Internet se ha llenado de memes surrealistas y con una estética pesadillesca gracias a DALL-E, una Inteligencia Artificial que genera imágenes a partir de frases descriptivas como “un jarrón verde en un desierto” o “un barco de vela navegando por las nubes”.
Esta inteligencia artificial ha sido entrenada con más de 12 mil millones de imágenes asociadas a su significado en texto, por eso comprende las instrucciones que le damos.
Su nombre es un acrónimo que fusiona el nombre del artista Salvador Dalí con Wall-e, el personaje de Disney, mezclando así tecnología y arte.
La empresa tecnológica OpenAI, entre cuyos fundadores se encuentra Elon Musk, lanzó la primera versión de DALL-E de forma privada en enero de 2021.
Un año más tarde nació DALLE-2, una segunda versión con un uso restringido a profesionales y cuyas imágenes son tan realistas que podrían ser engañosas.
Pero el responsable de que se viralizaran todos estos memes es el programador Boris Dayma, que entre DALL-E y DALL-E 2, lanzó DALL-E mini (ahora conocido como Craiyon), una versión más simple a partir del código de OpenAI.
Pero lo que ninguna de las DALL-E ha conseguido ha sido corregir los sesgos algorítmicos, es decir, los estereotipos que existen en las imágenes que la IA toma de referencia. Por eso tienden a representar hombres blancos exitosos, mujeres sexualizadas y personas racializadas en situaciones de delincuencia o drogas.
OpenAI se defiende afirmando que se trata de una herramienta artística y que “su modelo en ningún momento pretende representar el mundo real”. Por eso permiten a sus usuarios comercializar con sus obras, aunque apuntan que “los términos de estos derechos podrían cambiar en cualquier momento».
OpenAI también prohibe el contenido político, el odioso y el sexual. Pero si una empresa privada tiene el poder de hacerse con los derechos de sus autores y es capaz de prohibir el pensamiento crítico en sus creaciones. ¿De verdad las imágenes que generan pueden considerarse arte?
Existen otras inteligencias artificiales parecidas a DALL-E que no han sido creadas por empresas ni bajo intereses privados. En ese caso, el debate que se plantea es parecido al que surgió con el nacimiento de la fotografía.
Si tenemos claro que las cámaras no hacen arte sino los fotógrafos, entonces el arte IA también sería arte hecho por artistas humanos que usan los algoritmos como herramienta creativa.
Y lo mejor de todo: si la fotografía provocó el nacimiento de la pintura moderna: ¿los algoritmos podrían evolucionar el arte de una forma todavía inimaginable?
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