Hoy, 14 de julio, es el día de la Internacional de la Visibilidad no Binarie. Para una persona cis, que ha vivido en la comodidad del binarismo, es muy difícil de imaginar que se puede sentir miedo al rechazo de mencionar tu género o que puedan hasta cuestionar la existencia del mismo. Las personas no binarias sufren diariamente de acoso, insultos, invalidaciones, infravaloraciones. El género binario es una etiqueta que recoge a todos aquellos géneros que no se encuentran en los extremos que tradicionalmente se conocen como “hombre” y “mujer”.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las personas no binarias son aquellas que no se identifican única o completamente como mujeres o como hombres; es decir, que trascienden o no están incluidas dentro del binario mujer-hombre. Las identidades no binarias reúnen, entre otras categorías identitarias, a personas que se identifican con una única posición fija de género distinta de mujer u hombre, personas que se identifican parcialmente como tales, personas que fluyen entre los géneros por períodos de tiempo, personas que no se identifican con ningún género y personas que disienten de la idea misma del género.
El binarismo viene a resolver y sostener privilegios y comodidades que no muchos están dispuestos a poner en duda. Pocos son los que se cuestionan las revelaciones de género de los bebés, de los cuartos pintados de rosa o azul, de la ropa de niñes separada en nena o nene en las casas de ropa. Parece que hay solo dos formas de empezar nuestra vida, esto nos condena a nacer desde ya con sueños, prejuicios y cualidades que otros ponen sobre nosotros. Difícilmente podamos imaginar que alguien no se sienta feliz de este binarismo, pero detrás de esta simplificación de algo tan complejo no se esconden “los genitales”, se esconde una historia y un análisis que recorre siglos de historia y patriarcado.
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“La gente no puede imaginar aún cómo sería un mundo en el que la vida de las personas no esté constantemente determinada por los roles sociales asignados a su género”, dice Valentine Ayre que forma parte de Red No Binarie Latinoamérica, una comunidad de personas no binarias que difunden, educan y brindan apoyo a quien lo necesite. Hablamos con sus integrantes para reflexionar en este día y cuestionarnos muchos aspectos que solemos dar por sentados.
¿Por qué crees que la sociedad está tan aferrada al binarismo?
Savka de Plutón (@NeutresChile): No son todas las sociedades actuales las que imponen el binarismo en el mundo, existen territorios donde la cultura permite una fluidez genérica y diferentes categorías sexuales. El binarismo impera en el ideario colectivo de los diferentes países latinos es el colonialismo que invadió nuestras tierras y pueblos indígenas, difundiendo y expandiendo el pensamiento católico que no solo provocó el genocidio de nuestres hermanes originaries, sino que acabó con toda forma fluida o no binaria de percibir la sexualidad. El binarismo está aferrado a nuestras sociedades porque beneficia a la hegemonía blanca masculina que posee el poder económico y político del mundo.
Brune Bonassi: Creo que apegarse al binarismo se debe a los privilegios que disfrutan las personas cisgénero, y especialmente los hombres. Es difícil para las personas privilegiadas reconocer ese privilegio.
¿Crees que lenguaje inclusivo/ neutro es una vía de visibilización de identidades históricamente silenciadas?
Valentine Ayre: El uso de un tercer género gramatical es el resultado de una necesidad, ante lo limitante del español de asignar a toda persona necesariamente ser «él» o «ella». Referirse a una persona con un pronombre incorrecto es violento, le impone una identidad diferente. Esa imposición ha ocultado mucha diversidad, pero no son solamente quienes usan el pronombre elle que están invisibilizades en la sociedad, ya que muchas personas trans, travestis, y no binarias, aún usando pronombres «él» o «ella», sufren la falta de acceso a derechos fundamentales, y el borramiento histórico.
M Morales: Es un fuerte instrumento en contra del patriarcado ya que no se dejan los pronombres masculinos como la norma, que muchas veces han sido usados para sacarnos a mujeres y a no binaries de espacios de discusión. Al ser «pronombres neutros» y no «pronombres no binaries» sirven como fuente de inclusión de grupos de géneros mixtos como cuando se usan en forma de plural genérico/general, o de inclusión de personas que se identifiquen con el pronombre «elle» como cuando se usan en singular genérico/específico.
¿Crees que la femineidad o la masculinidad es exclusiva de una doctrina binaria?
Savka de Plutón: La masculinidad y feminidad son creaciones culturales del sistema hegemónico sexual. Yo no creo que la existencia de estas expresiones sea negativa en definición, pero sí creo que su deconstrucción es urgente y absolutamente necesaria, es hora de que construyamos nuevas feminidades y nuevas masculinidades, que no posean dinámicas patriarcales, que no sea impositivas si no opcionales, que permitan una fluidez entre sí y su intermedio, que nazca una feminidad poderosa, que no permita subordinación y plantee nuevas formas de hacerle frente a la violencia patriarcal.
Brune Bonassi: Creo que hay efectos de esta binarización de lo social, como el hábito de no cuidarse por personas identificadas como hombres, el uso excesivo de cosméticos por personas identificadas como mujeres, la vinculación de la belleza con el cissexista, la discriminación hacia personas con discapacidad y la gorodofobia, la producción de mujeres como objeto de uso, la vinculación de la longitud del cabello con la sexualidad, y tantos otros arbitrarios. Es decir, no creo que hombre o mujer estén vinculados a ninguna producción estética de sí mismos, sino que estos elementos producen una violencia normativa.
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Valentine Ayre:. La expresión de género va mucho más allá de las cosas consideradas hegemónicamente “masculinas” o “femeninas”, y deconstruir estas lecturas es clave para generar mayor equidad en todas las instancias de la sociedad. Espacios más inclusivos, medidas más reparatorias, productos más adaptativos, y tratos más respetuosos, requieren que dejemos de medir a las personas con esta vara de dos puntas que resulta tremendamente corta para la riqueza de experiencias posibles en la diversidad humana.
¿Qué nos podría ayudar a desvincular el término femenino o masculino de los pronombres binarios?
Valentine Ayre: Pensémoslo así: conocemos muchísimas personas de pronombre “él” que no necesariamente se consideran masculinos, ¿no? De hecho conocemos un montón de personas de pronombre “ella” que no se dicen femeninas. ¿Por qué? Porque un pronombre es una forma de referirse a nuestra persona, pero no dice cómo nos sentimos internamente respecto a muchos otros aspectos de los estereotipos. Tal vez, una persona con pronombre “él” o “ella”, está construyendo su propia forma de ser agénero, y no es una persona femenina o masculina, simplemente siente comodidad con alguno de esos pronombres o ambos. Nuestras expresiones van más allá de qué palabra se siente más acertada para referirse a nosotres en tercera persona, y porque alguien use, por ejemplo, el pronombre “elle”, no significa que considere a su género como neutro, y es mejor no darle esa connotación. Para alguna masculinidad, su pronombre masculino bien puede ser “ella” o “elle”. La clave es no asumir.
Hablemos de visibilización. Cuando hablamos del colectivo LGBTIQA+, ¿sentís que las personas no binarias están representadas debidamente?
M Morales: Como alguien que se encuentra en tres intersecciones distintas dentro de la comunidad diría que sí y no, la lucha por el reconocimiento de nuestros derechos es continua y aún hay mucho por hacer, en comparación a otras intersecciones de la comunidad LGBTQIA aún no estamos representades debidamente, y en comparación a otras quizá llevamos un mayor progreso.
Valentine Ayre: El colectivo LGBTIQA+ siempre tuvo personas con identidades no binarias, aunque tal vez no con el nombre de no binaries. Mari$#*, lesbianas, bisexuales, personas queer o género no conforme, personas intersexuales, personas transgénero, transexuales y travestis, históricamente desafían y transgreden la hegemonía heterocis. No conocemos todas las identidades que existirán, nunca fue ni será posible, pero nos une la lucha por el reconocimiento de nuestros derechos y por la erradicación de la violencia contra nuestras expresiones u orientaciones. En ese sentido, y gracias a la lucha histórica de estos colectivos, es que hoy podemos nombrarnos con más libertad, y somos una parte creciente de la comunidad.
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Hace poco me crucé con esta fotografía, fue producida por un grupo de mujeres de la industria del cine y el arte de Argentina, que han resignificado la mítica obra de arte “El nacimiento de Venus” de Sandro Botticelli. «Le Venus” nos muestra en imágenes un resumen de todo lo que pudimos reflexionar y aprender por parte de les integrantes de Red No Binarie Latinoamérica. Utilizando el lenguaje neutro para el título, y modelos no binares para la imagen, proponen romper el concepto de feminidad que este personaje encarna históricamente. Creando una belleza que no tiene género, nos invita a deconstruir esta mirada cómoda del binarismo que solemos tener en los medios que consumimos y, más precisamente, en la mayoría de las piezas de arte que forman parte de la historia de la humanidad.
El trabajo de Bebas, con Sol Schostik y Melanie Anton cómo directoras creativas y Loli Laboureau como fotógrafa, no deben ser un único ejemplo de la visibilidad no binaria, y mucho menos debe ser la visibilización un objeto exclusivo de una foto artística, sino que debemos escuchar y respetar cada aspecto de la comunidad LBTIQA+.
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