La nueva norma deja en manos de las Federaciones garantizar que no haya discriminación entre deportistas, independientemente de su identidad de género.
El Comité Olímpico Internacional ha anunciado la publicación de un nuevo escenario sobre la equidad, la inclusión y la no discriminación. El objetivo es abordar el conflicto que existe entorno a la participación de atletas intersexuales (aquellas cuyos rasgos externos o internos son diferentes a las características que tradicionalmente se ha asignado a su género) o trans (quienes se identifican con un género diferente del que se les asignó al nacer) en las competiciones deportivas.
Con esta renovación, únicamente han especificado que cada Federación deberá evitar que haya una “desventaja desproporcionada” y a la vez evitar que se excluya a deportistas por su identidad de género.
«El COI reconoce que debe ser competencia de cada deporte y de su órgano de gobierno determinar de qué manera un atleta puede tener una ventaja desproporcionada en comparación con sus compañeros. Debe tenerse en cuenta la naturaleza de cada deporte», explican en un comunicado.
Junto a estas declaraciones ofrecen a los organismos deportivos un enfoque de diez principios para ayudarles a desarrollar criterios aplicables a su deporte. Se consideraran aspectos éticos, sociales, culturales y jurídicos particulares en cada caso.
Ya no existirá una única normativa que meta “a todas en el mismo saco”. Según su comunicado, «toda persona tiene derecho a practicar deporte sin discriminación y de forma que se respete su salud, su seguridad y su dignidad».
Una victoria moral
Uno de los casos recientes en los que esta situación supuso un conflicto fue el Caster Semenya. Esta atleta sudafricana fue descartada de los Juegos Olímpicos de Tokio en la prueba de los 800 metros lisos por ser intersexual. Concluyeron que la campeona mundial contaba con una ventaja injusta: su organismo produce más testosterona que la que se considera normal para una mujer. Decidieron que Semenya ganaba todas la competiciones por esta característica, y no por su talento, su trabajo o su sacrificio.
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Todo acabó a manos de la justicia. Después de que el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) y el tribunal federal suizo desestimaran sus recursos, Semenya acudió al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Con estas declaraciones, el COI ha concedido una victoria moral a la atleta antes de que se conozca al sentencia judicial.
A tres años de los Juegos Olímpicos de París
Ahora, tras un proceso de consulta de dos años en el que han participado más de 250 atletas y partes interesadas, el marco desgranó algunos aspectos de la igualdad de género en el deporte. Lo más relevante es la introducción de una variación sobre cómo organizar la participación de los y las deportistas intersexuales y trans en los diferentes deportes.
«Este marco reconoce tanto la necesidad de garantizar que todas las personas, independientemente de su identidad de género o sus variaciones sexuales, puedan practicar deporte en un entorno seguro y libre de acoso que reconozca y respete sus necesidades e identidades; como el interés de todos –en particular de los atletas de élite– de participar en competiciones justas en las que ningún participante tenga una ventaja injusta y desproporcionada sobre el resto», concluye el comunicado.
Con este cambio de postura y a tres años de los siguientes Juegos Olímpicos, las diferentes Federaciones deberán estudiar su posición y su plan deportivo. Se darán diferentes escenarios en función de cada deporte y de cada atleta.
Sin ir más lejos, la Federación francesa de Rugby ya ha dado el visto bueno a la participación de jugadoras trans siempre que no sobrepasen los 5 nanomoles de testosterona por litro. Ahora es el turno del resto de deportes, que deberán determinar los límites.
Todavía queda mucho por hacer
Aun así, este nuevo marco no garantiza la seguridad de todos los atletas intersexuales y trans. La propia Semenya ha declarado: “Cualquier política que implique la verificación del sexo de un deportista supone poner en peligro de sufrir abusos a todos los deportistas, y esto afecta a todas las mujeres”. También apunta que “las políticas que obliguen a las mujeres a modificar sus niveles hormonales pueden tener efectos adversos en su salud”.
Por lo tanto, aunque el COI haya puesto encima de la mesa la problemática, la poca claridad de la norma sigue dejando en una situación de vulnerabilidad a todas las personas que no son cisgénero.
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