terapias permitirá enviar una «señal» a las víctimas para que estas «prácticas bárbaras» lleguen hasta una comisaría y sean castigadas.
La situación de vulnerabilidad mundial
“La orientación sexual e identidad de género sigue siendo en muchos Estados de Europa del Este y Centroeuropa un tabú social que conlleva rechazo, discriminación y abuso hacia ellas. Estas personas ven frecuentemente vulnerados sus derechos humanos, en ámbitos como la educación, el empleo o la salud”, según un estudio de Amnistía Internacional.
En Francia, el debate entorno la utilización de las terapias de conversión acaparó la atención mediática a finales de 2019 con el documental Homoterapias: conversión forzada, inspirado en el libro Dios es Amor, escrito por dos periodistas de investigación.
El film explica la historia de Guillhem, un joven homosexual cristiano con una crisis de identidad. Uno de los reporteros decidió infiltrarse y adoptar la identidad de Guillhem en un grupo religioso católico, que organizaba una especie de «campamentos de reconversión» en los que los jóvenes, ante una asamblea, afirmaban sentirse «avergonzados» por su sexualidad, un ‘modus operandi’ calcado de los grupos de alcohólicos anónimos.
Los reporteros descubrieron toda la trama que se da detrás de las terapias de conversión en todo el mundo, según indicaron: “que funcionan como verdaderas sucursales”.
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