Hace dos años, Ella Scott, una niña nacida en Ontario, Canadá, habló con sus padres y les hizo saber que a su corta edad tenía claro que no se sentía como un niño. En un principio los padres de la niña se lo tomaron como un comentario más de su hija, pero el tiempo les demostró que Ella hablaba muy en serio.
A partir de la charla que tuvo con sus padres, la niña comenzó su transición y pocos días después, su madre Nikki y su papá Graham, la respaldaron en su proceso.
A decir verdad ellos llevaron a la niña a un psicólogo de salud mental infantil del instituto Reach Out Center for Kids, para estar seguros si respaldar su transición era lo correcto. El profesional les dio su visto bueno.
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Cuando habló por primera vez sobre su identidad de género Ella Scott tenía seis años y en su cumpleaños número ocho, sus padres le organizaron una fiesta de revelación de género. Sí, las mismas celebraciones donde una familia anuncia al mundo cuál es el sexo con el que nacerá el bebé que esperan.
En el pasado hemos hablado de cómo las fiestas de revelación de género refuerzan estereotipos dañinos y perpetúan el pensamiento binario.
Durante estas celebraciones los padres asumen que la identidad de género de sus hijos corresponderá con el sexo con el que nacieron. Como sabemos, esto no siempre es así.
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Es por este motivo que la fiesta de revelación de género de Ella Scott tiene un componente especial: los padres y la niña están revelando el género con el que ella se identifica. Hablamos de una decisión y no una imposición.
«Sexo habla de algo totalmente biológico, totalmente físico. Es cómo nacemos. Y el género habla más de una expresión y de una identidad del género con el que nos vamos a expresar. Con el que nos vamos a identificar el resto de nuestras vidas», dijo Zoe Joffre, vocera de It Gets Better México en una entrevista con PlayGround.
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Ciertamente, los padres de Ella Scott han tenido que instruirse mientras acompañan a su hija en todo su proceso de transición. Nikki ha comenzado a entender comportamientos que la niña tenía en el pasado a los que antes no les encontraba respuesta, como el actuar de la pequeña en comparación al de sus hermanos, por ejemplo.
«Tengo otros dos hijos, los hermanos de Ella, dos niños cisgénero que juegan duro, pero Ella nunca quiso unirse. A los seis años quería empezar a usar ropa de niñas como faldas y vestidos», dijo Nikki.
Hoy Ella Scott cuenta con el apoyo de toda su familia y amigos. Todos han asumido la identidad de la niña trans y la han apoyado en el proceso. Sin duda, Ella ha sido privilegiada por tener una familia que la acepta, pero son más los casos de represión en el mundo con la niñez trans, que los casos de aceptación.
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